¿Adónde va Panamá?:

Desde hace mucho sostengo que el problema fundamental de Panamá es de naturaleza política. Por supuesto, no me refiero a que es un problema que resolverán los que han adquirido conciencia social de sí y para sí, al autodenominarse “clase política”.

El problema de Panamá se resume en una situación en la que el desarrollo de su potencial económico y social está en crisis. No hay ningún dato que indique claramente que este país va hacia una situación social mejor. Hay indicios, sospechas, pero nada de rigor científico. Por lo que aprecio, esta circunstancia no es entendible para la “clase política”. Y no todos los políticos, en el sentido aristotélico, pertenecen a la “clase política”.

Si no se resuelve la crisis, en el peor de los casos el Estado está en peligro de garantizar su existencia. No es ficción, la historia es larga, pero pensemos en Irak, Siria, Yugoslavia, y no se olviden que Alemania se recuperó hasta la década del 80 del siglo pasado, y que después tuvo que enfrentar la reunificación. Claro, es poco probable que Panamá atraviese por semejantes situaciones, pero sí es posible que el país que conocemos ahora sea distinto de aquí a una generación.

La economía es el sustento material de una nación. La nación se conforma por un grupo de grupos de interés económicosocial que busca articularse por medio del control del Estado. En ese sentido, el problema de Panamá es que los grupos que buscan articularse no encuentran fácilmente el común denominador porque el Estado se presenta difuso.

El problema de Panamá es político porque el Estado es un concepto político. El Estado es una organización social, económica, con política soberana y coercitiva conformada por instituciones en un territorio determinado. No estamos en la época dorada de Grecia. Hoy día el Estado debe ser reconocido por la comunidad internacional y debe estar sujeto al derecho internacional.

¿Cuál es la organización social, económica, la política soberana y coercitiva que, por medio de instituciones operativas, garantizaría la funcionalidad de algo llamado Panamá, como ente, como proyecto de desarrollo socioeconómico sostenible en el territorio nacional?

En este contexto, el concepto de organización coercitiva no debe preocuparnos. Es un asunto de la necesidad de reglas claras, de instituciones adecuadas para el desempeño de iniciativas para el progreso social.

¿Cómo podría calificarse la operatividad de las instituciones en Panamá con todos los escándalos que deben enfrentar ante la comunidad nacional e internacional? ¿Cuál es el territorio nacional de un país que atraviesa serios problemas producto del manejo “extraterritorial” de su economía que sirve de plataforma de servicios internacionales?

Claro, no olvidemos que hasta hace poco recuperamos la plena soberanía del territorio nacional. Solo han pasado 16 años en contraste con un proceso que inició (en la economía internacional) en 1501, transitando por la época del ferrocarril y del oro de California, conocidos por el “Escándalo de Panamá” en la época del canal francés, siendo famosos por los sucesos que llevaron a nuestra necesaria separación de Colombia, que sirvió para que se construyera el Canal. No olvidemos la época de la dictadura militar en la que finalmente se destacó Noriega; después hicimos fama con la invasión. Es increíble, pero aún hay panameños ofendidos por el nombre de marca Panama Papers.

Las naciones no crean el nacionalismo, el nacionalismo a veces inventa a la nación. El nacionalismo es una ideología. Puede ser sustentada por razones económicas, étnicas, por populismo o criterios religiosos muy en boga en la actualidad. Muchas personas inteligentes e influyentes están de acuerdo en que es necesario redefinir o definir a Panamá con urgencia. Por supuesto, hay muchos panameños y ciudadanos del mundo que preferirían no discutir nada sobre este asunto. ¿Cómo vamos al grano sin retóricas redundantes? Ya se han propuesto muchas iniciativas de visión país, pero todas han fracasado. Si no, cómo explicar dónde estamos. ¿Alguna idea?.

Francia enemiga de Panamá

Hollande y Sapin carecen de las agallas de Teddy Roosevelt. Ellos solo tienen la arrogancia de Luis XVI y del incorruptible Robespierre antes de ser guillotinados. Pétain y Bunau Varilla están encarnados en Hollande y Sapin al igual que los banqueros, empresarios y abogados corruptos que llevaron al descalabro el canal de Ferdinand de Lesseps en el istmo panameño.

