Estado fallido…?

El pobrísimo desempeño de la acción gubernamental, inobjetablemente expresado en la asfixiante burocracia, y en la más impactante de sus consecuencias, la contracción económica, impone, con carácter de urgencia notoria, el reconocimiento del estado de situación. La ineficacia de la acción gubernamental es un secreto a voces, que no permite más pérdida de tiempo. Y si quien debe aplicar los correctivos inmediatos no actúa, los funcionarios con mando y jurisdicción deberían tomar las iniciativas congruentes con la magnitud y profundidad del estado de cosas; el momento no es propicio para que el aparato institucional esté apagando fuegos y continúen profundizándose problemas tan simples como el suministro de agua potable, el nombramiento de educadores o la reparación de escuelas, los servicios de salud, el mantenimiento de las vías públicas o la inseguridad frente a la creciente violencia. No es hora de programar consultas de evaluación de la gestión ni mucho menos para rotar a funcionarios que evidentemente no han sido capaces de resolver problemas elementales de sus respectivas competencias. Sr. Presidente: Las crisis son excelentes oportunidades para tomar decisiones que traduzcan impacto social, favorable a la mayoría, porque el interés público debe primar sobre intereses sectarios de cualquier índole. Es preferible actuar y equivocarse, que equivocarse por no decidir.

Necesidad de políticas migratorias integrales

Las políticas migratorias son las regulaciones que implementan los Gobiernos frente a las migraciones, o sea al desplazamiento de personas que quieren entrar de un Estado a otro, para quedarse a trabajar y a vivir. Mediante ellas, se establecen si existirán o no límites y controles para el ingreso y permanencia de los inmigrantes.

El reciente ingreso de migraciones masivas, procedentes principalmente de Cuba y del continente africano, de manera eufemística llamados ‘extracontinentales ' ha abierto de nuevo la discusión sobre las políticas migratorias y si estamos, como país, tomando las acciones pertinentes y adecuadas para enfrentar esta problemática.

Parto por decir que el Gobierno nacional tiene la responsabilidad de controlar su territorio y asegurarse de que los extranjeros que ingresan, pasan y salen del país lo hagan de una manera que no afecte su integridad, su economía y la seguridad de los que aquí habitan. Para nada es una tarea fácil. Por el mundo pululan miles de extranjeros en búsqueda de lugares en donde asentarse y hacer una nueva vida como emigrantes, pero también los hay quienes procuran aprovechar las circunstancias para la comisión de delitos.

La principal falla de Panamá en el ámbito migratorio es que no tenemos una política clara, definida y consensuada sobre cómo resolver los problemas de los que terminan siendo, sin su intención, refugiados en nuestro país y que tendrían que quedarse bajo el amparo humanitario panameño sin legalizarse. Se constituyen, al final, en una pesada carga para el Estado.

El ingreso masivo de cubanos y los procedentes de países del continente africano, en su gran mayoría, no tienen el interés de permanecer en nuestro territorio. Su objetivo es llegar a EE.UU. y asentarse en ese país, que tiene políticas disímiles que promueven migraciones masivas a través de la Ley de Ajuste Cubano y normas que estimulan la emigración de Cuba hacia EE.UU., incluida la política Pies secos-Pies mojados, que ponen en entredicho a miles de cubanos que aspiran establecerse allá, que quedan atascados en su trayecto hacia ese destino, convirtiéndose en refugiados temporales con derecho a la protección humanitaria ordenada por los Convenios Internacionales.

En recientes semanas Costa Rica ha expulsado, de su territorio al nuestro, a decenas de inmigrantes provenientes de África y ha impedido el acceso a los cubanos que intentan seguir viaje hacia EE.UU. La expulsión, a nuestro juicio, constituye una violación a la Convención de Naciones Unidas sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. Sin prueba o evidencia alguna, de que los migrantes africanos hubiesen transitado y entrado por suelo panameño, los detuvo y envió a Panamá sin ningún tipo de trámite migratorio y fueron dejados del lado panameño, causando también zozobra a los panameños residentes en el área de la frontera.

