Ahora sí, el efecto ‘Panama Papers’

En distintos medios públicos afirmé que el asunto de los Panama Papers no era local, ni de una simple firma de abogados. Siendo optimistas, el negocio total de los mejores expertos nacionales entendidos en la alquimia no es ni el 0.7% del PIB. Siempre que las “reglas del juego” lo permitan, grupos de interés social buscarán ganancias extraordinarias en detrimento de la colectividad. Y esto se da en todas las ligas. Decir que las verdaderas inversiones importantes en Panamá están a la merced, secuestradas, por unos cuantos, no es éticamente aceptable. Ahora se habla de internet, de hackers, etcétera, pero en términos más prosaicos, podemos afirmar que momentos antes de que este país ingresara a la Organización Mundial del Comercio en 1995, la protección efectiva a las fresas panameñas era de 253%, en detrimento de la repostería de un país que se llamaba al desarrollo turístico. Sí, antes hemos sido secuestrados por empresarios agropecuarios e industriales, con una absurda estructura arancelaria que nos hizo menos competitivos en la economía internacional y, claro, más pobres en nuestro propio patio.

Cualquiera hubiese considerado que Joseph Stiglitz y Mark Pieth le darían un gran prestigio a la comisión que analizaría el panorama financiero de Panamá. Lo que no me cabía en la cabeza era por qué dicha invitación la hacía los que la hacían, siendo bien conocida su idiosincrasia. Pero, como sospeché, desde su propia perspectiva erraban por falta de conocimiento en la ciencia y práctica de la economía. En el caso específico de Stiglitz, premio Nobel de Economía, él ha denunciado sistemáticamente que la falta de regulación en la economía es uno de los principales lastres para su desarrollo, como sistema económico-social inclusivo y sostenible. Stiglitz es conocido como post-keynesiano, palabra sucia en Wall Sreet y entre, al menos algún ilustrado, de nuestros expertos en las artes de la alquimia.

Panama Papers es un nombre de marca (negativo para muchos patriotas, muy apropiado entre los entendidos del marketing, dado nuestro flamante recorrido histórico desde la perspectiva de la carga negativa (Morgan, Drake, el oro de California, el Escándalo de Panamá en los medios franceses, Noriega, la invasión, etcétera). El método científico inductivo sirvió para lograr una muestra verdaderamente representativa: investigar a una empresa panameña que se dedicara exclusivamente a ese negocio.

El problema de Panamá es mundial, no nuestro. Somos una prueba piloto y no importa lo que hagamos en la retórica; cuando se mete la pata, la prudencia indica que es mejor dejar al pie de marras bien sujeto en función de la fuerza de gravedad y evitar el menor movimiento.

Miembros de la comisión no comprenden la actitud de Stiglitz y Pieth. No comprenden cómo ellos explican el panorama financiero de Panamá. Afirman que su salida en nada afecta la labor del comité. Que tenían su propia agenda, no orientada a estudiar a Panamá ni hacer recomendaciones puntuales. Eso lo podrán decir aquí en el cálido terruño patrio.

Panamá busca desarrollar sus ventajas competitivas en la economía mundial. Esa es la liga. Y nos siguen viendo mal por incompetentes.

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