Los papeles de PANDORA surgen en relación con el acto de ampliación del Canal panameño. Francia nunca superó el fracaso escandaloso que tuvo en Panamá en el Siglo XIX y el resentimiento hacia nuestro país aflora en los gobernantes mediocres que hoy la dirigen. Los logros obtenidos con la épica de la Soberanía al vencer al Coloso del Norte jamás los pueden asimilar. Panamá hoy administra el canal con eficiencia y lo ampliamos con decisión y valentía.

Varela es un presidente anodino sin el coraje y determinación de un estadista, en él es nulo el sentido de latencia y además le falta la acción oportuna que caracterizó a Roberto F. Chiari cuando rompió relaciones con los Estados Unidos, así como la habilidad de Omar Torrijos de involucrar al mundo en las negociaciones canaleras.

La agresión de los papeles que nos acosa desde Washington, París y Berlín demanda una respuesta contundente.

El caso del país galo amerita retirar la embajadora que tenemos allí y suspender toda relación económica. Llamar a la Cancillería al embajador de Francia y exigir de su Gobierno respeto a nuestro país y solicitarle la salida inmediata del país. La denuncia en los organismos internacionales de la intervención francesa contra nuestra soberanía es obligante.

La ausencia de liderazgo de los actuales mandatarios panameños obliga a la sociedad civil como a los gremios empresariales, profesionales, sindicales, entidades religiosas y políticas a una convocatoria urgente que organice un frente cívico de unidad nacional que recomiende las acciones enérgicas que proceden, así como rechazar con dignidad y honor el acoso de las potencias que solo desean ponernos de rodillas ante sus intereses.

Los acusados de corrupción y las auditorías forenses

Cada vez que alguno de los implicados en los casos de corrupción del gobierno anterior es interrogado por cualquier medio de comunicación social o cuando sale de una fiscalía, aduce que es víctima de auditorías amañadas y que las mismas no son competentes.

Rebuscan todo tipo de argumentos para cubrir la cantidad de delitos que hoy los catalogan en la picota pública como los más perversos administradores de un gobierno que solo se dedicó a esquilmar los fondos públicos.

Estos nuevos ricos, que deben reportarse periódicamente, saben que las investigaciones para deslindar sus culpabilidades se fundamentan en los resultados de auditorías forenses que profesionales idóneos, especializados en esta prácticas, los vinculan a ilícitos.

Se han descubierto numerosos casos, como sobreprecios en la compra de materiales y equipos, a la vista de todos los ciudadanos que esperan la certeza del castigo, porque además están ligados a los montos altísimos de la deuda pública.

Los análisis de los auditores forenses merecen todo el respaldo de los superiores y del público en general. Estos se orientan a la investigación de los perpetradores de un crimen económico. Es una auditoría especializada para descubrir los fraudes y actos presumiblemente ilegales.

Las quejas de los implicados, como los exdirectivos de pequeñas y medianas empresas, exministros de Educación, de Seguridad y otros, sobre las auditorías forenses a las que han sido sometidos, son injustificadas. Pasan también por el tamiz de la Contraloría General antes de parar a manos de un fiscal.

No solo se percibe que cometieron delitos. Las auditorías forenses, que no son unas auditorías corrientes, evidencian la práctica del dolo, cuya penalidad es determinada por los jueces. Cuantifica los fraudes financieros con base en técnicas precisas para combatir el delito y trabajan estrechamente con la aplicación de justicia, construyendo pruebas periciales.

En consecuencia, los lamentos de uno y otro encausado, como son los anteriores directores de la Caja de Seguro Social, envueltos en más de una docena de procesos, no tienen cabida ni son excusa alguna para ocultar sus delitos.

