Por una contratación pública ‘millenial’

Confío en que Panamá tendrá los mejores índices democráticos y de desarrollo del continente en 2035. Resulta una historia de esperanza la que el Leicester City Football Club protagonizó, hace unos días, al coronarse, luego de 132 años de existencia, campeón de la Premier League. Quisiera pensar que a nuestro país le faltan alrededor de 19 años, llenos de decepciones pero, también, de trabajo duro y esfuerzo constante ante adversidades, para colocarse como líder definitivo de la región. Los órganos estatales actuales, lejos de llevarnos a una posición de liderazgo, nos mantienen evitando el descenso a ligas menores, situación en la que se encontraba el mencionado equipo inglés la temporada pasada.

El proyecto de ley 305, que modifica las regulaciones de contrataciones públicas de 2006, puede clasificarse como una clara muestra de la mediocridad existente en nuestro sistema legislativo.

Resulta extremadamente placentero ver cómo se exige un veto al Ejecutivo por temas controversiales como la exclusión de los medicamentos del ámbito de aplicación de la ley y la inhabilitación de empresas condenadas en el extranjero. Estas últimas exigencias, basadas en una promesa de total transparencia, revelan el tipo de sacrificios enigmáticos que corre nuestro gobierno al brindarle al pueblo alternativas impulsadas por velocidad y no por prudencia.

Ahora, somos nosotros, la generación millenial, la que debe ir más allá de estos planteamientos, buscando reformas que satisfagan nuestras necesidades y procuren el bien común. Gracias a la oportunidad que tuvimos de crecer de la mano con el internet y la globalización, y por ser criados como buenos consumidores, cuestionando, absolutamente todo, hoy somos parte de una generación enfocada al emprendimiento.

Estudios del Banco Mundial, publicados en la página de la Autoridad de la Micro Pequeña y Mediana Empresa (Ampyme), revelan que en América Latina hay muchas empresas y poca innovación.

En el caso de Panamá, se señala que “una baja capacidad de respuesta y debilidad institucional en el ecosistema de emprendimiento en la industria de soporte, instrumentos financieros, articulación institucional, mentalidad-cultura y sistema educativo”, provocan un bajo nivel de emprendimiento local, a pesar de que en diarios como El Financiero se diga que Panamá es un lugar ideal para emprender.

Es precisamente, en las reformas a la Ley de Contrataciones Públicas, que encontramos una oportunidad ideal para que suba el nivel de oferta institucional que apoye procesos de articulación y consolidación de marcos normativos para el emprendimiento.

Hace unos cuantos años se desarrolló una iniciativa legislativa en España que buscó, primordialmente, promover la unión del emprendimiento con la contratación pública. Los proponentes se percataron de que su sistema público requiere innovación que puede ser perfectamente aportada por el sector de negocios start-up/emprendimiento.

Este modelo español logró incluir en su ley de contrataciones públicas modificaciones como la posibilidad de que empresas pequeñas pudiesen unirse temporalmente para contratar con la administración pública sin necesidad de formalizarlo hasta el momento de la adjudicación. Esto motiva a que varias empresas pequeñas con objetivos afines acudan a licitar en equipo cumpliendo con la respectiva clasificación.

El principio de igualdad de los proponentes se ve asegurado en el punto anterior al igual que cuando se propuso prohibir la discriminación de contratistas previos, que involucra que cualquier cláusula en pliegos que favorezca a un contratista puede traducirse en la nulidad del proceso.

Esta reforma, de igual manera, hizo posible que se constituyeran garantías por medios electrónicos para así crear mayor flexibilidad a la hora de contratar. En Estados Unidos también existen los set aside programs que apoyan, al momento de licitar, la inclusión de empresas pequeñas con características específicas, como aquellas que son lideradas por mujeres, por ejemplo. Adicional a estas reformas que pudiesen aplicarse en la legislación local, si consideramos que las materias sujetas a modificación del proyecto de ley 305 involucran la capacitación de los servidores públicos en materia de compras públicas, ¿por qué no utilizar plataformas de start-ups, como Ayudinga, para crear material didáctico interactivo para los funcionarios? Más allá de esto, plataformas, como Ubiqua, a través de sus softwares empresariales, pueden optimizar y mejorar la productividad del sistema de licitaciones.

El aumento de patrocinadores de start-ups, como Ciudad del Saber o eventos como el Entrepreneruship Week el año pasado, demuestran que este es un sector de nuestra economía que anhela desarrollarse al máximo.

En otras palabras, el mensaje del proyecto ley 305, aparte de no ser claro al hablar de transparencia, señala que es mejor que una empresa corrupta en el exterior contrate en Panamá antes que aquellas, que aunque pequeñas, fueron creadas con esfuerzo y emprendimiento “del patio”. Por otro lado, está en este proyecto de ley una oportunidad evidente de promover el emprendimiento.