Las principales autoridades gubernamentales no han mostrado de manera enfática rechazo a las acciones de Costa Rica. Todo ello sucedió luego de un exitoso puente aéreo de más de mil inmigrantes cubanos hacia México, facilitándose así su viaje hacia EE.UU. Panamá no supo anticipar el efecto de atracción de nuevas migraciones irregulares que surgirían de facilitar esta solución migratoria inicial. Además, se toleró que los inmigrantes acantonados en nuestra frontera occidental asumieran posiciones de fuerza, al tiempo que no hubo medidas efectivas para evitar más ingresos desde la frontera con Colombia.

El Gobierno nacional se encuentra en una coyuntura complicada. No puede ni expulsar ni devolver a los inmigrantes, en aplicación del principio consagrado en Convenios Internacionales de Derechos Humanos de No Devolución forzosa a un país donde su seguridad o supervivencia estén amenazadas. Su responsabilidad pasa por garantizar la admisión segura de los que entran al país en estas corrientes migratorias irregulares, lo que puede llevar al otorgamiento de asilo. Su instalación temporal en el campamento de Gualaca debe ganar tiempo para encontrar una solución definitiva al problema. Ello solo ocurrirá cuando el Gobierno nacional, haciendo gala de su ingenio diplomático, convoque a una Cumbre de los países involucrados para encontrar, entre todos, la solución necesaria en estos momentos.

Hay quienes dicen que todo esto comenzó con las ferias migratorias del Programa Crisol de Razas. No comparto esa opinión. Pero lo cierto es que la población panameña rechazó de manera firme la posibilidad de continuar dicho programa y demandó un ordenamiento en la legislación migratoria. Se adelantaron varias iniciativas, pero no se ha podido llegar a ese fin. Es hora de que ello se enfrente de una manera decisiva.

Mundos y realidades diferentes

A veces creo que los políticos y algunas personas viven en mundos paralelos o en una dimensión desconocida para la mayoría de la población. Sus actuaciones y decisiones parecen de otro planeta o ¿será que viven en otro país? La preocupación es mayor cuando son, precisamente, quienes toman las decisiones los que parecen estar en la Luna.

Por ejemplo, si tuviésemos que calificar el desempeño del transporte público y selectivo en la ciudad de Panamá, en una escala de 1 a 5 (en la que 5 es óptimo), entonces, no pasaría de 2, porque la espera para tomar un bus es larga y los taxis, con su habitual “no voy”, desesperan a los usuarios. Por esto, cuando llega el momento de ir a los trabajos o regresar a las casas, los usuarios experimentan todo un calvario. El Metro ayuda a que este problema no sea mayor, y los “busitos piratas” resuelven y tienen una clientela fija. ¿Cómo es que las autoridades no se dan cuenta y por qué no mejoran el sistema?

En el caso de las escuelas estatales, los responsables solo se enteran de que faltan equipos y que se requiere reparar las estructuras, cuando recién se reinician las clases. Esta historia se repite desde la década de 1980. ¿Será que nadie puede cambiarla?

En tanto, los funcionarios de la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre parece que solo piensan en cómo aumentar las multas y qué empresas de grúas contratan para que se lleven los vehículos mal estacionados. Evitar el tráfico pesado en las calles o cómo prevenir los accidentes parece algo ajeno a sus tareas básicas. En consecuencia, los accidentes y las infracciones aumentan cada año.

Por otra parte, la justicia parece un sueño utópico, porque quienes han sido vinculados en actos de corrupción que involucran la sustracción de millones de dólares, disfrutan de medidas cautelares de país por cárcel e inclusive algunos casos han sido archivados. Ver condenados a varios corruptos parece una película de ciencia ficción. En consecuencia, muchos nos preguntamos si realmente se imparte justicia en Panamá. Y, también, cuándo cambiarán los métodos de elegir a los magistrados. Hoy tenemos a un presidente de la Corte Suprema al que, salvo cuatro gatos, nadie quiere. ¿Por qué será?

Los políticos creen que sus intereses son prioritarios. Hay ministros a los que les parece más importante posar en fotos para subirlas a las redes sociales, pero cuando se les pide que resuelvan los problemas comunitarios, parece que les fallan los sentidos o que no registran tales reclamos, pues ¡no hacen nada! Se les olvida que su gestión debe ser para todos los panameños, no para un selecto grupo de su simpatía; y que no deben politizar sus actividades, pero es lo primero que hacen. Sus decisiones deben ser de largo alcance y no para que resulten electos en la próxima campaña.