Presidencia de la Asamblea, transfuguismo y oligarquía

Apenas terminada la Segunda Legislatura del Segundo Período Legislativo de la Asamblea Nacional, el pasado 30 de abril, ya se han iniciado los primeros escarceos políticos tendientes, supuestamente, a definir las candidaturas de las respectivas fracciones parlamentarias para la Presidencia del Tercer Período Legislativo a iniciarse el próximo 1 de julio del presente año. Luego de que en la fase anterior el diputado Rubén De León, junto a cinco colegas suyos, en un acto de transfuguismo legislativo, lograran alcanzar la Directiva del Primer Órgano de la República de Panamá.

Sin embargo, aunque es definitivo para muchos nacionales que esta decisión no se toma en las bancadas legislativas de los partidos políticos representados en el Parlamento ni mucho menos por los órganos directivos de las entelequias políticas llamadas Partidos Políticos. Lo que no está del todo claro para el panameño de a pie es ¿qué papel juega y por qué se produce el transfuguismo político, así como ‘qué pito toca' la oligarquía en este aquelarre político? Para decirlo de la forma más transparente posible —en el sentido estricto del concepto y no en el uso fabulesco y ‘cosmético ' que lo utiliza el presidente de la República— las presidencias y decisiones fundamentales de los otros dos órganos de Gobierno y del Tribunal Electoral, pasan por el tamiz del ‘inquilino ' del Palacio de las Garzas, en otras palabras, las decide el primer mandatario de la Nación.

¿Cómo puede el regente del Órgano Ejecutivo, con una exigua minoría parlamentaria de 16 diputados (22 %) de un total de 71, obtener el control de la Asamblea Nacional sin afectar el régimen democrático fundamentado en la independencia y separación de funciones de los órganos de Gobierno? Sencillamente fomentando el transfuguismo a cambio de las dádivas y canonjías a los saltimbanquis electos en el Parlamento.

La Asamblea Nacional que debiera ser ‘un órgano político colegiado de carácter representativo en cuyas potestades recaen las funciones que aseguran la institucionalidad democrática, tales como la creación de leyes, el control de los actos de los gobernantes y la representación de la sociedad al capitalizar la soberanía nacional ' (Vargas y Petri: Transfuguismo 2010); ha devenido en un apéndice del Órgano Ejecutivo, expresándose dicha condición mediante el transfuguismo parlamentario, el cual se define doctrinalmente como ‘la acción de ubicarse voluntariamente en una posición representativa distinta a la pretendida por el partido o formación en cuya lista (papeleta) se presentó ante los electores… bien desde el inicio del desempeño del cargo público representativo (diputado) bien posteriormente a causa de un cambio de grupo ' (ibis).

Esta especie de degradación de las funciones del diputado panameño ocurre porque la oligarquía que reasumió el poder tras la invasión estadounidense de 1989, encontró muy conveniente para sus intereses políticos y para acrecentar las fortunas de sus ‘clanes ', dejar incólume la Constitución de 1972 —a pesar de haberla denominado constitución militarista — que privilegia el poder Ejecutivo por sobre los otros dos órganos de Gobierno, situación conocida popularmente como el excesivo presidencialismo.

De manera que, a contrario sensu de la opinión pública, no son las fracciones parlamentarias ni la propia Asamblea Nacional como institución, tampoco las entelequias políticas oligárquicas mal llamadas partidos políticos, los que van a decidir el futuro de la Presidencia de la Asamblea Nacional en el próximo período legislativo, sino la fracción de la oligarquía en el poder, cuya cabeza política lo es el presidente de la República.

Los objetivos de Mossack Fonseca

Ya se sabe que el diario alemán Süddeutsche Zeitung y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (CIPI) mantienen íntima relación con el núcleo de poder en Washington; que la mayor parte de estos ‘periodistas ' no se dedica a la investigación, sino a las denuncias de delitos financieros; que jamás el CIPI ha criticado crímenes fiscales y financieros de EE.UU.; que el CIPI tiene los Papeles MossFon desde agosto de 2015, los cuales fueron sustraídos y no pirateados, y que solo divulgan los documentos que pretenden incriminar prioritariamente a los enemigos de EE.UU. y a otros, en menor escala y sin mayor importancia, de sus ciudadanos y socios.

