La Constituyente se impone

Definitivamente que la corrupción es un flagelo enquistado en el ADN de gran cantidad de panameños, en especial de los que deciden meterse en la política para llegar a administrar la cosa pública. Lo lamentable, empero, es que el resto de los panameños, aquellos que aún creemos en un Panamá mejor, un Panamá próspero, un Panamá desarrollado, un Panamá con equidad, un Panamá con justicia, un Panamá con respeto a los derechos humanos…, nos quedamos solo con la esperanza de que el político que creemos decente limpie la casa y ordene transparencia y luche contra la corrupción. No hacemos más, pero ya va siendo hora de que tomemos el control de nuestras instituciones y, a través de la presión pública, logremos poner en cada uno de los puestos a gente que va a hacer las cosas bien. Da vergüenza el papel que jugaron los diputados con la comparecencia del ministro de Vivienda, quien, por más que diga lo contrario, cometió los mismos errores que muchos que hoy están presos del Gobierno pasado y, peor aún, otorgó los contratos a sus amigos. Los diputados, salvo excepciones, no defendieron el bien público, no defendieron a la sociedad panameña ante el evidente caso de otro atraco al Estado. ¡Defendieron sus canonjías! Definitivamente que la situación actual del país es grave y ya la sociedad tiene que ir buscando mecanismos para adecentar Panamá. Una Constituyente parece la mejor vía.

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