¿Cuándo lo entenderán?.

Hablando de mundos diferentes, debo referirme a Juan Carlos Tapia –cuyos comentarios escucho y respeto–, quien desde hace meses crítica la gestión del actual director de la Caja de Seguro Social, sin embargo, no recuerdo que se refiriera con igual crítica al exdirector y a los errores que hubo en su gestión. El anterior no respondió a todas las preguntas que le hicieron los diputados. Al parecer perdió la memoria, temporalmente, durante su comparecencia ante la Asamblea Nacional. Gastó más de mil millones de dólares en tecnología, sin hacer estudios previos, por lo que esta inversión no tuvo ningún impacto positivo en la institución.

Cabe señalar que hasta ahora el mayor gasto en que han incurrido todas las administraciones de la CSS es en publicidad. También se gasta en viajes y en la compra de automóviles, a pesar de que la escasez de medicamentos siempre es crítica.

Sobre la Ciudad Hospitalaria tampoco hubo un estudio a fondo de esa inversión. Si se investigara bien la gestión del director anterior, saldría a relucir que no hubo avances significativos, pero sí historias de persecución contra gremios y funcionarios.

Le recomiendo a los políticos que aspiran a forjar un mejor país que primero se conecten con las necesidades de la población, que salgan del mundo de la ciencia ficción o de la dimensión desconocida. Si esa conexión se lograra, entonces, podríamos avanzar.

De ‘Panama Papers’ al Panamá creativo:

Los golpes inesperados son eso, inesperados. Nuestra vida cotidiana se ve alterada y, de manera involuntaria, nos vemos obligados a hacer lo que no pensábamos ni queríamos hacer. Panama Papers es uno de esos golpes. Es un sacudón que tiene repercusiones indeseadas, sobre todo, en una parte de la población local ajena a los tejes y manejes turbios de unos pocos.

Pero es mucho lo que podemos hacer para convertir esta situación en una oportunidad. ¿Dónde ha pegado más duro esto? La inmensa mayoría de panameños y panameñas siente que se ha mancillado la imagen del país y del pueblo ante el mundo. Los corruptos son unos pocos, pero por ellos pagan justos por pecadores. Ahora el mundo mira a Panamá con ojos de desaprobación, sin hacer distinciones entre quienes se ganan “el pan con el sudor de su frente”, de forma honesta, y quienes se ganan el pan con transacciones oscuras y ruines.

Pero cambiemos el foco y preguntemos a cualquier ciudadano del mundo que no haya vivido un tiempo por aquí, ¿qué conoce de Panamá? La mayoría seguramente dirá: “El Canal” o “Rubén Blades”; algunos mencionarán a Mano de Piedra Durán y, probablemente, poco más. A no ser de las historias de piratas, de los viejos y de los actuales, pocos o ninguno hablará del Miércoles de Ceniza en Nombre de Dios, de la comunidad ngäbe buglé y su particular estilo de vida; de los festivales de mejorana, de jazz, de cine; de la pollera conga y de las fincas cafetaleras. Tampoco hablarán de las alturas de Boquete ni del Festival del Manito Ocueño. Pocos conocen la comarca Guna Yala y su particular organización social. Así como tampoco conocen la Ciudad del Saber y los encuentros científicos que se realizan ahí. Y la lista sigue, casi interminable.

La otra Panamá, la que no aparece en los nefastos Panama Papers, y que es el orgullo de la inmensa mayoría de habitantes de este país, duerme a los ojos del mundo, sencillamente, porque son historias no narradas. Porque no existe aún una política de Estado que tenga en sus líneas estratégicas de desarrollo la prioridad de posicionar a Panamá en el mundo, como un territorio cultural, de conocimientos, natural y creativo, a sabiendas de que estos rubros son tanto o más productivos que muchas industrias tradicionales.

