El año Martinelli

Tal como los chinos identifican los años, podemos decir que este será el de Martinelli. La situación judicial del exmandatario acaparará la atención local e internacional durante el año. Aparte de conocer su papel como presidente y empresario exitoso, muchos desconocen quién es él en realidad. Veamos, nació el 11 de marzo de 1952 en la ciudad de Panamá, hijo de Ricardo Martinelli, de ascendencia italiana, y de Gloria Berrocal, de ascendencia española. Aunque vivió en Soná, sus estudios primarios y secundarios los cursó en el Colegio La Salle, donde obtuvo su grado de perito mercantil. Hizo su bachillerato en Staunton Military Academy en Virginia, Estados Unidos, y una licenciatura en Administración de Empresas, con especialización en Mercadotecnia en la Universidad de Arkansas. Culminó sus estudios con una maestría en Administración de Empresas, con especialidad en Finanzas, en el Incae, extensión de la Universidad de Harvard.

Martinelli siempre demostró ambición política. Participó en el Partido Solidaridad, estuvo ligado al PRD, y en 1994 el presidente Ernesto Pérez Balladares lo nombró director de la Caja de Seguro Social, puesto que abandonó en 1996 por supuestas presiones del presidente ante las manifestaciones de organizaciones médicas y políticas.

Posteriormente, demandó al expresidente Guillermo Endara por calumnia e injuria, resultando condenado Endara a 18 meses de prisión suspendidos. En mayo de 1998 fundó su partido, Cambio Democrático (CD). En 1999, bajo el mandato de Mireya Moscoso, fue nombrado ministro del Canal y director de la junta directiva hasta 2003. Preparó su primera campaña presidencial en 2004, donde obtuvo solo el 5.3% de los votos. En 2008 se volvió a lanzar y logró un arrollador triunfo ante un PRD resquebrajado y una oposición que se alineó bajo su figura. Concluido su mandato, se inicia la etapa hoy conocida, teñida de denuncias de corrupción y delitos. Su personalidad es obsesiva, activa y ególatra. Su formación académica: experto en ventas y promoción, con visión militar, en la que jerarquía, lealtad y obediencia son valores propios, más su experiencia política y burocrática, fueron herramientas que supo utilizar. Mediante la Fundación Ricardo Martinelli otorgó becas a estudiantes, que al recibirlas debían escuchar sus peroratas sobre el país, del CD y su papel como futuro mandatario. Como los fondos “donados” a la fundación se deducían de impuestos, de manera indirecta el Estado financió esta promoción, pragmática gestión que induce a bosquejar un perfil de sus actos.

Se rodeó de leales más que de capaces, manejó el gobierno con un esquema militar y no permitió que sus subalternos lo contradijeran; era el comandante. Para sus aliados, beneficios; para los disidentes, proscripción; para los enemigos, persecución. Como político–militar, estratégicamente invadió para controlar instituciones del Estado y minó las futuras contraofensivas, blindándose legalmente. Su inteligencia y habilidad es visible. Hoy han caído varios de sus “soldados” y el país aún no sabe hasta dónde llegarán los efectos de su gobierno. Pero, por sus logros o desmanes, él escribirá un año interesante de nuestra historia.

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