El Estado, al tener los medios suficientes para comprar cualquier producto de negocios imaginable, puede resultar ser un gran cliente, incluso durante recesiones.

La posibilidad de abrirle el paso y, sobre todo, motivar a este tipo de empresas a participar en licitaciones puede llevarnos a dejar una notable administración pública deficiente en el pasado. Más que evitar un descenso en nuestro nivel de competitividad regional i.e., peor es nada, nuestros gobernantes deben siempre aspirar a la excelencia y a los más altos estándares.

Juzgados de injusticia

Cuando los ciudadanos acudimos a los juzgados o tribunales de justicia lo hacemos convencidos de que es el ente competente para solucionar cualquier situación legal pendiente o trámites legales que nos permitan poner en orden propiedades, instancias familiares u otras. Pues, es un órgano público en el que se resuelven litigios bajo su jurisdicción, a través de sentencias fundamentadas en una ‘justicia real, objetiva, eficiente y eficaz '.

Sin embargo, en nuestro país, resulta decepcionante constatar que ese lugar idóneo para encontrar ‘justicia plena ', se torna un fatídico escenario de injusticias, desatinos, incompetencias e indiferencias enmascaradas tras la trillada excusa del error humano. Cuando esas experiencia absurdas e imperecederas son vivenciadas, añoramos ante nuestra impotencia, tener apellidos influyentes, de aquellos que los funcionarios con solo escucharlos, rinden tributos de respuestas y soluciones inmediatas.

La situación recrudece cuando los funcionarios de los juzgados no tienen capacidad de respuestas o peor aún, sus desatinos empeoran la situación. Tal como ocurre en el Juzgado 1° Municipal Civil de Colón, cuando la transcripción de unos expedientes de sucesión testamentaria realizada, supuestamente, por el mensajero de dicha instancia que en ocasiones hace las veces de transcriptor o viceversa, ha dejado una secuela de errores, denotando un servicio judicial chapucero que ha motivado por segunda ocasión el rechazo de las correspondientes escrituras por parte del Registro Público. Dicha instancia, lo ha considerado en ambas ocasiones imperfecto o defectuoso.

Estas incongruencias judiciales impactan emocional y económicamente a quien solicita el servicio, toda vez, que el proceso para el auto de corrección toma aproximadamente dos años, cada vez que dicho documento pasa por la Notaría Segunda acarrea un costo de B/. 90.00; costes de paz y salvo, timbres fiscales (B/. 8.00) por página y costos de reingreso al Registro Público (B/. 10.00) por documento. Cuantas veces el Registro Público rechaza escrituras por defectuosa, se repite la misma ecuación. ¡Realmente, un mendrugo judicial indigerible! Al menos dos veces, la experiencia propia, ha repetido esta nefasta ecuación, ante lo que se ha dado por denotar a modo indulgente como un simple error humano.

Lamentablemente, detrás de muchos errores humanos, en ocasiones, subyacen posturas egoístas y negligentes deliberadas, producto de factores motivacionales o de la organización institucional, al grado que terminan convirtiéndose en violaciones de derechos a terceros. Es entonces cuando, paradójicamente, los errores humanos de servidores públicos judiciales transforman la justicia en injusticia.

En suma, sin pretender mancillar la integridad de nadie, es importante que se enciendan las alarmas y se tomen los correctivos, pues un servidor público brinda un servicio de utilidad social, por lo que tiene y debe beneficiar de manera honesta, íntegra, eficiente y eficaz a todos los ciudadanos, más allá de generar ganancias privadas o ajenas a las percibidas como salario por el trabajo realizado. De hecho, con la complicidad de todos, el clientelismo político, el nepotismo y la corrupción han introducido en nuestras entidades públicas el germen de la ineptitud e incompetencia de algunos funcionarios, como producto de una democracia malsana.

Juzgados de injusticia

Cuando los ciudadanos acudimos a los juzgados o tribunales de justicia lo hacemos convencidos de que es el ente competente para solucionar cualquier situación legal pendiente o trámites legales que nos permitan poner en orden propiedades, instancias familiares u otras. Pues, es un órgano público en el que se resuelven litigios bajo su jurisdicción, a través de sentencias fundamentadas en una ‘justicia real, objetiva, eficiente y eficaz '.

Sin embargo, en nuestro país, resulta decepcionante constatar que ese lugar idóneo para encontrar ‘justicia plena ', se torna un fatídico escenario de injusticias, desatinos, incompetencias e indiferencias enmascaradas tras la trillada excusa del error humano. Cuando esas experiencia absurdas e imperecederas son vivenciadas, añoramos ante nuestra impotencia, tener apellidos influyentes, de aquellos que los funcionarios con solo escucharlos, rinden tributos de respuestas y soluciones inmediatas.