El movimiento ciudadano que trabaja arduamente para desarrollar estos temas no alcanza aún a catapultar al país como una nación cultural, natural y turísticamente atractiva. El esfuerzo no puede ser de unos pocos, debe ser del conjunto de la sociedad. Las principales áreas productivas de Panamá se relacionan hasta el momento con funciones clásicas de la economía tradicional de la era industrial: comercio y finanzas. Mientras tanto, en muchos otros países se ha ampliado la matriz productiva local, incluyendo las industrias propias de la era del conocimiento en la que vivimos. Estas abarcan desde las áreas de innovación tecnológica hasta las denominadas industrias creativas: las que tienen su sustento en la creatividad, el conocimiento y las culturas locales. La actividad de este sector productivo representa más del 3% del PIB mundial generando millones de empleos. Son industrias que no solo han demostrado tener un mejor desempeño durante las últimas crisis económicas mundiales que las industrias tradicionales, por sus características involucran a otros sectores, generando así un importante ecosistema productivo.

Un estudio que elaboré en 2015, en ciudades como Chitré, Veraguas, Darién y otras durante diversas actividades culturales, evidenció que el consumo promedio de los asistentes superaba los 20 dólares por noche, lo que multiplicado por las casi 20 mil personas que asistieron a todas las actividades, nos habla del importante impacto económico que tienen las industrias creativas. Estos procesos no ocurren espontáneamente. En los países en los que la matriz productiva se amplía al sector de las industrias creativas, se tomaron decisiones políticas, como nación, lo que mejoró la imagen-país ante el mundo. Y esto consolidó nuevos nichos productivos y de mercado, y generó cientos de empleos y emprendimientos. La economía local, así como la calidad de vida, mejoraron notoriamente. Las tasas de violencia se redujeron y se ofrecen nuevas oportunidades, sobre todo, a los jóvenes, muchos de ellos en situación de riesgo. Estas decisiones las toman los Gobiernos y los ciudadanos con sus organizaciones, en busca aprovechar todos estos recursos.

Panamá sorprende a los visitantes que llegan atraídos por el Canal, pero encuentran un país y un pueblo con enormes riquezas, aún no aprovechadas. Lograr que todo el talento creativo panameño, sus historias y su riqueza natural e intelectual genere beneficios para los habitantes de este único país, depende únicamente de tomar las decisiones adecuadas para convertir así a las secuelas negativas de los Panama Papers en un Panamá creativo e innovador.

Panama Papers’, la OCDE y el colonialismo del siglo XXI

Los ministros de Fianzas de Alemania y Francia, cual escualos que olfatean la sangre de su presa herida de muerte, ni siquiera esperaron a que la canciller panameña hubiera terminado de leer el comunicado aceptando los ‘Common Reporting Standars. 'De la OCDE, cuando ya estaban anunciando que esto no era suficiente, pues había al menos 10 requerimientos adicionales que teníamos que cumplir ‘ipso facto '.

Por supuesto que la violación del derecho a la privacidad de las personas, el debido proceso y presunción de inocencia de los panameños y extranjeros residentes o usuarios de nuestra plataforma de servicios ni los hizo pestañear y no es de extrañar.

Si para ellos, que todavía se creen imperios, nosotros no somos más que un puñado de criollos ignorantes y salvajes. Esto lo dejaron muy claro al ordenar públicamente a Panamá a someterse ‘… tan rápido como sea posible ' a estas exigencias; de lo contrario, solicitarán al G-20, como en efecto ya lo hicieron, la aplicación de medidas contra Panamá e impulsarían una campaña de desprestigio a nivel global para ‘… promover que ciertas actividades financieras que se llevan a cabo en Panamá sean despreciadas internacionalmente ', cosa que también están haciendo.

¿Y la violación al principio de la libre determinación y voluntad de las partes reconocido por el Derecho Internacional Público? Ni los hizo bostezar. Esto no es más que una agresión abierta y frontal hacia Panamá, en violación de la carta constitutiva de las Naciones Unidas, de la Convención de Viena sobre los tratados internacionales de 1969 y los principios más elementales del Derecho Internacional Público, como la soberanía, la igualdad jurídica de los Estados y no intervención en los asuntos internos de otro Estado. Es el nuevo Colonialismo del Siglo XXI que viene a reemplazar, con iguales o mayores tendencias totalitarias e imperialistas, a la política del ‘Gran Garrote ' de otrora, pero contaminada ideológicamente por la izquierda europea de la OCDE que promueve Gobiernos paternalistas, ineficientes e impuestos confiscatorios, fortaleciendo el poder del Estado en la misma proporción que debilitan el del ciudadano.