La revelación, parcial e interesada, de los Papeles Mossack-Fonseca ( MossFon ) tiene los siguientes objetivos:

1. Crear una estampida de los capitales hoy amparados en refugios no anglosajones hacia el complejo de paraísos fiscales de EE.UU., Inglaterra, Holanda e Israel, donde gozarán de absoluta inmunidad, garantía y protección, condiciones ausentes en sitios de Europa, Latinoamérica, el Caribe, Asia y África.

2. Desprestigiar a los enemigos de EE.UU., como Rusia, China, Siria, Irán, Venezuela (Vladimir Putin, Bachar al-Assad y Mahmud Ahmadinejad, Chávez-Maduro, etc.) para provocar estremecimientos que puedan cambiar sus estructuras políticas en favor de Occidente.

3. Desestabilizar a los países emergentes y a los posibles líderes que conformarían un mundo multipolar, como Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS).

4. Construir un bloque regional para oponerse a la Alianza Bolivariana de las Américas (ALBA).

5. Echar las bases de un Nuevo Orden Internacional bajo EE.UU.

Sería ingenuo pensar que estos objetivos puedan lograrse sin la intervención de los servicios de inteligencia proclives a EE.UU.

El primer objetivo —estampida de capital— se produce a raíz de la desconfianza en el supuesto mal manejo de Mossack-Fonseca y, por extensión, de otros offshores no anglosajones, cuyos cuentahabientes mudarán sus fondos a EE.UU. La firma panameña es casi un jugador irrelevante en el escenario global de los Rockefeller, George Soros, Rothschilds, que manipulan sus títeres tras bambalinas.

Según artículo en Rebelión, ‘toda esta operación mediática titulada como Panama Papers trata más bien de una maniobra de ‘shock' para que los grandes capitales se vean obligados a trasladar sus capitales a una zona segura y así, de paso, eliminar cierta competencia que pueda haber '.

Conforme al periodista y experto financiero alemán Ernst Wolff, ‘el escándalo de los llamados ‘papeles de Panamá', es un intento de redirigir los grandes flujos financieros de las zonas ‘offshores' o paraísos fiscales hacia EE.UU. ', (Resumen Latinoamericano / RT/ 5 de abril de 2016).

‘Lo que está sucediendo ahora es que EE.UU. está tratando de secar ciertos paraísos fiscales para presentarse a sí mismo como el nuevo y mayor paraíso fiscal del mundo ', afirma el periodista.

Mientras tanto, en territorio estadounidense está vigente un secreto bancario ilimitado, y los estados de Nevada, Dakota del Sur, Wyoming y Delaware son ‘paraísos fiscales absolutos ', explica Wolff, añadiendo que, tras este escándalo, multitud de individuos y corporaciones retirarán sus fondos de las compañías offshore para redirigirlos a los dos primeros estados.

Se estima que en los offshores hay depositados alrededor de 30-40 billones de dólares y que EE.UU. está interesado en redirigir estos fondos a su país para reflotar su alicaída economía.

Esta estampida multibillonaria tiene sus antecedentes en la huida del gran capital que entró en pánico por causa de la Depresión de 1929 y se refugió en EE.UU.

Según Thierry Meissan (Voltaire), fue la jefa del Comité de Consejeros Económicos del presidente Barack Obama, la historiadora Christina Romer, quien sostuvo la tesis de que lo que sacó a EE.UU. de la recesión de 1929 ‘no fue el ‘New Deal' de Roosevelt ni la Segunda Guerra Mundial, sino la afluencia partir de 1936 de los capitales europeos que huían del aumento de los peligros '.

El temor de los dueños a perder sus fortunas hizo que las trasladaran al lugar más seguro, y el operativo MossFon no tiene otro fin que destruir los paraísos fiscales no anglosajones.

La tesis de Romer está en la base de la política económica de Obama, quien ‘actuó para cerrar todos los paraísos fiscales que no están bajo control de Washington y Londres ' y después, ‘organizó la desestabilización de Grecia y Chipre para que los capitales europeos fueran a refugiarse en los paraísos fiscales anglosajones '

El Canal ampliado y su relación con la excelencia y la transparencia

Rómulo Escobar Bethancourt, negociador principal de los Tratados Torrijos–Carter por Panamá, también fue presidente del Comité Ejecutivo del Partido Revolucionario Democrático, junto a Alfredo Macharaviaya, Carlos Ozores, Ramiro Vásquez Chambonnet y mi persona, en la década de 1980.

