Afrentas a nuestras libertades
La última de las arremetidas gubernamental contra el Derecho a la Información y la Libertad de expresión, son desafiantes e inquietantes, además de muy peligrosas para nuestras libertades y garantías fundamentales. Al provenir estas del militar al frente del Ministerio de Gobierno y Justicia, observo que “llegó el Lobo”.
Si sumamos esos ataques a las afirmaciones de Robert Gates, secretario de Defensa de Estados Unidos, cuando declaró urbi et orbi: “la Fuerza Pública panameña es una fuerza militar en todo, menos el nombre”, e intentar justificar la remilitarización del Estado panameño, vemos que las actitudes, declaraciones, afirmaciones y actuaciones de los militares nombrados por Martín, el militarista, son “peligrosas, además de desafiantes porque no sólo le dan la espalda a todos los logros y progresos alcanzados en la materia, a nivel universal y local, sino también porque forman parte del método “populista” y poco me importa que caracteriza a los representantes de la ‘patria nueva’ sumisos a los factores reales del poder”, como indicaba en esta misma columna un año atrás. Y ahora, apadrinados por su “Big Brother”, ¿quién los detiene?
Mientras, el jefe de los Batallones de la Dignidad, que tanto terror sembraron en nuestra sociedad y que violaron, junto a los militares, los Derechos Humanos de la población panameña durante años, continúa tumbando árboles en la hoy, ex avenida Balboa, rellena la Bahía con sus socios de Oderbrecht y transa con el Club privado “Yates y Pescas, los ataques y las afrentas, sin reparos, a nuestras libertades, marcan un ascenso superior al del combustible, al del alto costo de la vida y al de la corrupción gubernamental.
Cada día se nos obliga a distanciarnos más de nuestro compromiso y deber ciudadano de buscar mecanismos e instrumentos de consolidación de nuestras libertades, para llevarnos hacia el terreno donde puedan vigilarnos, espiarnos, inspeccionarnos, reglamentarnos, sermonearnos, los funcionarios que no tienen moral, ni tampoco ética para ello.
La arrogancia, la soberbia, el autoritarismo y la demagogia se aprestan, con los enemigos de la democracia enquistados en el poder, a reprimir la primera palabra de queja. Se arman y atrincheran para volver a ultrajar, deshonrar, perseguir, multar, golpear, manguerear, encarcelar, exiliar. Esa es su moral. Esa es su “justicia”. Y a quienes han optado por olvidar, les recuerdo con Milan Kundera que, “la lucha contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”
Están desempolvando los procedimientos “legales” heredados de su dictadura militar para multiplicar sus amenazas, restricciones y querellas contra los periodistas y ciertos medios de comunicación social, en un abierto desafío a la libertad de expresión y al derecho de información. Nuevamente, y no me canso, recuerdo que no puede existir una sociedad democrática en donde no se respete el derecho a la información y la libertad de expresión.