Espero que hayamos aprendido la lección. Cuando impera el interés nacional francés, o de cualquier país OCDE, no cabe el agradecimiento, consecuencia o piedad con aquellos países que como Panamá le ha demostrado solidaridad en momentos difíciles, poniendo incluso en riesgo la seguridad del país, su población y el Canal. La solidaridad demostrada por nosotros ante los ataques terroristas a Paris en nada impidió que el ministro Sapin nos insultara de la forma en que lo hizo y sigue haciendo.

No entiendo cómo todavía seguimos siendo parte de la coalición militar contra ISIS. En la diplomacia la regla número 1, 2 y 3 es siempre velar por el interés nacional, pues los países más grandes solo hacen eso. Y preparemos pues esto no se ha acabado. Falta todavía la otra convención multilateral de la OCDE sobre Base Erosion and Profit Shifting (BEPS) que, si nos la imponen, igual acabará con el régimen de empresas SEM, Panamá Pacífico, call centers y la Zona Libre, entre otros polos de desarrollo de nuestro sector servicios, así que todo parece indicar que estaremos condenados a sembrar bananas.

Panamá no se merece un trato así. El Pueblo panameño no merece ser irrespetado de esta forma. Y, si en efecto el mundo ha cambiado, como dicen algunos por ahí con mentalidad de país bananero, y el estándar internacional de ahora en adelante es no respetar el Derecho Internacional, pues, si de mí dependiera, que obviamente no es así, procedería a desconocer el Tratado de Neutralidad del Canal de Panamá y le diría a todos los barcos OCDE que van a tener que dar la vuelta por el Cabo de Hornos… y se acabó.

Afrontar los problemas del país

Ahora somos más conocidos en el mundo por los informes sobre las actividades offshore, que estamparon el nombre de Panamá, con ventaja y alevosía, para blindar a los verdaderos delincuentes que abundan en todos los continentes. No obstante, ha sido el embajador de Estados Unidos designado en nuestro país, John Feeley, quien ha expresado la más brillante defensa en lo relacionado a los Panama papers. El funcionario estadounidense expresó que nuestra nación ha cumplido en la lucha global para evitar la evasión fiscal. “Panamá es mucho más que papeles”, dijo el embajador.

Aunque el anterior es un problema relevante, que compromete nuestra imagen internacional, lo cierto es que a lo interno tenemos otro mucho mayor, que realmente nos pone en el filo del precipicio, ante la disyuntiva de sobrevivir o morir, me refiero a la sequía. Por ejemplo, un propietario de supermercados y restaurantes me expresó su preocupación por la secuela de calor que azota al país y que afecta la disponibilidad de recursos que la madre naturaleza nos concede para vivir y asegurar la preservación de las futuras generaciones.

La naturaleza pasa factura. No hay tiempo para buscar culpables, porque los exterminadores y depredadores somos nosotros mismos. Pareciese que no hay fuerza humana o divina que abra nuestros cerebros al entendimiento de que la destrucción de nuestro planeta ya camina entre nosotros, y que la humanidad tiene un calendario que señala la fecha de extinción. ¿Aceptaremos, con paciencia oriental, ese fatal pronóstico?

Puede resultar aburrido leer todo lo relacionado al medio ambiente, y cuando se realizan congresos internacionales para tratar el tema, muchos se encogen de hombros, pasan las páginas de los periódicos o cambian de canal. Es una realidad, del día a día, que nos pone en el mapa con una población idiotizada, que pone un ojo en las diversiones paganas y el otro en las payasadas y bufonadas de los políticos que se sacan la mugre mutuamente.

Volviendo a los Panama Pampers (suena mejor esa etiqueta que papers), es necesario señalar una verdad de verdades. Los políticos incrustados o no en los gobiernos, siguen pidiendo comisiones a cambio de favores. Y muchos hombres de negocios se muestran dispuestos a pagar sobornos para evitar la compleja burocracia, lograr apetitosos contratos y eludir el pago de impuestos.