La situación recrudece cuando los funcionarios de los juzgados no tienen capacidad de respuestas o peor aún, sus desatinos empeoran la situación. Tal como ocurre en el Juzgado 1° Municipal Civil de Colón, cuando la transcripción de unos expedientes de sucesión testamentaria realizada, supuestamente, por el mensajero de dicha instancia que en ocasiones hace las veces de transcriptor o viceversa, ha dejado una secuela de errores, denotando un servicio judicial chapucero que ha motivado por segunda ocasión el rechazo de las correspondientes escrituras por parte del Registro Público. Dicha instancia, lo ha considerado en ambas ocasiones imperfecto o defectuoso.

Estas incongruencias judiciales impactan emocional y económicamente a quien solicita el servicio, toda vez, que el proceso para el auto de corrección toma aproximadamente dos años, cada vez que dicho documento pasa por la Notaría Segunda acarrea un costo de B/. 90.00; costes de paz y salvo, timbres fiscales (B/. 8.00) por página y costos de reingreso al Registro Público (B/. 10.00) por documento. Cuantas veces el Registro Público rechaza escrituras por defectuosa, se repite la misma ecuación. ¡Realmente, un mendrugo judicial indigerible! Al menos dos veces, la experiencia propia, ha repetido esta nefasta ecuación, ante lo que se ha dado por denotar a modo indulgente como un simple error humano.

Lamentablemente, detrás de muchos errores humanos, en ocasiones, subyacen posturas egoístas y negligentes deliberadas, producto de factores motivacionales o de la organización institucional, al grado que terminan convirtiéndose en violaciones de derechos a terceros. Es entonces cuando, paradójicamente, los errores humanos de servidores públicos judiciales transforman la justicia en injusticia.

En suma, sin pretender mancillar la integridad de nadie, es importante que se enciendan las alarmas y se tomen los correctivos, pues un servidor público brinda un servicio de utilidad social, por lo que tiene y debe beneficiar de manera honesta, íntegra, eficiente y eficaz a todos los ciudadanos, más allá de generar ganancias privadas o ajenas a las percibidas como salario por el trabajo realizado. De hecho, con la complicidad de todos, el clientelismo político, el nepotismo y la corrupción han introducido en nuestras entidades públicas el germen de la ineptitud e incompetencia de algunos funcionarios, como producto de una democracia malsana.

Con la seguridad pública no se improvisa

Recientemente se publicó un artículo en este medio sobre el tema de la seguridad que no brindó ningún aporte y no es referente ni a manera de crítica constructiva. El artículo 310 de la Constitución Política dicta la norma sobre la que se funda la misión de proteger la vida, bienes y honra de todos los nacionales y extranjeros que habitan en el territorio de la República. A este artículo se suma el artículo 17 de la Carta Magna, donde queda plasmada la obligación de todas las autoridades del Estado elegidas para llevar adelante por obligación y mandato la política de seguridad pública, la interna y la externa. En todas las leyes orgánicas de los componentes de la Fuerza Pública se estipulan claras normas sobre el tópico.

No existe improvisación en la estructura orgánica; cada una de las administraciones en la nueva etapa institucional que comenzó en 1989 fue haciendo su aporte. Fue en la administración del Dr. Ernesto Pérez Balladares que nació la primera Ley Orgánica de la Policía Nacional, con sus respectivos Decretos Ejecutivos de Reglamentación y Jurisdicción disciplinaria. En el periodo de doña Mireya también se dieron avances en la estructura de la Policía, para el periodo 2004-2009 se dieron otros avances en materia estructural, se crearon el Servicio de Fronteras y el Servicio Aeronaval.

Ante la insuficiencia del Decreto 204 sobre disciplina en los estamentos de seguridad, se trabajó en una comisión que brindó luces sobre el tema y cuyo producto fue un borrador de reglamento. Lamentablemente, el encargado de la cartera prefirió archivarlo y no hubo momento para su discusión.

Hay que dar el mérito que fue durante el periodo 2009-2014 que toda la Fuerza Pública recibió los mayores aumentos salariales desde la época de las Fuerza de Defensa en todos los rangos y lo que más críticas causó fue el aumento a los mandos superiores. A mi criterio, este aumento salarial recompensó al mérito. No olvido que cuando se modificó la estructura para crear los dos rangos que reemplazaron los rangos de coronel y teniente coronel se les rebajó el salario.

Sin embargo, los cuadros institucionales como humanos, no son inmunes a todo lo que pasó y que ha salido en estos últimos años. Parte de la cúpula de aquel aparato de seguridad se encuentra tras las rejas, y recomiendo que cada cual realice su propio análisis de esta situación.

La nueva administración 2015-2019 heredo una Fuerza Pública con dos periodos seguidos donde los aparatos de rendición de cuentas parecieran haber sido rebasados por las actuales realidades de penetración de organizaciones que promueven conductas ilegales en su conjunto.

Cuando se está ante tan grandes retos, si vemos los problemas en esta materia en países de nuestra región, algo se tiene que hacer, no se puede esperar que el problema crezca, hay que mitigarlo y neutralizarlo antes de que se salga de control.

