¿Democracia o ‘partidocracia’?

Se considera a la democracia como el poder del pueblo, por y para el pueblo. En Panamá, la Constitución consagra la “partidocracia” como el poder de los partidos, por encima del poder del pueblo. El miércoles de la semana pasada se inició el debate sobre las reformas electorales, proyecto presentado por el Tribunal Electoral (TE), tras un año de trabajo de la Comisión Nacional de Reformas Electorales.

En dicha comisión, presidida por los magistrados del TE, participan los partidos legalmente constituidos y el Foro Ciudadano Pro Reformas Electorales, integrado por cuatro sectores, el académico, los trabajadores, la empresa privada y las oenegés, y el Movimiento Independiente de Refundación Nacional (Miren) al que represento en ese espacio. Los partidos tienen derecho a 5 votos y el foro, a 4 votos. Los otros participantes tienen derecho a voz. Al Miren, integrante del Foro Ciudadano, no se le permitió participar en la Comisión Nacional Electoral, cuando se discutieron los temas de libre postulación y la formación de nuevos partidos, pese a que en el foro se acordó que esos serían los temas en que participaríamos, por los aportes que podemos brindar al debate.

Con una votación de 5 a 4, a favor de los partidos, era difícil aprobar avances significativos en materia electoral. Pese a ello, decidimos participar por tratarse de un tema sumamente importante para la democracia panameña. Consideramos que la actitud complaciente de los magistrados del TE hacia los partidos políticos, a los que se deben, causó gran daño al debate, lo que se traduce en propuestas, que no responden a las necesidades de la nación panameña.

La democracia sigue secuestrada por la “partidocracia”. La libre postulación, una conquista del movimiento popular, prácticamente es aniquilada ante los nuevos obstáculos que se agregan: firmas con libros estacionarios, el doble de firmas y menos tiempo para recogerlas, entre otros requisitos. Se mantiene la limitante de que solo participen los tres aspirantes que más firmas recojan, luego de cumplir con el mínimo requerido, alrededor de 37 mil 800 firmas. Con esta argucia, pretendieron dejar por fuera al profesor Juan Jované, para favorecer a candidatos vinculados a los partidos.

La cuota de adherentes para formar nuevos partidos se baja al 2%, alrededor de 37 mil 800 firmas, cifra que sigue siendo muy alta en un país en donde el clientelismo y la corrupción le han hecho daño a los torneos electorales. En Costa Rica solo se requieren 3 mil firmas, pese a contar con más electores que Panamá.

El subsidio electoral debe ser solo público, con serios medios de control para evitar el despilfarro y las donaciones privadas, algunas de las que pueden ser de dudosa procedencia.

El porcentaje aprobado, 1%, 99 millones, es demasiado alto para un país con tanta pobreza y un pueblo sediento de solución a sus problemas diarios. De esa suma de dinero, el 98% sería para los partidos y el 2%, para todos los candidatos de libre postulación: presidente, diputados, alcaldes, representantes de corregimiento.

Quienes tienen el control del país no han entendido la situación crítica que vivimos. El pueblo hoy no cree en sus autoridades ni en sus instituciones. No se percatan de que se han dado acontecimientos importantes en el mundo. Desde un papa que aboga por los pobres y critica el neoliberalismo hasta el ascenso de la República Popular de China, como la primera potencia comercial.

Necesitamos analizar las reformas electorales, reconociendo que el neoliberalismo es un fracaso y está acabando al país, y necesitamos un nuevo sistema electoral, que contribuya a construir una verdadera democracia popular, incluyente y participativa, para que sea el pueblo panameño el verdadero dueño de su destino.

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