Por una administración eficiente
Es impresionante observar la cantidad de información que los medios escritos, televisivos y radiales transmiten a diario. Supongo que la idea es llamar la atención de los ciudadanos sobre asuntos que, de manera positiva o negativa, afectan nuestro diario vivir. Siendo así, no comprendo la apatía aparente de muchos de los ciudadanos que viven en Panamá, que no les exigen a los gobernantes de turno una explicación lógica ante lo que aparenta ser una administración deficiente de los bienes y servicios del Estado.
Así vemos a muchas escuelas públicas que operan de manera deplorable; hospitales y clínicas públicas desprovistos de implementos y medicinas; mala distribución del agua potable; inadecuado tratamiento de los desechos médicos y la falta de un eficiente sistema de recolección de la basura, lo que da como resultado que se acumule en calles, veredas, playas y demás sitios públicos, con la consecuente contaminación ambiental.
Se supone que un país, como el nuestro, que tiene adelantos modernos y un centro bancario y financiero a la par de los mejores del mundo (reúne a más de 80 entidades de diferentes países, además de los de capital local), debería tener la capacidad económica y profesional para corregir y mantener de manera eficiente todos los servicios que ahora se brindan.
Cada cinco años, los políticos se disputan el poder gubernamental mediante los votos que, con diferentes argumentos y promesas, esperan obtener de los electores. Sin embargo, al alcanzar el triunfo, se les borra de la mente las promesas que ofrecieron al calor de la campaña. Lo que sí hacen muy bien, tan pronto toman el control administrativo del país, es repetir que los problemas son heredados de los gobiernos anteriores y, por eso, no los pueden corregir con celeridad, Así se pasan los años y los gobiernos, sin cambios positivos en la administración del país.
Ojalá los gobernantes actuales y futuros comprendan que su obligación es corregir las deficiencias, sin medir su antigüedad. En un país democrático como el nuestro, debemos aprender a elegir a los mejores y más responsables de los aspirantes. Solo así se garantiza un buen gobierno.