Yo quiero un Presidente
El pasado 11 de septiembre escribía en mi cuenta de twitter @MayellaLloyd la siguiente reflexión, que aún permanece allí como encabezado: ‘Yo quiero un Presidente que revolucione la educación. Uno que oriente la agenda nacional en el marco de un proyecto integral de educación, que contemple familia, docentes, empresa privada, medios, todos. Juntos cada uno haciendo su parte desde sus espacios, pero alineados en el propósito de transformar el país a través de la educación.
Sé que no es posible resolver todos los problemas en un período y que hay demasiado por hacer; sin embargo, poniendo parches y curitas a cada problema, no vamos a resolver nada. Nos seguiremos conformando, con alguno que otro índice económico que haga felices a unos mientras al resto les es indiferente porque no ve ninguna diferencia en su calidad de vida. Creo firmemente en que la educación nos ayudará a resolver la gran mayoría de nuestros actuales y futuros retos como nación.
Claro que seguiremos teniendo diferencias y que bueno que exista esa pluralidad, pero si hay algo en que todos estaremos de acuerdo siempre, es que queremos un mejor país para todos nosotros y en algo tendremos que ponernos de acuerdo para conseguirlo.
Tenemos todo el potencial, solo hay que ponerle nuestro mejor empeño. No faltará quien llame a esto utopía, Pero yo sé que aunque no es tarea fácil, tampoco es imposible. Valórenlo y hagámoslo posible. Que ese sea nuestro legado de amor a Panamá. Piénsenlo…' Concluía la misma.
Ojalá que el reciente llamado a diálogo por la educación del Presidente Varela sea sincero y con la auténtica voluntad política y personal de llevarlo a cabo; con tareas y metas mesurables y no sea sólo un recurso discursivo para salir del paso y ganar tiempo, ante señalamientos recurrentes de ineficiencia e ineficacia gubernamental. Confieso que tengo mis dudas, pero nada me encantaría más que me sorprenda positivamente. No se trata de quién lo haga, sino de qué se haga.
Tendría también, entre otras cosas, señor Presidente que empezar a sanear aquellas instituciones educativas corroídas por la corrupción. Porque como hombre de campo que es, sabe usted bien que el terreno primero se limpia, se abona, se prepara y luego se da la selección de las mejores semillas con el cuidado pertinente. ¿Es ese su deseo señor Presidente? O será este un nuevo conversatorio de egos para, como decía Napoleón Bonaparte: ‘Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité.'… Amanecerá y veremos.
En tanto yo sigo con mi premisa de querer un Presidente que tenga como norte y como propósito principal lo que bien nos enseña Platón: ‘El más importante y principal negocio público es la buena educación de la juventud'.