Disfrutábamos cuando nos contaba pasajes de tan importante e histórica negociación. De tantas anécdotas, recuerdo una que según dijo ocurrió cuando iniciaron la discusión de los aspectos económicos del tratado. La delegación estadounidense, con tono inusual y poca diplomacia, les hizo saber lo siguiente: “Como negociadores de parte de Estados Unidos de América, formalmente les comunicamos que nos está prohibido, por legislación vigente de nuestro país desde la construcción del Canal, disponer o comprometer sus ingresos o utilidades en otros gastos o inversiones que no sean para mejorar su operación o el mantenimiento del Canal y de la zona adyacente”.

Y como negociadores les estaba prohibido tocar ese tema frente a la delegación que Escobar Bethancourt presidía. No obstante, ante esa dura posición en contra de nuestro país, él pidió un receso y llamó al general Omar Torrijos, quien de inmediato les autorizó regresar a Panamá en el primer avión que encontraran. Así lo hicieron. Pero al llegar a Tocumen había una contraorden para que volvieran a Washington D.C., en el primer avión que pudieran. El general Torrijos lo contactó telefónicamente y le dijo: “Rómulo, dicen los gringos que eso lo tenían que decir para que constara en actas que ellos lo advirtieron, en caso de que el Congreso llegase a una investigación a futuro”. Él solo le respondió: “Déjenos llegar a nuestras casas, al menos, para bañarnos”. Al regresar ese otro día, todo continuó normal en las negociaciones.

Después de los “mal llamados” Panamá Papers, de las listas grises y la de Clinton, asocio el principio o doctrina de la ley invocada por los estadounidenses, ante su preocupación a futuro por una falta de excelencia y transparencia, a que nuestra economía no sea próspera ni pura, de tal forma que los ingresos o utilidades del Canal tradicional y el ampliado sean mal utilizados y afecten su mantenimiento y operación, pues el éxito de la administración estadounidense durante casi un siglo se basó en la existencia de esa norma legal o doctrina, diría yo.

Sabemos que nuestro Canal representa un paso o un “portillo” de Estados Unidos para vender sus granos y bienes industriales al mundo asiático, hoy en total crecimiento, y requiere que nuestro Canal con sus tres juegos de esclusas funcione de forma eficiente, permitiendo el tránsito de los barcos graneleros y –a partir del próximo 26 de junio– de los neopanamax, para beneficio de todos los países del mundo, como lo determina el tratado de neutralidad vigente.

Al igual que muchos nacionales, aspiro a que nos afiancemos en el negocio de la familia Panamá de “pasar barcos” y que corrijamos los entuertos legales, para que nuestro país desarrolle todas las actividades afines del negocio canalero, sin descuidar otras como la producción agrícola, mediante métodos técnicos amigables con la conservación del medio ambiente. De tal forma que conservemos el agua dulce panameña: el principal aporte nuestro al funcionamiento del Canal de Panamá ampliado.

La extradición del diputado

‘El tratado de extradición con Estados Unidos es de principios del siglo XIX, y el crimen por el que la Corte Suprema estaría solicitando la extradición no es parte del Tratado, porque en aquella época no había teléfonos y mucho menos era un delito escuchar conversaciones ', la vicepresidenta y canciller de Panamá, Isabel de Saint Malo de Alvarado, en un conversatorio en el Council on Foreign Relations de Washington, Estados Unidos. La vicepresidenta dijo que han estudiado y evaluado el tema, y la situación se presenta ‘complicada '.

Comentario propio

La Ley 75 de 1904, aprobó la Convención de Extradición entre Panamá y los Estados Unidos de Norteamérica. Con la misma se conviene en entregarse mutuamente las personas que, habiendo sido acusadas o condenadas por los delitos en el Tratado descrito, busquen asilo o se encuentren en territorio de la otra. Es un hecho público y notorio que el diputado del Parlacen Ricardo Martinelli Berrocal reside hoy en día en los Estados Unidos.

