Cuando la renuncia es la mejor salida

Ha transcurrido apenas la primera quincena del año 2016, un tremendamente corto período en el que han sucedido eventos que no podemos mirar de soslayo. Tal vez lo más relevante y a la vez censurable de los primeros quince días de este año bisiesto (que algunos relacionan con cosas muy malas) es la violenta sacudida que recibió la ciudadanía, directamente desde la Corte Suprema de Justicia.  Dos nuevos magistrados fueron ungidos desde el Órgano Ejecutivo, en un proceso que dio a los panameños cierta esperanza de que habría cambios en la administración de justicia, principalmente, en el supremo tribunal. Sin embargo, esas dos designaciones tiraron por tierra cualquier intento de cambio, o mejor dicho, de adecentamiento en la alta corporación de justicia. Nada más tomar posesión, sus acciones destruyeron toda confianza. Poca, por cierto.  En medio de la polémica reelección de José Ayú Prado como presidente de la Corte Suprema de Justicia, gestada por sus dos nuevos componentes, surge ahora la confesión de otro magistrado, Harry Díaz, quien ha revelado una serie de escabrosas y comprometedoras intimidades de la que debería ser una corporación judicial con la dignidad y la transparencia como norte. Después de tan pernicioso y repulsivo panorama, solo queda a nuestro juicio una salida para esta suciedad: la renuncia de ambos magistrados. Tal vez eso no suceda, pues en ellos no parecen convivir los valores de la dignidad, el decoro, la hidalguía y la vergüenza. Pero si llegase a pasar, el país entero lo agradecería…

 

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