¿Adónde va Panamá?:

Desde hace mucho sostengo que el problema fundamental de Panamá es de naturaleza política. Por supuesto, no me refiero a que es un problema que resolverán los que han adquirido conciencia social de sí y para sí, al autodenominarse “clase política”.

El problema de Panamá se resume en una situación en la que el desarrollo de su potencial económico y social está en crisis. No hay ningún dato que indique claramente que este país va hacia una situación social mejor. Hay indicios, sospechas, pero nada de rigor científico. Por lo que aprecio, esta circunstancia no es entendible para la “clase política”. Y no todos los políticos, en el sentido aristotélico, pertenecen a la “clase política”.

Si no se resuelve la crisis, en el peor de los casos el Estado está en peligro de garantizar su existencia. No es ficción, la historia es larga, pero pensemos en Irak, Siria, Yugoslavia, y no se olviden que Alemania se recuperó hasta la década del 80 del siglo pasado, y que después tuvo que enfrentar la reunificación. Claro, es poco probable que Panamá atraviese por semejantes situaciones, pero sí es posible que el país que conocemos ahora sea distinto de aquí a una generación.

La economía es el sustento material de una nación. La nación se conforma por un grupo de grupos de interés económicosocial que busca articularse por medio del control del Estado. En ese sentido, el problema de Panamá es que los grupos que buscan articularse no encuentran fácilmente el común denominador porque el Estado se presenta difuso.

El problema de Panamá es político porque el Estado es un concepto político. El Estado es una organización social, económica, con política soberana y coercitiva conformada por instituciones en un territorio determinado. No estamos en la época dorada de Grecia. Hoy día el Estado debe ser reconocido por la comunidad internacional y debe estar sujeto al derecho internacional.

¿Cuál es la organización social, económica, la política soberana y coercitiva que, por medio de instituciones operativas, garantizaría la funcionalidad de algo llamado Panamá, como ente, como proyecto de desarrollo socioeconómico sostenible en el territorio nacional?

En este contexto, el concepto de organización coercitiva no debe preocuparnos. Es un asunto de la necesidad de reglas claras, de instituciones adecuadas para el desempeño de iniciativas para el progreso social.

¿Cómo podría calificarse la operatividad de las instituciones en Panamá con todos los escándalos que deben enfrentar ante la comunidad nacional e internacional? ¿Cuál es el territorio nacional de un país que atraviesa serios problemas producto del manejo “extraterritorial” de su economía que sirve de plataforma de servicios internacionales?

Claro, no olvidemos que hasta hace poco recuperamos la plena soberanía del territorio nacional. Solo han pasado 16 años en contraste con un proceso que inició (en la economía internacional) en 1501, transitando por la época del ferrocarril y del oro de California, conocidos por el “Escándalo de Panamá” en la época del canal francés, siendo famosos por los sucesos que llevaron a nuestra necesaria separación de Colombia, que sirvió para que se construyera el Canal. No olvidemos la época de la dictadura militar en la que finalmente se destacó Noriega; después hicimos fama con la invasión. Es increíble, pero aún hay panameños ofendidos por el nombre de marca Panama Papers.

Las naciones no crean el nacionalismo, el nacionalismo a veces inventa a la nación. El nacionalismo es una ideología. Puede ser sustentada por razones económicas, étnicas, por populismo o criterios religiosos muy en boga en la actualidad. Muchas personas inteligentes e influyentes están de acuerdo en que es necesario redefinir o definir a Panamá con urgencia. Por supuesto, hay muchos panameños y ciudadanos del mundo que preferirían no discutir nada sobre este asunto. ¿Cómo vamos al grano sin retóricas redundantes? Ya se han propuesto muchas iniciativas de visión país, pero todas han fracasado. Si no, cómo explicar dónde estamos. ¿Alguna idea?.

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