¿Qué nos pasa como sociedad?
El enfrentamiento entre dos mujeres, diputadas de la Asamblea Nacional, debe llevarnos a una profunda reflexión o, más bien, a una fuerte sacudida. La fibra íntima de la sociedad panameña está seriamente lesionada, acusando un grave deterioro que va más allá de cualquier estimación o juicio de valoración en un plano objetivo. Lamentablemente, estamos viviendo un escenario que nunca nadie se hubiera imaginado, donde se aprecia, además del pobre espectáculo de las dos políticas, a gente del Legislativo involucrada en lavado de dinero y tráfico de activos, policías señalados por tráfico de estupefacientes, funcionarios que han llegado al extremo de las barbaridades al expresarse públicamente, e incluso, en el Órgano Judicial, señalamientos marcados por tráfico de expedientes. ¿Qué clase de escenario dantesco tenemos en nuestro país? Uno que, a nuestro juicio, retrata de cuerpo entero el deterioro que nos mantiene lejos de convertirnos en una sociedad y en una nación de primer mundo. Si a esto le agregamos el mal servicio del transporte público, calles en mal estado, delincuencia e inseguridad difíciles de controlar, y los constantes señalamientos acerca de la administración de justicia, es inevitable concluir que la sociedad panameña pasa por un muy delicado y peligroso tiempo de crisis. ¿Cómo hacerle frente? De la única manera posible: con educación, una materia pendiente en todas las administraciones, llevada en vaivén tanto por quienes detentan el poder público como por quienes la ven como una forma de presión en busca de mejoras salariales, sin atender lo realmente importante, el estudiante y su desarrollo, pues el rescate de los valores de la sociedad panameña comienza con la educación.