Algo que me llama la atención es el silencio sospechoso de nuestras embajadas y consulados, regados por todo el planeta, con respecto a este tema. En tanto, la Cancillería se ha pronunciado, tímidamente. Rescatar la imagen del país exige que en el exterior se hagan sentir nuestras voces con argumentos más sólidos, para proyectar la imagen de que Panamá sigue siendo “puente del mundo y corazón del universo”.

Panamá de frente

La decisión de Panamá de conversar directamente con Francia, país que nos metió unilateralmente en una lista negra de países no cooperadores, demuestra que este pequeño Estado está dispuesto a solucionar rápido cualquier diferendo y con cualquier nación. Lamentablemente Francia lo ve desde otra perspectiva y en lugar de abrir una conversación franca y serena, se decantó por ‘ordenar ' lo que quiere que se haga. Panamá tiene que mirar con mucho cuidado esta política del país galo. Lejos de amilanarnos, los panameños tenemos que ir de frente. La creación de las ‘offshore ' no es un delito. Lo es la utilización de estas empresas para ocultar fortunas, evadir impuestos o lavar dinero. El que una firma de abogados panameña se haya dedicado a la creación de ‘offshore ' y que también supuestamente haya asesorado a clientes para esconder fortunas, es un delito cometido por esa firma, no por este país llamado Panamá. Así las cosas, no podemos tolerar esta altanería del Gobierno francés y mucho menos dejarnos humillar. Cierto es que somos un país chico, pero en la medida en que nos hagamos respetar, seremos grandes y más grandes que los mismos franceses. Ya lo hicimos con el Canal, cuando recuperamos esta zona bajo el poder de EE.UU., sin disparar una sola bala. Hagamos lo mismo. El apuro trae cansancio. Demostremos que nuestra diplomacia es superior a las bravuconadas de este ministro francés.

Panamá, ¿paraíso fiscal?

Muchos se preguntan cómo es posible que este país sea un paraíso, si los indicadores económicos y sociales de sectores de las capas medias y los de menor ingreso reflejan una realidad más del infierno que del jardín del Edén. Tampoco comprenden cómo puede ser un paraíso fiscal, si tienen que pagar impuestos sobre sus salarios, sueldos o ingresos, y por cualquier transacción que realicen.

No obstante, en el mundo de las finanzas hay países y regiones que, con el objetivo de atraer el capital de las grandes transnacionales, les brindan condiciones favorables y privilegios dizque para promover el desarrollo económico y social de los primeros. Les ofrecen una reducción considerable (si no exención) de los impuestos sobre las ganancias, la exportación de los dividendos, intereses y otras clases de ingresos sobre la transferencia de derechos de propiedad; secreto de información sobre los propietarios de tales empresas y ausencia de limitaciones de divisas (moneda extranjera). Les facilitan bajas tarifas y sencillez en el procedimiento del registro; se les permite utilizar un sistema simplificado de contabilidad y auditoría y no se les obliga a un control anual de auditoría. Además, se les admite que infrinjan la legislación fiscal y aduanera.

En el argot financiero a estos países se les llama paraíso fiscal u offshore (literalmente del inglés “fuera de la costa”). Por lo general, las transnacionales utilizan países pequeños para evadir el pago de impuestos. Actualmente hay cerca de 100 zonas offshore que pueden ser tanto Estados independientes (Andorra, Austria, Irlanda, Luxemburgo, Malta, Singapur) o territorios dependientes (Gibraltar, bajo Gran Bretaña, o las islas de las Antillas bajo autoridad holandesa); así como parte de Estados (provincia de New Brunswick, en Canadá; los estados de Washington y Delaware; el cantón suizo de Zug, o la república rusa de Ingushetia), por decir algunos.

Los paraísos fiscales también se especializan en actividades concretas: para realizar grandes operaciones de exportación-importación; apertura de compañías holding y financieras; para transacciones de negocios; para registrar compañías de inversiones y de seguros.

Hay algunos que consideran a Panamá, después de Hong Kong, como el segundo centro de negocios offshore más grande del mundo, con más de 500 mil empresas y fundaciones que tienen su domicilio en este infierno. Los dueños de barcos registran sus compañías generalmente en Panamá y Liberia, aunque también pueden registrarlas en Gibraltar, Chipre, islas Bahamas y Malta. Las transnacionales aprovechan las transacciones y ningún negocio internacional puede prescindir de utilizar los offshore.

