Por qué el silencio y la complacencia

Panamá sigue siendo ‘el país de las maravillas': pasan las cosas, surgen los escándalos, y es como si nada sucediera. Toca en esta ocasión llamar la atención sobre la forma como la Asamblea Nacional (AN) se hace de la vista gorda y los oídos sordos ante un escenario que aumenta la intensidad del malestar y el resentimiento ciudadano. En lugar de jugar un papel beligerante frente a lo que en su propia entraña ha entrado, convertido en funcionarios señalados por narcotráfico y, peor aún, a su alrededor, una Corte Suprema cargada de fango. Sobre la AN se ciernen problemas mucho más graves que las luchas por el poder político. Son asuntos de los cuales no puede ni debe mantenerse al margen, porque incluyen actos de corrupción, narcotráfico y denuncias entre magistrados del Supremo Tribunal. ¡Qué decir de la fiscalización que deben hacer a la ampliación del Canal y que no han hecho! Guardar silencio y mirar a un lado, como aprecia la ciudadanía que es la conducta de la corporación legislativa, es un acto de cobardía frente a la gravedad de la situación. ¿Será que existe temor de poner el pecho y enfrentar estos negativos y censurables acontecimientos con valentía y decisión? La respuesta se encierra en el proceder de la Asamblea Nacional y sus componentes, diputados que fueron electos por el voto popular, voluntad que, al parecer, poco les importa ante los hechos.

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