Afrontar los problemas del país

Ahora somos más conocidos en el mundo por los informes sobre las actividades offshore, que estamparon el nombre de Panamá, con ventaja y alevosía, para blindar a los verdaderos delincuentes que abundan en todos los continentes. No obstante, ha sido el embajador de Estados Unidos designado en nuestro país, John Feeley, quien ha expresado la más brillante defensa en lo relacionado a los Panama papers. El funcionario estadounidense expresó que nuestra nación ha cumplido en la lucha global para evitar la evasión fiscal. “Panamá es mucho más que papeles”, dijo el embajador.

Aunque el anterior es un problema relevante, que compromete nuestra imagen internacional, lo cierto es que a lo interno tenemos otro mucho mayor, que realmente nos pone en el filo del precipicio, ante la disyuntiva de sobrevivir o morir, me refiero a la sequía. Por ejemplo, un propietario de supermercados y restaurantes me expresó su preocupación por la secuela de calor que azota al país y que afecta la disponibilidad de recursos que la madre naturaleza nos concede para vivir y asegurar la preservación de las futuras generaciones.

La naturaleza pasa factura. No hay tiempo para buscar culpables, porque los exterminadores y depredadores somos nosotros mismos. Pareciese que no hay fuerza humana o divina que abra nuestros cerebros al entendimiento de que la destrucción de nuestro planeta ya camina entre nosotros, y que la humanidad tiene un calendario que señala la fecha de extinción. ¿Aceptaremos, con paciencia oriental, ese fatal pronóstico?

Puede resultar aburrido leer todo lo relacionado al medio ambiente, y cuando se realizan congresos internacionales para tratar el tema, muchos se encogen de hombros, pasan las páginas de los periódicos o cambian de canal. Es una realidad, del día a día, que nos pone en el mapa con una población idiotizada, que pone un ojo en las diversiones paganas y el otro en las payasadas y bufonadas de los políticos que se sacan la mugre mutuamente.

Volviendo a los Panama Pampers (suena mejor esa etiqueta que papers), es necesario señalar una verdad de verdades. Los políticos incrustados o no en los gobiernos, siguen pidiendo comisiones a cambio de favores. Y muchos hombres de negocios se muestran dispuestos a pagar sobornos para evitar la compleja burocracia, lograr apetitosos contratos y eludir el pago de impuestos.

Algo que me llama la atención es el silencio sospechoso de nuestras embajadas y consulados, regados por todo el planeta, con respecto a este tema. En tanto, la Cancillería se ha pronunciado, tímidamente. Rescatar la imagen del país exige que en el exterior se hagan sentir nuestras voces con argumentos más sólidos, para proyectar la imagen de que Panamá sigue siendo “puente del mundo y corazón del universo”.

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