La meta principal de estas corporaciones es obtener ganancia de una mercancía exportada a un paraíso fiscal con el menor pago de impuestos. Para eso, la compañía registrada en uno de estos paraísos (y que forma parte de una transnacional) adquiere los productos al precio más bajo que se pueda fijar, sin despertar sospechas, para luego revenderlos a otra filial que esté en el país de origen o en otro, pero al precio internacional, quedándose con la diferencia, libre de impuestos y del control de las autoridades locales.

En la importación se realiza un proceso contrario: la compañía registrada compra al principio, para sí, la mercancía y luego la vende a su socio mayor en el país de origen a un precio que proporcionará mayor efecto antifiscal. Los precios de transferencia que utiliza casi toda transnacional se establecen fundamentalmente para optimizar la carga impositiva. A menudo se usan las ventajas de los paraísos fiscales al valerse de las firmas registradas como intermediarias comerciales en las estructuras de las transnacionales.

La compañía registrada en el paraíso fiscal puede intervenir como contratista para cumplir servicios jurídicos de marketing, información y otros que reducen la ganancia sometida a impuesto en el país de origen. Es obvio que el negocio offshore es beneficioso para las transnacionales y para los que registran las filiales de estas corporaciones en los “paraísos”, pero influye negativamente en la economía tanto de los países receptores como en los de origen, que pierden una parte de sus ingresos fiscales.

Panamá, progreso y corrupción:

En 1982, el 72% de los panameños nacían fuera del matrimonio. Hace poco este fenómeno aumentó a 80%, según datos de la Organización de Naciones Unidas.

En Panamá, una réplica perfecta de la economía mundial, menos del 2% de la población es dueña del 95% de la riqueza nacional. El Gobierno escondió los bajos niveles educativos de nuestros jóvenes, retirándolos de las evaluaciones PISA. La educación pública es un desastre y gran parte de la privada está en manos de mercachifles.

Un país de gobernantes a cuyas empresas les es más rentable construir obras, que educar al pueblo. Progreso le llaman. Los gobernantes sirvientes del gran capital nacional y extranjero otorgan autoconcesiones de bienes nacionales y endeudamiento indiscriminado. Nuestra nacionalidad está en venta desde hace años, como parte del negociado de políticos y hombres “de leyes”.

País de diputados implicados con narcotraficantes. Un exjefe de nuestro gobierno ha sido y es huésped distinguido de prisiones nacionales y transnacionales. Un presidenciable manipuló leyes, ahorrándose millones en impuestos, al vender su banco familiar. Un expresidente, sin visa a Estados Unidos “por actividades non sanctas”. Otro se salvó de la cárcel por tecnicismos legales (caso Cemis). El último, autoexiliado y prófugo; y su vice en la presidencia. Todo esto ocurrió en solo 27 años y con poco más 3 millones de habitantes. ¡Todo un récord!

Mientras tanto, la agricultura sigue abandonada y el país en subasta, sin considerar los intereses nacionales. Se favorece la minería, las actividades del Grupo Unidos por el Canal, de Odebrecht y de Panamá Ports.

En Panamá el nepotismo es regla. País anárquico de transportes piratas, en el que los gobernantes legislan para atracar al tesoro nacional y mantenerse impunes.

Nos jactamos del crecimiento económico, pero hay una ausencia total de valores y visión de patria. Frente a una iglesia mayoritaria silente, las masas buscan nuevos pastores. A los privilegiados les es más económico darse golpes de pecho en sus templos, que cumplir las leyes y practicar la solidaridad humana.

Olvidamos nuestra historia reciente para beneficio de grupos políticos. Mientras Argentina busca a culpables de crímenes; Guatemala combate la corrupción, desde las calles; en El Salvador un expresidente falleció en prisión, y en Costa Rica varios expresidentes fueron detenidos, acá alardeamos de nuestro crecimiento económico, ignorando a las lacras morales que nos gobiernan.