El listado de los delitos por las cuales se puede extraditar a un nacional que consagra el artículo segundo del tratado en cita, contempla los siguiente delitos: el delito de malversación cometida por empleados públicos, el soborno, homicidio y/o crímenes, robo, falsificación de valores, algunos tipos de fraude, perjurio, violación, rapto, sustracción de personas, delitos en el mar, incendio, pero no las interceptaciones.

La acusación que hizo el magistrado Harry Díaz contra Ricardo Martinelli Berrocal contempla supuestos delitos de interceptación de telecomunicaciones sin autorización judicial, pero también, seguimiento, persecución y vigilancia sin autorización judicial, peculado por sustracción o ‘malversación ' y peculado de uso.

Conforme al Tratado, ninguna persona entregada podría ser acusada, enjuiciada o castigada por otro delito cometido antes de su extradición, que aquel por el cual fue extraditado, salvo que conviniera voluntariamente en ello.

Conforme al Tratado no se requiere de la imputación de cargos para extraditar a un nacional, ya que lo que basta, conforme al Artículo III, es o la condena o la acusación.

A mi juicio, al tenor del Tratado de marras, Ricardo Martinelli Berrocal si pudiera ser extraditado, debido a que ha sido acusado, por un lado y por el otro, se le señala por un supuesto cargo de ‘malversación ', por ejemplo.

El proceso de extradición pudiera ser harto complicado, porque por ‘pinchadas ' no puede extraditarse, de acuerdo al Tratado bajo comentario, pero puede ejecutarse la medida en los términos expuestos.

Cuando se condena sin mediar principios

‘Eres inocente hasta que se demuestre lo contrario…' Se trata de una máxima jurídica elemental, donde se establece la inocencia de una persona, como norma fundamental.

‘Solamente, a través de un juicio que demuestra la culpabilidad de la persona, se le podrá aplicar una pena restrictiva'. Tales conceptos están consagrados en el derecho penal y son de obligatorio cumplimiento.

Además, la presunción de inocencia está consagrada como una garantía en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, tratados internacionales y otros documentos que consignan su validez y existencia. Si esto es así, ¿cómo puede explicarse que sin mediar explicaciones, una condena, y mucho menos un juicio, se haya procedido en los términos restrictivos más ásperos que soslayan absolutamente el principio de la presunción de inocencia en el caso que involucra al accionista mayoritario del Grupo GESE?

En el derecho penal, el llamado ‘onus probandi' es la base de la presunción de inocencia. Lo es en cualquier sistema jurídico donde se respeten los derechos humanos. La expresión latina consigna, entonces, la necesidad de que exista una prueba indiscutible.

Los profesionales del derecho del país son férreos defensores de la presunción de inocencia. Ante los acontecimientos de los últimos días, donde se muestran claros indicios de violación a este principio, es imperativo reiterar la validez y el sagrado derecho a no ser condenado sin pruebas.

Si de justicia se trata, defender la presunción de inocencia y no soslayar el debido proceso, son puntos sobre los cuales se cimenta un auténtico proceso jurídico. El desconocimiento, por omisión o conveniencia, resulta un grave atentado contra principios universalmente establecidos, que crean verdadera incertidumbre sobre la institucionalidad del país.

Se requiere una mejor Asamblea

Antes del golpe militar de 1968, los diputados eran electos por provincias, dependiendo de los habitantes de estas. La costumbre era que cada empresa grande tuviese su diputado. Así, en Bocas del Toro y Chiriquí las bananeras contaban con su representante legislativo, al igual que grandes empresas, como Cemento Panamá, Cervecería Nacional y la Fuerza y Luz en la provincia de Panamá, Varela Hermanos en Herrera y, los ingenios en Coclé. Los grandes terratenientes y ganaderos de Chiriquí, también procuraban tener a alguien de confianza en el hemiciclo. En provincias como la chiricana y Bocas, donde el sindicalismo bananero era poderoso, pudieron llegar a la Asamblea al abogado sindical Carlos Iván Zuñiga y al dirigente obrero Virgilio Schuverer. Esos eran casos excepcionales.

