El mundo frente al caos y las leyes de la sexualidad humana

Para cuando este artículo vea la luz, el Proyecto de Ley 61 sobre supuesta ‘educación sexual ' es muy probable que haya sido devuelto a primer debate por no tener el consenso para su aprobación. Sin embargo, nunca es tarde para expresar a la comunidad lo que modestamente podamos aportar.

En la Asamblea Nacional, han querido aprobar la ley sobre el tema de la sexualidad, denominándola Ley sobre Educación Sexual, tal vez sin tener los conocimientos necesarios ni el valor moral para plantearlos. El diputado proponente de la ley ha traído al debate y como lo medular en su exposición, la inquietud que produce el grave aumento en las estadísticas de embarazos en menores y la proliferación de enfermedades venéreas en nuestros jóvenes. El problema es que el diputado-médico proponente, aún dándole el beneficio de la duda, no es pedagogo y el tema educativo debe encararse no como un problema de salud, sino dentro de la ciencia de la Educación, una ciencia con función social, donde el ser humano como personalidad, debe ser tratado con esmero y gran cuidado y lograr que exista una verdadera socialización, no creando leyes impuestas ni traídas de otros hemisferios, con el propósito de presentar ideas extrañas y costumbres nocivas que, con los medios de comunicación que imperan fuera y dentro de nuestro país, aumentarían las malas influencias a los nacionales, que maleados se convierten en una rémora para la patria. El Estado se ha olvidado de la familia como núcleo social que debe ser protegido, porque la manera de solucionar el problema estriba más en leyes que protejan a la familia y sancionen o repriman a los causantes de estos delitos contra los menores, que creando leyes con oscuros intereses.

Afortunadamente la gran mayoría de la población panameña está en contra de este proyecto falsamente llamado de Educación Sexual, pues no es solo sobre educación sexual, por lo que consideramos debemos llamarlo proyecto de Ley de la sexualidad humana y más aún con los reglamentos o guías que implementarían la misma, porque en vez de educar crearían en los niños y adolescentes el morbo y la inseguridad en sus identidades y en sus vidas.

Recuerdo cuando éramos niños, la malicia no existía y la religión y la unión con la naturaleza nos llevaba a explicarnos la vida, la enseñanza era de rondas infantiles, cuentos e historias de la vida de ciudadanos de la patria. Eso sucedía en el hogar y la escuela primaria, claro está con la enseñanza del idioma y la lectura. ¿Por qué expreso esto? Para decir cuál era la sencillez de ese entonces. Si bien la tecnología ha traído esa pérdida de la inocencia en los niños, observamos que la cura del mal que se plantea, es peor que la enfermedad. Hoy, con esos adelantos tecnológicos el hombre ha perdido su eje, su brújula y ha quedado inmerso en un caos, en una Torre de Babel en la que nadie se entiende y los medios de comunicación que dizque quieren orientar, con muy raras excepciones, violan las reglas éticas, presentando a toda hora pornografía, películas para adultos, malos tratos, programas chatarras y de locuras, como si fuese una gracia desorientar al pueblo. Eso es lo que hay que controlar. Se hace necesario tomar también estas premisas al momento de preparar una ley panameña que busque realmente una solución integral al problema.

Sin embargo, parece que la intención no es esta, detrás subyacen siempre intereses del consumismo y la rentabilidad e insistentes planes de los organismos internacionales, con intenciones no educativas, y al margen de los ciudadanos, manipularnos con una reingeniería social que cambie la forma de vida y de familia, alterar los roles de género para buscar la no fertilidad en las sociedades, sobre todo de los países no desarrollados, donde el ser humano niegue su naturaleza. De esto ya se han hecho estudios serios.

Ante esta situación si los señores diputados, ‘padres de la patria ', no saben sus obligaciones como creadores de leyes, es mejor que se retiren. No todo ser humano del país está preparado para discutir y aprobar leyes. Por ello, los panameños estamos muy preocupados con este Proyecto de Ley 61 que regiría la conducta moral del panameño y que contribuiría a acrecentar ese caos que nos puede llevar a la destrucción.

Las influencias y leyes creadas y promovidas por organismos internacionales no se pueden aplicar en nuestro país, si violan las leyes de la ética y si se usan para subyugar a los pueblos. Protestamos por el Proyecto de Ley 61 y negamos su aprobación. Lo que necesitamos, sin importar su costo, son verdaderas leyes de educación sexual que fortalezcan efectivamente la institución familiar y programas estatales con campañas publicitarias que de manera integral vigoricen los valores en nuestros niños y jóvenes.

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