Sugerente llamado de atención

Casi que desafiante, el presidente de la República, Juan Carlos Varela, le llamó la atención a la Asamblea Nacional el miércoles último, tras la detención del asesor de un diputado, mientras trasladaba un kilo de supuesta cocaína en un auto con placa del cuerpo legislativo.

Como jefe de Estado, Varela tiene, no solo el derecho, sino el deber de formular advertencias sobre temas que como el que nos ocupa, expone a uno de los órganos del Estado al vincularlo a uno de los delitos más perseguidos de la actualidad, como lo es el tráfico de estupefacientes. Más todavía, cuando la detención del asesor fue el tercer acto de esta naturaleza registrado desde abril del año pasado, y el segundo en menos de un mes. Hasta ahí, salud por el desempeño presidencial. Lo que no queda claro y parece más dirigido que espontáneo, es que hechos como éste se han registrado en otras instituciones y no han provocado ni registrado la reacción del mandatario. Solo en diciembre, varias unidades de la Policía Nacional fueron detenidas cuando custodiaban un cargamento (no un kilo) de estupefacientes. Ese mismo mes un conductor del Instituto para la Formación y Aprovechamiento de Recursos Humanos (IFARHU) fue detenido con un cargamento cuando regresaba de Darién y tan solo fue posteada la información. Tampoco hubo reacción pública del mandatario.

Es un hecho que varias son las instituciones del Estado que han sido permeadas por el narcotráfico, con acciones individuales de algunos de sus funcionarios, pero de ninguna manera las instituciones pueden ser señaladas o comprometidas con esos ilícitos, cuando sus propias directivas han salido a condenar o tomado medidas contra la actividad. Y es así, porque una cosa es el deber de la institución y otra la acción a tomar contra el funcionario que delinque. La acción judicial, la investigación o al final el arresto toca a las autoridades de ese campo, no a la institución en la que labora el señalado.

Por eso, llama la atención el sugerente mensaje del presidente a la Asamblea como si de ésta dependiera el comportamiento individual de sus integrantes; o como si fuera una dirección de investigación judicial, o si sus directivos tuvieran la tarea de investigar a cada uno de los que compone el cuerpo legislativo. En lugar de un llamado de atención, el mensaje de Varela parece proyectar cierta insatisfacción con la dirección actual de la Asamblea, surgida en julio del año pasado, más como un aliado que como un adversario, a cuenta incluso de asumir sanciones por parte del partido del que provienen tanto el presidente como el equipo que lo sustentó. Es posible que no se haya producido ni la expulsión de éstos del PRD, ni la división de ese colectivo y Varela se haya quedado esperando los efectos de lo que en principio algunos consideraron una maniobra para fracturar al PRD. Otra explicación no existe, porque si se tratara de la preocupación institucional del mandatario, con toda seguridad, la Policía Nacional hubiera sido expuesta, tanto como el IFARHU.

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