Esta es la razón principal de la creación del GIA, hay personal dentro de los estamentos que nos recuerda que hace algunos años monseñor Ulloa dijo que nadie es dueño de la verdad y que esta es la suma de todas las verdades.

No veo por ningún lado en el Decreto de creación del GIA algún artículo que le reste fuerza o que sobrepase la jurisdicción del Ministerio Público. Ningún verbo de acción de las funciones asignadas traspasa jurisdicción. Todo aquel uniformado de la Fuerza Pública tiene muy claro que debe ser, y de hecho es, auxiliar de la investigación y que actúa por habilitación de los fiscales. Son una ayuda para los fiscales, no rivales ni usurpadores de funciones.

La inteligencia como herramienta se adelanta con la información para cooperar con quienes llevan adelante una investigación, o quienes toman decisiones. Lo dejo aquí, por ser un tema profundo. Como herramienta preventiva funciona, siempre y cuando se use bien.

La generación que está al mando ha asumido el reto y la confianza depositada por el señor presidente, será el tiempo el mejor juez y estoy seguro de que lo harán bien. Es hora de que terminen los clanes y los combos, es hora de que la Fuerza Pública siga el camino de la meritocracia y esto solo se logra con un conjunto de acciones apoyadas en normas y por los frenos y contrapesos que se darán producto de la cadena de mando de la nueva unidad. No veo ninguna jerarquía paralela, lo que veo que se busca es que la nueva unidad sea independiente, que no tenga temor de actuar como dice el exjuez Ugaz: ‘CAIGA QUIEN CAIGA '.

No me cabe la menor duda de que el Consejo de Seguridad Nacional será garantía de que la nueva unidad lleve adelante su trabajo y que se prevenga y neutralice cualquier penetración de organizaciones o actores individuales que se mueven en el oscuro mundo de la ilegalidad y del mal.

Sobre la mala administración del recurso humano:

Las negociaciones del nuevo contrato laboral de los capitanes de remolcador del Canal de Panamá duraron 58 semanas y han culminado en estancamiento. El sindicato de los capitanes hizo todo esfuerzo posible para tratar de llegar a un acuerdo de manera honesta y en buena fe, como ordena la ley. Sin embargo, los representantes de la administración mantuvieron una postura invariable en proponer copiar el contrato antiguo que rige desde enero de 2007, añadiendo detrimentos en aspectos disciplinarios y una propuesta económica paupérrima.

Los capitanes de remolcador son hombres y mujeres que han cursado la carrera de oficial de Marina Mercante en una academia marítima o escuela náutica acreditada ante la Organización Marítima Internacional y su convención que establece los estándares de entrenamiento y certificación (STCW). Es un plan de estudio académicamente riguroso, de cuatro años en las aulas, más un año de experiencia en el puente y la cubierta en un barco de la marina mercante.

En este aspecto, un práctico y un capitán de remolcador traen la misma base de estudios; luego uno se especializa en el practicaje, mientras que el otro lo hace en los remolcadores. Cuando un oficial de cubierta avanza sus licencias hasta obtener la de capitán periodo que puede durar al menos dos años y medio de experiencia, escuela y exámenes, la persona ya habrá pasado por un programa de entrenamiento comparable académicamente a una maestría.

En el caso de los capitanes del Canal de Panamá, el programa incluye el desarrollo de un proyecto investigativo, similar a una tesis universitaria.

El gremio de los capitanes de remolcadores del Canal de Panamá trae consigo una lamentable y accidentada historia, desde que la vía interoceánica pasó a manos panameñas. Primero, la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) coartó las aspiraciones del colectivo de conformar su propio sindicato hoy conocido como Unión de Capitanes y Oficiales de Cubierta (UCOC), en el año 2006, al negarse de forma arbitraria a reconocer el nuevo sindicato, y violando así los derechos consagrados en la Constitución Política de Panamá.

Con grandes esfuerzos monetarios y de tiempo, el gremio logró hacer respetar sus derechos ante la Corte Suprema de Justicia, y la UCOC se constituyó formalmente, el 11 de septiembre de 2009, mediante Resuelto de la Junta de Relaciones Laborales de la ACP. Pero, una vez más, el administrador sacudió las bases legales del sindicato ya en vigor, al introducir una demanda de nulidad ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ), en diciembre de 2014. Este absurdo y arbitrario atropello, y gasto de recursos oficiales, fue retirado de la CSJ por la propia ACP en el 2015. Ya desde antes, la ACP mantenía un récord plural de apelaciones ante la CSJ, de fallos de la Junta de Relaciones Laborales que habían resultado favorables para la UCOC en correcta justicia. Esto, con el propósito de debilitar al sindicato económicamente.

Mientras tanto, el fuerte sindicato de prácticos del Canal de Panamá, desde 1999 viene logrando importantes conquistas económicas y laborales para sus agremiados. Hoy en día, cuando faltan escasas semanas para que se inaugure la ampliación del Canal, a la UCOC se le niega la culminación satisfactoria de su primera convención colectiva, y se echa por tierra sus justas aspiraciones.

