El ajedrez político en el PRD

En marzo de 1979 se inicia una inscripción masiva del llamado partido del proceso revolucionario, el PRD. Ese mismo año, Omar Torrijos Herrera anuncia su conocido “repliegue” previo a las elecciones de agosto de 1979, hecho que constituía la llamada “apertura democrática “en la que el PRD sería el partido que competiría como representante del “proceso torrijista”. Omar Torrijos había designado a Ascanio Villalaz y Gerardo González como los arquitectos de este proyecto político capaz de hacer frente a los partidos tradicionales de la oligarquía, si se dieran unas elecciones en el país en un futuro próximo.

Un año antes, una enorme cantidad de personas de todos los confines del país, en su mayoría cuadros políticos, se dan cita en el gimnasio Manuel María Tejada Roca, en Las Tablas. Era un sábado sofocante, pero esto no impidió que el estado de ánimo fuera desbordante y los aplausos continuos, ante las diferentes intervenciones incluyendo la del propio Omar Torrijos.

Como era de esperarse, el PRD se convirtió en una máquina electoral poderosa en las elecciones de 1979, despejando la duda de que un partido con organización política, plataforma ideológica y apoyo económico difícilmente podría perder. Luego de la muerte de Omar Torrijos, el PRD, que fue concebido como un partido de centro-izquierda pasó a ser el instrumento político de los militares alcanzando su máxima expresión con el general Manuel Antonio Noriega. Durante este periodo, el PRD alcanza un nivel de desgaste y desprestigio significativos. Sin embargo, curiosamente el “régimen militar” consigue un tanque de oxígeno cuando deciden apoyar la candidatura de Nicolás Ardito Barletta, alto ejecutivo del Banco Mundial y persona de confianza del Gobierno estadounidense.

Muchos recordamos, posteriormente, la renuncia forzada de Nicky Barletta y desde entonces la sonrisa del Tío Sam se convertiría en mueca hasta la invasión de 1989. Nadie pensaría que el PRD se podría recuperar, pero, de forma sorpresiva, en los comicios electorales de 1994, el PRD vuelve a ganar con Ernesto Pérez Balladares, otro discípulo de las recetas económicas de la “escuela de Chicago”. Simplemente, Balladares llegó al poder para ejecutar al pie de la letra las disposiciones de las Instituciones Financieras Internacionales (IFIS) y privatizar todo lo que se pudiera.

Algunos años más tarde, en mayo de 2004, otro miembro del PRD, esta vez el propio hijo del fundador del partido, Martín Torrijos, gana las elecciones bajo el paraguas propagandístico de su extinto padre. Sin embargo, su gobierno no tuvo la altura que muchos esperaban y se cumplió la frase de que “hijo de tigre a veces no nace pintao”.

Desde entonces el PRD ha pasado por una enorme sequía que los tiene al borde de la inanición todo esto agregándole las pugnas intestinas, la enorme corrupción de sus dirigentes y la falta de un líder que unifique al colectivo.

Hoy día, cuando faltan pocos meses para la elección del nuevo Consejo Ejecutivo Nacional, varias corrientes se agitan para llevar el control de este importante organismo que garantizará la posible figura presidenciable que podría reflotar al partido o hundirlo para siempre. Por un lado está la facción de Benicio Robinson y Ernesto Pérez Balladares con el apoyo de empresarios que hicieron fortuna con los gobiernos militares y perredistas como lo son el Mello Alemán, Pipo Virzi y Gabriel Btesh, esta es una facción que considera que el poder y la plata todo lo compran y apuestan a eso en el próximo congreso.

También existe la corriente de Samuel Lewis, quien sostiene conversaciones con Martín Torrijos para impulsar sus figuras presidenciables. Existe la corriente de Refundación Torrijista que coordina Rolando Mirones, quien no se sale del debate electoral “oposición versus gobierno”. Recordemos que Mirones fue director de la Policía en el gobierno de Martín Torrijos y cualquier cosa puede pasar.

Por otro lado, está el grupo llamado “los seis del solar” al frente del cual está Pedro Miguel González con una fuerte organización y que ya tienen a su favor haber derrotado a los aliados de Robinson en la escogencia del presidente de la Asamblea. Por último, está el llamado Movimiento Torrijista Revolucionario que lidera José Dídimo Escobar, quien fuera secretario general de la Federación de Estudiantes de Panamá, figura muy cercana al general Torrijos en juventud y considerado heredero legítimo del Torrijismo.

Todas estas corrientes ya están en contienda. Algunas defienden la continuidad del clientelismo y el enriquecimiento y otras el rescate urgente del PRD.

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