Candidatos abogan por autonomía de la Corte Suprema
Aplomado y con un amplio conocimiento del derecho, Guillermo Márquez Amado sorteó las inquietudes de los siete integrantes de la Comisión de Estado por la Justicia que lo indagaron ayer como parte del requisito previo para la candidatura a la magistratura de la Corte Suprema de Justicia.
Se presentó a las 9 de la mañana, y la sesión duró casi tres horas. Gran parte de las preguntas se centraron en las fórmulas que recomendaría para agilizar la justicia y para independizar, no solo el órgano judicial, sino también los fallos que dictan los jueces.
‘La administración de justicia no está desacreditada por la compenetración del derecho, sino por la falta de independencia e imparcialidad’, manifestó Márquez.
Asimismo, aseguró que no se dejaría presionar por nadie al emitir su fallo, y que, en caso dado de lograr el cargo, le basta su experiencia como independiente cuando ocupó el cargo de magistrado del Tribunal Electoral.
El aspirante dijo que es importante responder a las necesidades demográficas del país. La Constitución de principios de siglo cubría las necesidades de un país que nacía. Ahora, dice, es necesario adaptarlo al crecimiento poblacional; aumentar la cantidad de magistrados de la Sala Civil —a la que aspira— de tres a cinco, es una manera de responder a esa necesidad.
También habló sobre el matrimonio igualitario. ‘El concolón del matrimonio es que la teoría académica señala que es entre un hombre y una mujer. Lo ideal es que todos tengan los mismos derechos. Pero no se puede discutir el tema con pasión, sino con la frialdad del hielo. Si lo quieren llamar de otra forma que lo hagan, con los mismos efectos’, propone.
Márquez criticó la falta de recursos económicos que se destinan a la Corte. Aunó el tema con los posibles cambios a la Constitución: ‘Hay que ventilarlos y traerlos al debate. No puede haber dos órganos, Ejecutivo y Legislativo, con presupuesto y un tercero, el Judicial, mendigando el dinero’.
Añadió que algunas reformas merecen revisiones más profundas que otras que aún son útiles a pesar de que han sido heredadas de la Constitución de 1886.
Por la tarde acudió la fiscal Superior del Ministerio Público (MP), Maruquel Castroverde, quien posee una carrera de más de 24 años.
‘Soy una mujer transparente y no tengo temor a someterme a ningún cuestionario’, dijo anticipándose a cualquier interrogatorio de la Comisión de Credenciales de la Asamblea Nacional. Es la única fiscal que se atrevió a participar en esta segunda ronda de selección al cargo de magistrados, después de que en enero pasado, la Asamblea Nacional rechazara a la candidatura de la fiscal Zuleyka Moore.
‘Estoy agradecida con Dios, con la vida y con la institución. El sentido de mi vida ha sido servicio en lo más civilizado’, dijo con contundencia.
‘Yo me precio de haber hecho una carrera en el MP, Dios así me lo ha permitido. Hubo un llamado de la vocación esperando por mí, tal vez estaba escrito. Nada me resta, me suma, porque muchas han sido las batallas que he emprendido en el MP. Puedo afirmar con contundencia que he visto el monstruo del mar a la cara, en los casos investigados’, indicó.
Añadió que es indispensable la aplicación de la carrera judicial si queremos un cambio en el sistema.
De igual manera, Castroverde subrayó que su propósito sería ‘acercar la respuesta de la justicia a todas las personas sin discriminar’, en especial a aquellos quien más necesitados estén de una justicia que sea efectiva.
La jurista enfatizó que es necesario traducir el resultado de los casos para que así puedan ser más accesibles a la población y, por consiguiente, acercar la justicia ‘al ser humano de carne y hueso’ y mitigar un poco ‘el rezago tremendo’ que existe al momento de conocer los fallos de jurisprudencia.
La aspirante a magistrado destacó dentro de su hoja de vida que intentó ocupar el cargo de Defensora del pueblo. ‘Quería hacer muchas cosas para humanizar la justicia’.
Manifestó que, de ocupar el cargo de magistrada en la Corte Suprema de Justicia, aspiraría a contribuir en la creación de un sistema jurídico más digno, para así acortar la distancia entre los dictámenes de la justicia y aquel que los recibe, que los tiene que asimilar y aceptar.
Adelita Coriat