Como es sabido, el rol de los remolcadores en la operación del Canal ampliado cambia dramáticamente, y la responsabilidad y carga laboral de un capitán de remolcador aumenta en gran medida. Es manifiesto que la ACP insiste en ignorar, injusta e irresponsablemente, esta realidad, a la hora de desempeñarse en la mesa de negociación.

Ahora la responsabilidad pasa a manos de la Junta de Relaciones Laborales de la ACP. Deseo instar a sus miembros y a los que integran la Junta Directiva de la ACP para que corrijan, de forma justa, responsable y honesta, lo actuado por el administrador de manera caprichosa y en perjuicio de uno de los grupos laborales más vitales para la operación canalera.

El laberinto descubierto por ‘los papeles’

Transcurrido un mes exacto del día cuando la OCDE nos calificó como la última trinchera protectora de artimañas para evadir sus impuestos europeos, el tema todavía se discute afanosamente en los círculos oficiales y financieros dentro y fuera del país. El tema, que reverberó en los ambientes más insospechados, apenas principia. Se ha anunciado que en cinco días se difundirá por Internet, para quienes quieran verlos, los 11.5 millones de documentos obtenidos subrepticiamente del ahora mundialmente famosísimo bufete panameño.

Se pone sobre el tapete un aspecto harto conocido sobre la plataforma de servicios que ha caracterizado nuestra política económica desde principios de la República cuando se dice fue alentada, con doble intención, por un prominente abogado de un prominente bufete neoyorkino. Es historia pasada; lo reciente es que nuestra plataforma es querellada por ser primordialmente usada y abusada en perjuicio de la recaudación de impuestos pertenecientes a países del Viejo Continente, recursos necesarios para financiar sus programas sociales y posiblemente aliviar la pesada carga tributaria sobre sus contribuyentes no evasores.

Muchos conceptos legales, financieros y bancarios se han manejado y debatido alrededor del tema en estos treinta días pasados; pero ciento que, si se tratan con alguna ligereza, pueden dejar en el ambiente una dosis innecesaria de confusión porque son términos y conceptos muy técnicos, propios de las profesiones involucradas. Por mencionar algunos: paraíso fiscal, confidencialidad bancaria, sociedades y bancos ‘offshore ', opacidad, evasión, delito fiscal o penal, ‘due diligence ', fundaciones, FATCA, suscriptores, directores, beneficiario final, agente residente, lavado de dinero, impuesto territorial, acuerdo bilateral o multilateral. ¿Somos un paraíso fiscal porque no gravamos rentas extraterritoriales? ¿Y si las graváramos con 1 %? ¿2 %? ¿3? ¿4?

Creo que la gente no tiene claro qué enfrentamos ni a quienes; ni cuál es el legítimo interés nacional a defender. Nos limitamos a acusar los ‘hackeos ' ilegales o a empleados de confianza desleales; puede que así sea, pero sin olvidar que el Servicio de Rentas Internas de EE.UU. giró un cheque por US$104 000 000.00 a un exbanquero que, bajo FATCA, reveló prácticas ilegales del banco donde trabajó, aviso que permitió al fisco estadounidense imponer una descomunal multa al banco denunciado y recobrar los impuestos evadidos. Es evidente que el nuestro es un problema que trasciende las prácticas inseguras de un bufete; ellas solo facilitaron el descubrimiento.

Entonces nos enfrentamos a países que han tomado nota de la magnitud de los ingresos tributarios perdidos vía la opacidad de sociedades y bancos ‘offshore ', pero que, al mismo tiempo, son acusados de mantener altas tasas inverosímiles de imposición que impulsan a sus contribuyentes a refugiarse en paraísos fiscales que ellos mismos combaten. La OCDE no es un organismo formal, pero es asesor directo del G20 y este desde hace buen tiempo viene concentrando su atención en los problemas del secreto bancario, la evasión tributaria y los paraísos fiscales.

Últimamente esos países del G20 han decidido actuar armónicamente con más energía, siguiendo el ejemplo del FATCA. El dilema de Panamá no está en la patética sugerencia de retorsión contra Francia o prohibir el paso por el canal de barcos alemanes o italianos o españoles, etcétera; está en enfrentar con autenticidad y juicio el mundo de hoy, que no es el Panamá inocentón e incauto de principios del siglo pasado.

Difícil desafío que enfrenta el Comité ad honórem de Expertos recién nombrado por el Ejecutivo para sugerir vías que nos permitan salir del entuerto de manera satisfactoria para todos. Los ‘Papeles ' son un laberinto, porque conocimos la entrada, pero el sendero no está alumbrado. No sabemos por donde está la salida.

