El manejo de Panamá ante Francia
El escándalo que estremece al mundo y que afecta, de forma directa la imagen de Panamá, debido a las irregularidades en una firma de abogados local. Demuestra lo frágil que es la reputación de un país y cómo los intereses creados pueden destruir nuestros centros financieros y bancarios, así como la reputación de los panameños.
Aunque este escándalo nos afecta de forma directa es posible reponernos, actuando con inteligencia, prudencia, sentido común, cordura y diplomacia. El presidente Juan Carlos Varela designó una comisión para estudiar el escándalo a fondo, conocer las repercusiones y cómo debemos actuar frente al Gobierno de Francia para restaurar la credibilidad de Panamá y reponer su reputación.
Con el mayor respeto, me permito sugerirle al presidente, que designe a la vicepresidenta y ministra de Relaciones Exteriores para que sea ella la que viaje a Francia y converse con sus autoridades. Sugiero que sea la canciller, porque ella ha ejercido ese cargo casi dos años y ya conoce a muchos de sus pares, y seguramente se ha ganado la admiración y el respeto de ellos. Es, sin lugar a dudas, la funcionaria de mejor imagen del gobierno, refleja sinceridad en sus planteamientos.
Me parece importantísimo que, tanto el señor presidente como la señora canciller se informen a profundidad sobre este escándalo, mediante la adquisición de la mayor cantidad de los susodichos “papeles”, de manera que no reciban sorpresas durante las reuniones con los representantes de Francia. Es decir, deben conocer hasta dónde se ha comprometido al país con estos “papeles”, que más bien han debido llamarse los Documentos de Mossack y Fonseca.
Por otra parte, el Ministerio Público debe indagar a los propietarios de la firma de abogados, para que, bajo juramento, informen a las autoridades el verdadero trasfondo de este escándalo que ha llevado al país a la situación actual y, conocer así, la otra cara de la moneda. Entre más esté informada la comisión mejor podrá defender al país en las reuniones con Francia. Es obligante que Panamá lleve la verdad y la presente con la mayor transparencia. Recordemos que Francia es una de las grandes potencias mundiales y, posiblemente, sabe más de nosotros que nosotros de ellos, así que evitemos la posibilidad de que crean que estamos defendiendo intereses ocultos.
Sugiero estos puntos por haber sido embajador de Panamá en Francia y haber conocido a fondo a la Cancillería francesa. Estoy seguro de que Francia no tiene absolutamente nada contra Panamá y que sus acciones son necesariamente geopolíticas y políticas, en defensa de su seguridad e interés nacional. La situación actual de Francia es muy delicada por los actos de terrorismo que se han registrado desde el 13 de noviembre del año pasado, y esa nación está en defensa de su economía y de sus valores.
Hoy la máxima preocupación que tiene ese país, al igual que otros, como Inglaterra, Alemania, Israel y Estados Unidos, es que el mayor peligro en el mundo es el movimiento de fondos ilegales entre país o de personas que puedan introducirlos en las organizaciones terroristas como el Estado Islámico, Al Qaeda, Hamas y otras. También les preocupa a estas naciones el lavado de dinero, ya sea por organizaciones o grupos privados, y que al lavarlo se filtren las organizaciones terroristas.
Debemos intuir que el hackeo a esta firma de abogados podría haber sido realizado, quizás, por una de las grandes potencias que están investigando, las 24 horas del día, el movimiento de dineros ilegales o de dudosa procedencia. Tenemos que comprender que la sustracción de 11.5 millones de documentos no es trabajo de aficionados ni de ladrones de oficinas. Para esto se requieren equipos altamente sofisticados que solo poseen países como Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania e Israel. Seguramente, Rusia tiene estos equipos también, pero por los resultados que vemos y las acusaciones que se hacen contra Putin, es posible que no hayan sido los rusos los que participaron en esto. Se acusa tanto del lavado de dinero como de la evasión de impuestos a altos funcionarios del régimen.
La Cancillería panameña se debe cuidar de personajes que ayer criticaban al gobierno y hoy apoyan y gritan que hay que actuar con medidas de retorsión contra Francia. En los programas de TV vemos a gente que considera que tenemos que aplicar la política de “ojo por ojo, diente por diente” contra Francia, como si Francia fuera nuestro enemigo. Otros desean protagonismo y ver cómo hacen para beneficiarse en el gobierno de turno.
Creo que Panamá tiene la razón, pero a veces la razón no es suficiente para aclarar los conflictos. Por ello considero que la canciller debe llevar como su carta más poderosa, la verdad, y evitar defender a individuos o grupos cuya codicia nos ha llevado a esta situación. Hay que tener en cuenta que los franceses pueden tener pruebas que nuestras autoridades aún no tienen.