Ciudadanos en la descentralización
A menudo se observa en los medios de comunicación a ciudadanos sin agua potable, inundados o con aguas negras: ‘no han informado nada… vino un funcionario revisó y prometió regresar…'. Las personas no saben de los trabajos que están realizando en sus comunidades. ‘Empezaron por hacer ese relleno, por allá… dicen que van a levantar un muro, no sé…'.
Las personas no son consultadas ni les llega información sobre los planes y decisiones. ‘Ese problema tiene más de 10 años y se debe a que no cubren bien el relleno en esa curva… no es conveniente usa tubería galvanizada, ya hubo afectaciones por eso…'. Las personas en la comunidad tienen saberes, ideas que pueden aportar, sea en el campo o la ciudad, por estudio, experiencia y porque conviven en ese entorno.
Este breve análisis de contexto nos está diciendo que las personas tienen algo que decir sobre los problemas en sus comunidades, que quieren ser consultadas, informadas. En ese sentido, la Ley de Descentralización, en su marco legal y conceptual, amplía todas las posibilidades de integración y motivación para involucrar de manera creciente a los ciudadanos en la toma de decisiones en las soluciones que plantea el desarrollo local.
Existen dos tareas o requisitos fundamentales que se plantean:
1. Levantar y/o adecuar una estructura de administración con fortaleza en la planificación y gestión para resultados en las alcaldías y juntas comunales que les dé las capacidades suficientes para avanzar en los beneficios previstos en este sistema.
2. Una estructura de participación ciudadana que involucre a los ciudadanos en forma individual o asociados (grupos ambientalistas, religiosos, cívico, etc.) en el hecho de crear los espacios para emitir opiniones, recibir información, participar en la toma de decisiones sobre las necesidades y alternativas de solución.
Estas son estructuras complementarias que deben interactuar de forma armónica con dinámicas de realimentación y ajuste que produzcan efectos de motivación y confianza en la población y las soluciones sean más apegadas al consenso y a la democracia participativa que esperan los ciudadanos.
La participación ciudadana incluye dos niveles:
Uno simple, a través de canalizar opiniones individuales, reuniones vecinales, asambleas que se convoquen, consulta ciudadana, etc., que es una forma de recibir, mantener informada y en consulta a la comunidad sobre el estado de la planificación y ejecución. Por ejemplo, a través de tecnología de Internet se pueda opinar, informarse, acceder a plantillas predeterminadas para recomendar acciones, boletines, entre otros medios. Es la acción individual o en grupo no organizado con mayor informalidad en su participación.
Otro nivel más sofisticado, que incluye la toma de decisiones para identificar y priorizar proyectos, uso de los recursos, auditoría ciudadana para vigilar cómo se está haciendo lo que se planificó y aprobó; mediante instancias más formales como mesas de trabajo, comités, juntas de planificación que a su vez recogen las opiniones de base para sofisticarlas, técnicamente hablando, con base a los estándares y formalidades de gestión amparadas por la ley, y sean debatidas y concertadas en instancias de decisión a nivel alcaldía-concejo municipal.
La capacidad de administración municipal y la participación ciudadana son los pilares del sistema de descentralización que serán determinantes en su realización, puestos en un largo y complejo camino de aprendizaje y corrección.