Rousseff y Lula anuncian ayuda social

A contrarreloj, la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor, Luiz Inácio Lula Da Silva, intentan acercarse a sus bases de izquierda. El Partido de los Trabajadores (PT) pretende retomar la relación con los movimientos sociales que históricamente han orbitado a su alrededor para la nueva fase que se avecina: una en la que, previsiblemente, el mayor partido de izquierda de Latinoamérica vuelva a la oposición tras 14 años en el poder.

En un discurso ante los sindicalistas para celebrar el 1 de mayo en Sao Paulo, la presidenta de Brasil aprovechó el que podría ser su último gran acto masivo antes de dejar su cargo para anunciar un reajuste del 9% en Bolsa Familia, el programa social símbolo de la era del PT, además de nuevas fases del programa de vivienda Minha Casa, Minha Vida y ventajas fiscales para clases medias y bajas. Lula no hizo discurso público para, según fuentes del Gobierno, “no quitar protagonismo” a Rousseff.

El día 11 de mayo está prevista la votación del proceso de destitución en el Senado, que probablemente suspenderá temporalmente a la presidenta y abrirá camino para que el vicepresidente Michel Temer asuma el cargo. Los senadores tendrán entonces 180 días para analizar las acusaciones contra Rousseff –hasta el momento, se resumen a delitos fiscales– y votar a favor o en contra de la destitución definitiva.

El acto del domingo en Sao Paulo era, como siempre, una marea roja (el color del PT), pero la asistencia fue menor que en otras manifestaciones de semanas anteriores y se respiraba un cierto aire melancólico. Rousseff, de blazer rojo, subió al palco para repetir que no está acusada de corrupción y que los delitos fiscales de los que se le acusa los cometieron también sus antecesores. “Este golpe no es solo contra mí y contra la democracia, es contra las conquistas de los trabajadores”, subrayó, en referencia a posibles cambios en el salario mínimo y las pensiones. “Voy a resistir y luchar hasta el fin. Estoy aquí el 1 de mayo porque es un día de resistencia”, afirmó Rousseff. “Se trata de defender un proyecto que votaron 54 millones de personas”.

Los reajustes de Bolsa Familia y las tributaciones de clases desfavorecidas anunciados por Rousseff se han topado hasta ahora con la resistencia por parte del Tesoro brasileño, dada la mala situación de las cuentas públicas, pero la evaluación política concluyó que eran necesarias como gesto de despedida de Rousseff. En el caso de Bolsa Familia, hay muchos especialistas que defienden la corrección, debido a la inflación del 10% que viene afectando a Brasil en los últimos dos años. El programa, del que se benefician 13.8 millones de familias y es uno de los responsables de la reducción de la pobreza en el país desde la década pasada, no se reajustaba desde mayo de 2014. Creado en 2005, el programa se transformó en un puente entre el PT –un partido mayoritariamente de clase media y fuerzas sindicales– y los más pobres. La consagración de Lula en la presidencia hizo que uno de los ideólogos del partido, André Singer, bautizara el fenómeno como “lulismo”.

Irónicamente, la defensa contra la destitución, que el partido y sus aliados clasifican como “golpe” por juzgar que las acusaciones contra Rousseff son demasiado frágiles, ha servido como principal galvanizador de las izquierdas en torno al PT de nuevo. Desde el mes pasado, los líderes del PT y sus seguidores reúnen a miles de personas en la calle en defensa del Gobierno. A pesar de ser menores que las multitudinarias marchas a favor de la destitución, demuestran que todavía tienen poder de movilización.

El nefasto proyecto de ley 305

En Panamá, muchos indolentes, mediocres e irresponsables se refugian en el voto popular. Aquí los presuntos dirigentes prefieren ver su bolsillo lleno antes que actuar con responsabilidad, honestidad y transparencia; no combaten la corrupción. Es la misma camarilla que siempre escudriña entre la pobreza del pueblo, prometiendo honradez, transparencia y honestidad, la que hoy se desviste ante la luz pública, al aprobar el nefasto proyecto de ley 305, que modifica la Ley 22 de 2006 sobre contrataciones públicas, y que admite, permite y fomenta la corrupción de capitales extranjeros provenientes de empresas sancionadas por actos de corrupción comprobada.

Nuestro país está en decadencia debido a la politiquería y la rebusca de quienes tienen la oportunidad, en detrimento de los ciudadanos inscritos o miembros de esos partidos políticos y del resto de los panameños que guardan silencio. Vivir bajo la cultura del miedo es ser esclavo de nuestro pensamiento. Es preciso que del pueblo fluya la voz de protesta, que las Iglesias se manifiesten, que las organizaciones sociales y los gremios se expresen con sinceridad y claridad, salvo que se arropen con la misma sábana de la Asamblea Nacional. Aún desconozco la opinión diáfana, sana, sincera y contra la corrupción por parte del contralor general, Federico Humbert; de la procuradora de la Nación, Kenia Porcell; del procurador de la Administración, Rigoberto González, y del defensor del Pueblo, Alfredo Castillero Hoyos.