La Asamblea que encontraron los militares en el 68, solo duró once días y sus diputados no recibieron pago alguno durante ese período. Eso sí, ya existía una planilla especial de 300 personas, ‘botellas ', que de seguro jamás irían a trabajar, allegadas a los que habían ganado las elecciones. Toda esa información fue publicada en los periódicos de la época para darle justificación a los militares ante el golpe que acababan de dar para ‘adecentar el país ' tan destruido por la ‘oligarquía ' y los ‘políticos corruptos '.

Panamá fue gobernada por Decretos de Gabinete hasta 1972, cuando se conformó la Asamblea Nacional de Representantes de Corregimiento (al inicio de solo 505), cuyas funciones básicas eran elegir cada seis años al presidente y vicepresidente (que le indicaran los cuarteles) y declarar la guerra. Paralelamente ese año se nombró un Consejo Nacional de Legislación, integrado por allegados al régimen, donde nunca se supo con exactitud cuántos eran, pero que sirvió de Órgano Legislativo hasta 1980, cuando se elige un híbrido de Asamblea: dos por cada provincia y dos representantes de corregimientos, electos en 1978, por cada provincia.

En 1983, con las reformas constitucionales que incluyen para 1984 la primera elección presidencial desde el golpe del 68, se discute cómo integrar la nueva Asamblea. El representante de la Democracia Cristiana en esa comisión, José Antonio Sossa, propuso la integración de una Asamblea compuesta por diputados nacionales, escogidos de la dirigencia de los partidos, y diputados electos por provincia. La idea era de llevar a gente valiosa de cada partido a la Asamblea que quizá postulados nunca ganarían una elección. Se buscaba mejorar la calidad de los integrantes de esa institución tan desprestigiada.

Lo primero que hicieron fue llamarlos legisladores, ante el gran desprestigio que tenían los diputados de antes. Rubén Darío Paredes, a la sazón comandante de la Guardia Nacional, influyó para que la idea de parlamentarios nacionales no prosperará. En su lugar promovieron la elección por circuitos electorales, donde un circuito electoral con 20 000 habitantes elegía tantos legisladores como una provincia con diez veces más población; esa fórmula no garantizaba la representatividad. Así se controlaría mejor a los electos. O sea que, si bien elegiríamos una nueva Asamblea por primera vez en 16 años, no se encontró la mejor fórmula para hacerlo, totalmente d esgastada y desfasada hoy.

Hoy tenemos 32 años de ese experimento que cada vez se percibe peor por la población. A pesar de que el PRD se apropió en 1984 de 16 curules que no le pertenecían, la mejor Asamblea que ha habido con el nuevo sistema fue precisamente ésa, indistintamente yo hubiese estado allí. En el Panameñismo había gente de primera línea como el colonense Jacobo Salas, Marcos Alarcón, y Antonio Arias. En el Liberal estaba Mario J. de Obaldía; en el Molirena se destacaron Jorge Rubén Rosas y Jaime Fernández y por el Gobierno nadie duda del valor de Luis Navas, Lucho Gómez, Rigoberto Paredes, Alfredo Oranges, Raúl Montenegro, Jerry Wilson y Ovidio Díaz, por mencionar algunos, siendo los de la Democracia Cristiana, Carlos Arellano Lennox, Bertilo Mejía, Raúl Ossa, Jorge Montemayor y yo.

Después de 32 años urge una mejor integración legislativa. Sin egoísmos y mirando al futuro, el país requiere de un mejor Parlamento. De mejor calidad; lo que hemos tenido en los últimos años, con raras excepciones, da lástima y pena. Donde los electos no lo sean por su dinero ni por la relación que tengan con actividades ilícitas. Donde la población, tal como ocurría en 1984 y en 1990, escuche con atención sus sesiones, ya que sabe que allí está representada la Patria.

