Adiós a una tri-atleta

Una tragedia ha conmovido a la familia deportista panameña, pero principalmente a la familia triatlonista y a todos aquellos que ven en el ciclismo su pasión. El domingo pasado una joven disciplinada, dedicada al deporte desde su infancia y dueña de una permanente sonrisa, se nos adelantó al llamado de Dios. Tuvo que fallecer para que tomemos conciencia de que, como sociedad, actuamos mal, pues no tenemos tolerancia, vivimos bajo estrés y hemos olvidado los valores y la cortesía. Algunos trataron de buscar como culpables por esta pérdida a la ciclovía, al Estado o a los propios atletas, porque no tienen un espacio adecuado donde entrenar. Otros culparon a los conductores por irresponsables.

Ahora lo único que esperamos es que esa vida que se apagó sirva para que los gobernantes dicten pautas en materia vial. La bicicleta es considerada como un medio de transporte en todo el mundo, de lo contrario, no habría licencias tipo A en Panamá, por ejemplo. Además, el ciclismo y el triatlón son dos de los deportes que más han crecido en este país, por eso ya es hora de que los diputados incluyan en el Reglamento de Tránsito un capítulo destinado al uso de bicicletas, con sus deberes y derechos, como medio de transporte. Si Panamá contara con calles más seguras, y tanto el Estado como la empresa privada incentivaran a sus trabajadores a utilizar otros medios de transporte, como alternativa de movilidad, entonces muchos ciudadanos viviríamos sin estrés, con menos contaminación, mejor salud y más felices, como pasa en Irlanda, Finlandia etc., y no estaríamos confinados a usar una ciclovía dominguera.

No podemos permitir que la guerra entre los conductores de vehículos, los ciclistas y los peatones acabe con más vidas inocentes. El Estado debe, por medio de la Autoridad de Tránsito y Transporte Terrestre, invertir en una infraestructura vial adecuada a los tiempos modernos, y en señalizaciones que permitan una circulación segura, como sucede en los países del primer mundo. Es hora de exigir a los desarrolladores de proyectos que incluyan aceras y espacios para que los peatones y bicicletas se desplacen.

Hagamos un alto, como sociedad. Un país no se construye solo con rascacielos, con el “juega vivo” ni con las actitudes hostiles. Pongamos un granito de arena, todos, y busquemos el bien común. Estamos en un país en el que la indiferencia, el odio y el estrés de la vida ganan la guerra y olvidamos el amor al prójimo.

En nuestro caso, como deportista, al igual que a los miembros de los clubes de triatlón y ciclismo, nos queda la tarea de unirnos para hacer valer ese derecho, cumplir con las pocas normas a nuestro favor y coadyuvar a las autoridades para que nos protejan cuando salimos de entrenamiento o de recreo.

Mónica, tu partida inesperada no será en vano. Buscaremos la forma de lograr esas mejoras viales y de que nos incluyan en la normativa existente para que algún día las bicicletas sean aceptadas como una alternativa de transporte en las calles de nuestro país.

 

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