El presidente del partido en el poder y su socio, protagonista estelar de los Panamá Papers. ¿Por qué nos indignamos? Si somos incapaces de respetar nuestras leyes, ¿por qué esperaban que respetemos las internacionales? Cada pueblo es arquitecto de su propio destino.

¿Cómo enfrentar los ‘Panama Papers’?

Recientes encuestas reflejan el sentimiento popular: No se ha manejado adecuadamente el tema de los mal llamados ‘Papeles de Panamá'. Es tan grave que casi la mitad de la población no tiene idea de qué significan (aunque sospechan que hay algo podrido y mucho billete en medio). Los que sí saben, advierten que afectará la economía y el bolsillo de la mayoría, sobre todo los que menos tienen, el último eslabón de la cadena social, ‘dónde se pegan las pulgas'.

La firma de abogados involucrada en este embrollo no ha sido tocada; existe la percepción de que ha sido protegida por el Gobierno. Hasta uno de ellos, Mossack, tenía pasaporte diplomático. Sus estrechas relaciones con el poder han sido mantenidas, a pesar de que se sospechaba que esto explotaría varios años atrás; inexplicablemente que nadie lo hubiese advertido. Eso ha sido negativo a nivel del Cuerpo Diplomático acreditado en Panamá, que duda del interés oficial de resolver a fondo este caso que tanto daño nos ha hecho, enfocando todo hacia defender a Panamá, olvidándonos de los responsables de lo causado. Lamentable que mi gremio, el Colegio Nacional de Abogados, haya caído en esa trampa.

Todavía hay oportunidad de hacer algo más concreto que cuñas ‘lindas y emocionales' en medios locales e internacionales y artículos que nadie lee en el New York Times , cuando la defensa requiere de algo más de peso, sentido práctico y con el tono grave que la situación amerita.

Propongo:

1. Que el Gobierno separe de sus cargos a quienes tengan relación con los responsables del escándalo. No esperar, caso del cónsul honorario Peter Mossack en Frankfurt, que sean los medios de comunicación los que presionen para que lo haga.

2. Que la vocería del Gobierno en el tema no recaiga en funcionarios que se dediquen a actividades similares a las de la firma vinculada al escándalo. Eso le quita mucha fuerza y credibilidad a la posición panameña.

3. Que el presidente invite a dialogar a todos los expresidentes, donde al menos uno, Ernesto Pérez Balladares, se ha expresado en contra de la acción gubernamental frente al caso.

4. Que se invite por igual a algunos críticos públicos de lo que se ha hecho como lo son Miguel Antonio Bernal y Alvin Weeden, así como a prestigiosos abogados locales que podrían aportar ideas concretas frente a la crisis. El país es de todos y nos corresponde a todos opinar por su bien.

5. Con franqueza debe explicarse al gran público lo que se puede esperar de esta tormenta. Quizá con ello, se podrá generar al apoyo que infructuosamente ha buscado el Gobierno para unificar la opinión pública. Si bien las élites económicas serán afectadas; no deben ser las únicas que deben entender lo ocurrido.

6. Hay que dejar en claro que todo lo descubierto no es nuevo y que no solo uno se dedicaba a hacerlo. El 99.99 % de los panameños no estamos en nada que tenga que ver con evadir impuestos en Francia o Gran Bretaña, ocultar venta de armas a lugares prohibidos y mucho menos en preparar tramas societarias complejas para facilitar que Corea del Norte logre los químicos necesarios para preparar sus bombas de destrucción masiva.

7. Las autoridades que investigan deben dar la seguridad, que lamentablemente aún no dan, de ir al fondo del escándalo, castigando a quienes estén involucrados, sin importar su relación con el Gobierno y que lo que se haga perjudique a otros que andan en lo mismo.

8. Exigir a Mossack Fonseca que enfrente los hechos, nacional e internacionalmente, y aclare su posición, separando los asuntos que le son propios de lo concerniente al país. Hay grandes diferencias.

Como panameño veo venir un sombrío nubarrón sobre Panamá. Estamos a tiempo de retomar el rumbo, aprendiendo de la experiencia. Se requerirá de mucho coraje y valentía para hacerlo. ¡Solo basta pensar y actuar en el pueblo primero! ¡Pero de verdad!.