De ‘Panama Papers’ al Panamá creativo:
Los golpes inesperados son eso, inesperados. Nuestra vida cotidiana se ve alterada y, de manera involuntaria, nos vemos obligados a hacer lo que no pensábamos ni queríamos hacer. Panama Papers es uno de esos golpes. Es un sacudón que tiene repercusiones indeseadas, sobre todo, en una parte de la población local ajena a los tejes y manejes turbios de unos pocos.
Pero es mucho lo que podemos hacer para convertir esta situación en una oportunidad. ¿Dónde ha pegado más duro esto? La inmensa mayoría de panameños y panameñas siente que se ha mancillado la imagen del país y del pueblo ante el mundo. Los corruptos son unos pocos, pero por ellos pagan justos por pecadores. Ahora el mundo mira a Panamá con ojos de desaprobación, sin hacer distinciones entre quienes se ganan “el pan con el sudor de su frente”, de forma honesta, y quienes se ganan el pan con transacciones oscuras y ruines.
Pero cambiemos el foco y preguntemos a cualquier ciudadano del mundo que no haya vivido un tiempo por aquí, ¿qué conoce de Panamá? La mayoría seguramente dirá: “El Canal” o “Rubén Blades”; algunos mencionarán a Mano de Piedra Durán y, probablemente, poco más. A no ser de las historias de piratas, de los viejos y de los actuales, pocos o ninguno hablará del Miércoles de Ceniza en Nombre de Dios, de la comunidad ngäbe buglé y su particular estilo de vida; de los festivales de mejorana, de jazz, de cine; de la pollera conga y de las fincas cafetaleras. Tampoco hablarán de las alturas de Boquete ni del Festival del Manito Ocueño. Pocos conocen la comarca Guna Yala y su particular organización social. Así como tampoco conocen la Ciudad del Saber y los encuentros científicos que se realizan ahí. Y la lista sigue, casi interminable.
La otra Panamá, la que no aparece en los nefastos Panama Papers, y que es el orgullo de la inmensa mayoría de habitantes de este país, duerme a los ojos del mundo, sencillamente, porque son historias no narradas. Porque no existe aún una política de Estado que tenga en sus líneas estratégicas de desarrollo la prioridad de posicionar a Panamá en el mundo, como un territorio cultural, de conocimientos, natural y creativo, a sabiendas de que estos rubros son tanto o más productivos que muchas industrias tradicionales.
El movimiento ciudadano que trabaja arduamente para desarrollar estos temas no alcanza aún a catapultar al país como una nación cultural, natural y turísticamente atractiva. El esfuerzo no puede ser de unos pocos, debe ser del conjunto de la sociedad. Las principales áreas productivas de Panamá se relacionan hasta el momento con funciones clásicas de la economía tradicional de la era industrial: comercio y finanzas. Mientras tanto, en muchos otros países se ha ampliado la matriz productiva local, incluyendo las industrias propias de la era del conocimiento en la que vivimos. Estas abarcan desde las áreas de innovación tecnológica hasta las denominadas industrias creativas: las que tienen su sustento en la creatividad, el conocimiento y las culturas locales. La actividad de este sector productivo representa más del 3% del PIB mundial generando millones de empleos. Son industrias que no solo han demostrado tener un mejor desempeño durante las últimas crisis económicas mundiales que las industrias tradicionales, por sus características involucran a otros sectores, generando así un importante ecosistema productivo.
Un estudio que elaboré en 2015, en ciudades como Chitré, Veraguas, Darién y otras durante diversas actividades culturales, evidenció que el consumo promedio de los asistentes superaba los 20 dólares por noche, lo que multiplicado por las casi 20 mil personas que asistieron a todas las actividades, nos habla del importante impacto económico que tienen las industrias creativas. Estos procesos no ocurren espontáneamente. En los países en los que la matriz productiva se amplía al sector de las industrias creativas, se tomaron decisiones políticas, como nación, lo que mejoró la imagen-país ante el mundo. Y esto consolidó nuevos nichos productivos y de mercado, y generó cientos de empleos y emprendimientos. La economía local, así como la calidad de vida, mejoraron notoriamente. Las tasas de violencia se redujeron y se ofrecen nuevas oportunidades, sobre todo, a los jóvenes, muchos de ellos en situación de riesgo. Estas decisiones las toman los Gobiernos y los ciudadanos con sus organizaciones, en busca aprovechar todos estos recursos.
Panamá sorprende a los visitantes que llegan atraídos por el Canal, pero encuentran un país y un pueblo con enormes riquezas, aún no aprovechadas. Lograr que todo el talento creativo panameño, sus historias y su riqueza natural e intelectual genere beneficios para los habitantes de este único país, depende únicamente de tomar las decisiones adecuadas para convertir así a las secuelas negativas de los Panama Papers en un Panamá creativo e innovador.