Sociedad democrática más muscular y más justa

Una democracia más muscular, más institucional, puede ser una realidad si se logra que sus ciudadanos sean menos pasivos, menos cínicos, menos desesperanzados, menos anestesiados. Y ¿cómo se logra esto? Con más y mejor educación. Una educación dedicada más a enseñar a pensar, que a memorizar; más dedicada a cuestionar que a ser un simple eco. Más dedicada a desarrollar una vida de propósitos nuevos, más dedicada a motivar, a lograr seres creativos e independientes y no, simplemente, buenos empleados dependientes. Más dedicada a lograr que cada estudiante sea libre para pensar de dónde venimos, quiénes somos y –sobre todo–¡hacia dónde vamos!

¿Tenemos un modelo de educación que logre lo descrito, que cree ciudadanos independientes y exigentes? Me atrevo a pensar que para la enorme mayoría de panameños la respuesta es un resonante ¡no! Si le preguntamos a esa misma mayoría de panameños ¿cuál es la mayor debilidad que tenemos como país?, esa misma mayoría responderá: la educación. Queremos convertir la educación en nuestra nueva obsesión nacional, así como lo fue hasta ahora el Canal, ¡y lo logramos!

El momento para comenzar a resolver nuestra obsesión por la educación, que queremos y que nos merecemos, es ahora. ¿Por qué? Porque acabamos de lograr un imposible. Ampliar el Canal a través de un gigantesco proyecto que ideamos, programamos, licitamos con transparencia y ejecutamos e inauguramos superando todos los obstáculos. Y lo hicimos a través de una entidad del Estado que juntos diseñamos para ese específico propósito. A esa entidad la pudimos proteger de la política partidaria, y los que trabajan en ella a diario son todos panameñitos vida mía –igual que los que trabajan en los demás entes del Estado– y funciona con categoría mundial. De esta podemos y debemos copiar todo lo bueno y eliminar lo que no lo es, para crear un modelo de gestión estatal para la nueva educación que queremos, y así cumplir la nueva obsesión nacional.

Hay otro deseo que queremos hacer realidad: que los beneficios del Canal le lleguen a todos los panameños en todos los confines de la República, porque son los dueños del Canal. ¿Cómo hacerlo y cómo lograrlo? Hay mil ideas y cada gobernante tendrá sus preferencias, pero hay solo una fórmula que garantiza que se beneficien todos, absolutamente todos los dueños del Canal, y es que el 100% de las utilidades se dedique al nuevo modelo de educación que inventemos. El presupuesto de utilidades del Canal del próximo año es de mil 600 millones de dólares, y el presupuesto del Gobierno para Educación es de mil 300 millones de dólares. Si todas las utilidades del Canal van a la educación, se podría dedicar lo que hoy gasta el Gobierno en esa materia –según el gobernante de turno– a las inversiones sociales de su preferencia. O sea, que desde el inicio habrá 30% más dinero para Educación y así se podrá mejorar a los maestros y profesores, mantener las escuelas, y un largo etcétera.

Entonces, si la gran mayoría acepta estas ideas básicas: el modelo de educación está exhausto y no funciona. Estamos obsesionados con cambiar y modernizarla… y tenemos un ejemplo comprobadamente eficaz de un ente del Estado del que podemos sacar ideas para un nuevo modelo de gestión educativa.

Las utilidades del Canal deben beneficiar a todos y la única manera de que así sea es dedicarlas 100% al nuevo modelo educativo. Hay dinero para iniciar ese nuevo modelo y elevar a los maestros y profesores al nivel que merecen, manteniendo la infraestructura para evitar gastos de entre $50 millones y $60 millones anuales, reparando escuelas siempre tardíamente. Si todo esto es así, ¿cuál sería el próximo paso?

Imaginemos que se acaba de crear la República y que los próceres nos han nombrado, a cada uno de nosotros, en una comisión para crear –desde cero– el mejor y más moderno y eficaz modelo de la educación para la nación. Nos piden que soñemos en grande. Saquemos una hoja en blanco y apuntemos nuestras ideas; cada panameño tiene el poder de lograr todo lo que le parezca importante. Hay que escaparse de la prisión de lo que existe y del pensamiento convencional. La tarea es grande, pero no nos podemos rendir.

Comencemos a apuntar ideas. ¿Cómo sacar la política partidaria de la educación? ¿Cómo lograr que la comunidad sienta propiedad sobre su escuela y la cuide? ¿Cómo evitar injustas locuras como que le deban 15 quincenas a los maestros? ¿Cómo eliminar a los maestros interinos? ¿Qué hacer para que todos tengan permanencia? ¿Cómo integrar a los mejores cerebros en las más importantes funciones y cómo medir la eficacia? Lo que no se mide no se logra. ¿Cómo crear ciudadanos libres y creativos en las aulas? (y sigue un largo etcétera).

Por pedido del Gobierno, el PNUD está por convocar a un diálogo sobre educación. Aseguremos que las hojas con nuestras ideas lleguen al diálogo. Pongamos lo necesario para que la obsesión por la educación pase a la acción. Busquemos a través de la nueva educación una democracia muscular y justa. ¡El momento es ahora! ¡Pongámonos utópicos en nuestra creatividad

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