Administración Pública: disciplina para una gestión eficiente
La eficiencia era el santo grial de los funcionarios y académicos progresistas que crearon la moderna disciplina de la Administración Pública. Ellos trataron de colocar los asuntos públicos ‘sobre una base de negocios estricta', dirigida ‘no por los partisanos, ya sea republicano o demócrata, sino por hombres expertos en gestión empresarial y en la economía'.
En consecuencia, se creó una burocracia profesional para gestionar la creciente importancia de las funciones públicas de la ciudad del siglo XX, las calles tuvieron que ser adaptadas para vehículos de motor de nuevo desarrollo; los puertos tuvieron que ser profundizados para grandes y nuevos cargueros.
Además, la iluminación eléctrica los sistemas, los ferrocarriles de calle, instalaciones de eliminación de aguas residuales, suministro de agua, y los bomberos tuvieron que ser instalados o drásticamente mejorados para satisfacer las necesidades de los habitantes, humanos y comerciales, de cientos de rápido crecimiento de los centros industriales. Por otra parte, el establecimiento de una burocracia profesional en el ámbito municipal se ha traducido directamente a los niveles más altos de inversión en infraestructura y, por lo tanto, a un aumento significativo en el crecimiento económico.
La eficiencia organizacional significó una vez que el paradigma burocrático weberiano, que fue codificado para el sector público en el Taft, Brownlow, y de la Comisión Hoover, en los años siguientes a la publicación del primer informe de la Comisión Hoover, la administración pública no abandonó el paradigma burocrático, pero se alejó de la economía.
Los administradores públicos descubrieron la psicología organizacional y el comportamiento. Muchos en el campo rechazaron la distinción entre política y administración, con su énfasis en la competencia neutral. Algunos fueron intimidados por las matemáticas usadas por las disciplinas de la elección racional. Y unos pocos rechazaron los objetivos tradicionales de la economía y la eficiencia por razones ideológicas.
La reforma del sector público debe adaptarse a los efectos del paso del tiempo, una vía aboga por trasladar los objetivos de la empresa privada para fomentar la competitividad, mejora en la producción y la calidad y la reducción de costos a la gestión pública. Recordemos, así maximizamos el bienestar de una sociedad.