La lucha por mantener la competitividad:

La economía de Panamá ha disminuido el ritmo de crecimiento al que estábamos acostumbrados, no obstante, al comparar las tasas de los últimos años vemos que aún mantiene un crecimiento moderado y estable. Esto, más que sonar negativo, representa una gran oportunidad para todos, específicamente para que empecemos a hacer las cosas de manera correcta.

La disminución del crecimiento económico que se registra en la producción interna del país pasó de 11.8% en el año 2011 a 5.8% en el año 2015. La tasa de crecimiento promedio ha sido del 8.5% durante los últimos 10 años. Hemos dejado de crecer y esto se conoce como desaceleración económica.

La desaceleración no es mala; forma parte del ciclo económico que experimentan los países. Más que ver las cifras para comprobarlo, esto se nota en la actividad diaria, con menos ofertas de empleo porque las empresas están siendo más cautelosas; también cuando los clientes de las empresas deciden comprar o contratar menos servicios o cuando los inversionistas optan por invertir en menor escala, esperando nuevas señales de confianza de la economía

La desaceleración económica o una baja en el crecimiento de la economía no es algo necesariamente malo, como tampoco grave, menos cuando se toman los correctivos adecuados a tiempo. Tomar las precauciones y acciones correctivas depende mucho del rol de la sociedad y de cada ciudadano de cara a no descuidar la economía que, como país, hemos mantenido hasta ubicarnos como una nación globalizada que registra un alto crecimiento y estabilidad social.

Una parte de la desaceleración económica proviene del contexto exterior y de la situación particular del mundo. Es decir, algunas economías importantes, como es el caso de Estados Unidos, China y de Europa, presentan cierta disminución en su crecimiento, lo que repercute en los pequeños países. A esto se suma el caso de ciertas economías amigas, como Brasil, Argentina y Chile, cuyos efectos también nos tocan.

Pero, así como un tercio de la economía pertenece a la inversión extranjera, otros dos tercios (muy importantes) de la economía se dividen entre el sector privado y el sector público, que juegan un rol fundamental en el crecimiento. Cada uno tiene la responsabilidad de empujar a la economía y no dejarla caer.

El sector privado, llevando a cabo proyectos, invirtiendo a favor de la producción y contratando personal; y el sector público dando las guías/orientaciones correctas, fomentando la actividad privada y ejecutando el presupuesto nacional en obras con rentabilidad social.

No preocuparnos por la economía es grave, y no mantener un crecimiento sustentable pone en riesgo el ingreso de las familias, las oportunidades laborales y el acceso a las necesidades básicas tan importantes para la calidad de vida.

Hoy surgen dudas en cuanto a la inversión extranjera, y no podemos escapar de esa realidad. Nuestro país se encuentra en el ojo del mundo por la situación particular de ciertas empresas que no representan la imagen ni la situación del país.

Lastimosamente, eso es lo que percibe el mundo, aunque no represente la realidad que viven los ciudadanos que se despiertan muy temprano para ganarse, de manera honrada, el sustento de sus familias. Tampoco representa a esos emprendedores que buscan ofrecer productos o servicios de manera distinta a través de la innovación. Mucho menos representa a los empresarios honestos, comprometidos con el desarrollo social del país.

La mayoría de los ciudadanos panameños trabaja de forma honesta. Si por parte de terceros se han cometido errores en materia de transparencia y corrupción, entonces debemos enfrentarlos como sociedad y aplicar los castigos que estipulen las leyes. Ningún país corrupto erradica la pobreza, ni mucho menos logra la riqueza y el progreso de su pueblo. En eso debemos estar todos claros si queremos un país en el que nuestros hijos vivan mejor que sus padres y abuelos.

Este es un llamado a nuestros líderes para que demuestren su capacidad y voluntad de guiarnos, como sociedad globalizada y competitiva de la región y el mundo. Urge que solucionen los problemas que enfrentamos y que apliquen los correctivos para prevenirlos.

De nada sirve tener líderes si estos se quedan de brazos cruzados, viéndose las caras los unos a los otros y sin hacer nada. Panamá cuenta con muchos recursos que se podrían utilizar de manera eficiente, pensando a largo plazo. Solo nos falta la voluntad de luchar hasta convertir a Panamá en un país próspero, transparente y productivo.