Si la maquinaria del Ejecutivo continúa construyendo los caminos para que transiten los diputados de la Asamblea Nacional y los miembros de la Corte Suprema de Justicia, las carreteras de la corrupción serán más amplias. La aprobación del perverso anteproyecto de ley 305 deja entrever que si el gobierno de Martinelli dejó más de 25 mil millones en deuda, el de Varela duplicará la cifra y los “fugitivos” serán más.

Fueron solo siete diputados, armados de valor e hidalguía, los que se atrevieron a oponerse al Ejecutivo y a su línea de permitir contratar a empresas embarradas en actos de corrupción en otros países. Fueron ellos: Ana Matilde Gómez (independiente), José Antonio Domínguez (panameñista), Juan Carlos Arango (Partido Popular) y los perredistas Leandro Ávila, Javier Ortega, Iván Picota, Néstor Guardia y Zulay Rodríguez.

Siento vergüenza ajena, pero es vergüenza pública. Es hora de que el presidente Varela demuestre la honestidad de su gobierno, devuelva a la Asamblea ese nefasto anteproyecto de ley, haciendo las correcciones que corresponde, para demostrar que la corrupción es repudiada, venga de donde venga.

El malestar en nuestra tributación

El sistema tributario general de Panamá es profundamente atractivo para la inversión extranjera y competitiva a nivel regional. Nuestro tipo imponible de ISR es menor al promedio regional, el IVA es el más bajo, carecemos de tributación provincial y la tributación municipal es mínima. No hay en Panamá impuestos heterodoxos como el impuesto a las transacciones financieras que existe en otros países y los intereses sobre depósitos bancarios están exentos. Sin embargo, ese mismo sistema atractivo hacia fuera, adolece hacia adentro de graves distorsiones que promueven injustas desigualdades.

Una de las causas del desequilibrio tiene mucho que ver con los debates recientes. Se trata de que el marco legal existente del ISR de fuente territorial, permite que también el Fisco de Panamá sea evadido por contribuyentes sofisticados que utilizan vehículos corporativos opacos de refugios fiscales, para no aportar la porción justa de su impuesto. Sobre este tema ya habíamos adelantado algunas ideas en artículo del 12 de noviembre del año pasado, el cual puede ser consultado en el siguiente vínculo:http://laestrella.com.pa/opinion/columnistas/necesita-convenios-intercambio-informacion-tributaria/23903378.

En esencia el asunto se resume a que ciertos contribuyentes de alto nivel económico, se benefician de la opacidad de los refugios fiscales como BVI, Bahamas, Belice, Islas Caimán y otros, con el objeto de crear mecanismos para reducir su pago del impuesto en Panamá.

Las fórmulas son variadas. Es posible crear desde esas jurisdicciones gastos ficticios para los contribuyentes panameños, mediante sociedades controladas por el propio contribuyente de Panamá, que facturan contra el contribuyente de Panamá y ayudan a reducir su base gravable, mediante la deducción de esos gastos.

La situación actual permite que se utilicen mecanismos de triangulación para interponer ‘traders ' controlados por el propio contribuyente de Panamá, el cual, en un ejemplo un poco simple, importa desde Asia a 20, revende para Panamá en 90, deja 70 en el refugio fiscal sin pagar impuesto, luego en Panamá el contribuyente de Panamá vende al consumidor final en 100 y le reporta al Fisco ganancia de 10, cuando quizás realmente tuvo una ganancia de 80.

Incluso es posible organizar préstamos falsos desde el extranjero mediante compañías vinculadas al contribuyente de Panamá, a intereses muy altos fuera de mercado, pagaderos desde Panamá, para generar deducciones altas de gasto financiero que reducen el impuesto en Panamá, a pesar de las retenciones, y trasladan parte de la renta a refugios fiscales con nula o muy baja imposición. Este esquema resulta mucho más eficaz para la evasión cuando lo combinan con el uso de incentivos fiscales que permiten pagar intereses al extranjero sin retención.

La herramienta más útil para combatir estas prácticas son los convenios de intercambio de información tributaria con los refugios fiscales. A través de ellos la DGI podría tratar de conocer quiénes son los beneficiarios finales de las sociedades de esas jurisdicciones que tienen transacciones con los contribuyentes de Panamá, conocer si de verdad tienen sustancia económica y asegurarse de que no son pantallas para la evasión. Con esa información podría la DGI aplicar mejor sus otras herramientas de control como la normativa de evasión fiscal y las reglas de precios de transferencia.

Estas medidas de mayor transparencia tributaria internacional ayudarían a Panamá a mejorar su recaudación para atender las necesidades públicas, cerrando estos espacios de evasión que usan, sobre todo, los grandes contribuyentes.

