La conciencia de algunos funcionarios
Debido a los escándalos financieros que se ventilan, con gran prominencia, desde las últimas semanas a través de distintos medios de comunicación social, pareciera ser que hemos sido invadidos por seres de otro planeta, cuyos principios básicos consisten en la negación de las cosas positivas, la honestidad, las buenas costumbres y el respeto al derecho ajeno.
Es decir, de los valores que les permiten a las sociedades modernas vivir en armonía y respeto mutuo. Algo de lo que disfrutábamos en el pasado, tanto propios como extraños, en el territorio conocido como la República de Panamá.
No le encuentro otra explicación a la debacle que observamos en las más altas esferas gubernamentales, judiciales, legislativa o de cualquier otra índole del Estado, en la que el común denominador es la ausencia de honestidad en el manejo de los fondos públicos.
Prevalece la desfachatez en todos los casos expuestos al público, pues vemos cómo los funcionarios o exfuncionarios, compiten entre sí para ver quién sobresale entre los demás, haciendo alarde y demostración de los bienes muebles e inmuebles de alto valor financiero que cada uno disfruta, de forma injustificada, pues parece obvio que sus ingresos financieros legales no cubren los costos de adquisición y mantenimiento de esas propiedades que ostentan tan alegremente.
Se debilitan los esfuerzos encaminados a frenar los casos más sonados de enriquecimiento ilícito, y pareciera ser que si el funcionario investigado no acepta su responsabilidad por el aparente delito, no hay fórmula legal de castigarlo.
No soy abogado y, por lo tanto, no pretendo dar cátedra de cómo aplicar las leyes que correspondan a cada caso, pero se me ocurre una idea y, por sencilla que parezca, pudiera aclarar muchas dudas en torno a los funcionarios investigados.
¿Por qué no explican y justifican el origen de sus bienes, de manera que, se entienda su legal adquisición?
Si el funcionario es honesto, de verdad, no hay circunstancia alguna que le impida demostrarlo. Solo los que esperen hasta que las autoridades demuestren, con pruebas, su culpabilidad, siembran la duda sobre su inocencia.
¿Por qué no pueden hacer esto? Deben dar fe de su honestidad en el manejo de los fondos públicos que se les encomendó, por el respeto que se merecen sus familiares, amigos y la ciudadanía, en general.
Las leyes obligan a las autoridades a presentar pruebas de la culpabilidad del acusado, por esa razón es que se demoran las investigaciones. Entonces si yo sé que soy honesto, ¿por qué esperar tanto tiempo y causarle tanto sufrimiento moral a mis seres queridos, si tengo cómo demostrar mi inocencia?