Hoy en día Panamá no tiene los convenios mencionados. Por ello, la DGI tiene limitadas las herramientas para combatir estas prácticas que no solo son ilegales sino que son éticamente cuestionables, especialmente por cuanto son una típica ilustración de la desigualdad del sistema, dado que, por contraste, colocan en una situación de clara desventaja a una cantidad importante de contribuyentes, en especial personas naturales, a quienes se les descuenta el impuesto en el salario y carecen de estas opciones de reducción del impuesto.

La desigualdad del sistema también se refleja en el hecho de que, pese a que el sistema general es competitivo, dentro de Panamá existen múltiples regímenes especiales que hacen que una serie de contribuyentes paguen todavía menos. El ejemplo cumbre está en la exoneración del impuesto sobre la renta para los puertos y los suplidores de naves que cruzan el canal. Se trata de la explotación de nuestra posición geográfica, la riqueza de la zona de tránsito debiera aportar para ayudar a las provincias, por lo tanto, estas exoneraciones sobre negocios exitosos carecen de sentido de justicia.

El Nobel Joseph Stiglitz ha escrito: ‘Para que los mercados funcionen como se supone que tienen que hacerlo, tiene que haber una adecuada normativa gubernamental. Pero para que eso ocurra, hemos de tener una democracia que refleje el interés general, no intereses especiales ni simplemente a los de arriba '. ( El Precio de la Desigualdad , Madrid, Taurus, 2012). Coincido con ese enfoque. Por ello pienso que es hora que el marco normativo panameño permita que Panamá tenga convenios de intercambio de información tributaria con los refugios fiscales, a la vez que vaya reduciendo los regímenes especiales. Esta es una excelente vía para caminar hacia una sociedad más igualitaria, poniendo al pueblo primero.

Los juegos de Panamá:

Los Papeles de Panamá han dejado en evidencia al menos tres cosas. Primera, que la información fue ilegalmente obtenida; segunda, que probablemente haya sociedades offshore involucradas en actos ilícitos; tercera, que el estado de cosas generado por la divulgación de información ha desbordado la capacidad de acción y/o de respuestas de las autoridades ante el país que anunció inmediatas medidas contra Panamá.

Sobre los dos primeros se ha escrito y comentado bastante, y ya se adelantan investigaciones formales sobre ello. Sobre lo último, quisiera emitir algunas reflexiones. Al menos por la forma en que se han dado las cosas con Francia, pareciera que estamos en presencia de lo que en teoría de juegos se conoce como el juego del halcón y la paloma. La situación es más o menos la siguiente: Hay un conflicto que enfrenta a dos jugadores, los cuales pueden realizar dos cursos de acción posibles: responder de manera agresiva (halcón) o cooperar (paloma). Los jugadores halcones siempre atacan, hasta que la contraparte es herida o se retira; los jugadores palomas farolean, hasta que el halcón ataca, y entonces se retiran ilesos.

Hay, por tanto, cuatro posibilidades: Halcón-halcón, halcón-paloma, paloma-halcón y paloma-paloma. Tras la publicación de los Papeles, la respuesta francesa fue inmediata: Panamá volvería a una de esas listas en las que nadie quiere estar. Se trata, evidentemente, de una respuesta típica de un jugador halcón. Y esto, de plano, tiene interesantes consecuencias.

En los juegos del halcón y la paloma, el jugador que inicia la partida tiene ventajas, pues, de seguro, asumirá la estrategia halcón, ya que la matriz de pago le favorecería; a menos que la contraparte asuma igual estrategia. ¿Qué opciones tiene Panamá? Obviamente dos: Responder como halcón, o responder como paloma.

En algún momento, el presidente de la República respondió anunciando posibles medidas de retorsión contra Francia. Esta sería una respuesta halcón. Por lo tanto, la inicial respuesta panameña implicaba una solución halcón-halcón al juego; es decir, una solución con la más desfavorable matriz de pago. Dado que las probabilidades de éxito panameño en esa estrategia son al menos en sentido bayesiano pocas o iguales a cero, recurrir a una estrategia halcón no era lo más razonable; al parecer la contraparte francesa era consciente de ello, por lo cual implícitamente mantuvo su posición halcón cuando respondió que no le preocupaban las medidas panameñas. Es decir, pese a que la estrategia halcón, halcón comprende una matriz de pago menos atractiva, era ventajosa para Francia. Moraleja: Un halcón no renuncia a su condición de halcón, no si está ante una paloma.

Las opciones panameñas, por tanto, son realmente limitadas. De hecho, la posición original ha pasado de halcón a paloma, aunque manteniendo algunas posiciones más próximas a lo primero que a lo segundo, v.g., intercambios de información bajo estándares OCDE, pero de manera bilateral. En síntesis, las opciones para Panamá implican un auténtico dilema que se puede enunciar así: Independientemente de si coopero o no coopero, saldremos afectados. Posiblemente la salida paloma implique menos afectaciones. Habría que esperar cómo se comporta el halcón francés, aunque la moraleja es clara. Al margen de ese comportamiento, lo que no debemos esperar, es que Panamá salga ilesa de todo esto.