Una audiencia histórica, con muchas sensaciones

Por primera vez en la historia de nuestro país, un ex presidente de la República es colocado cara a cara ante la real posibilidad de ser enjuiciado e incluso, encarcelado, luego de atestiguar una rápida audiencia de acusación contra Ricardo Martinelli, por el caso de los pinchazos telefónicos durante su administración. Hay que examinar lo ocurrido desde la única perspectiva posible: la sensación que le ha producido esta audiencia a los panameños. La intercepción ilegal de las comunicaciones privadas de los ciudadanos constituye un delito. Y queda claro que la existencia de una acusación formal y un proceso en camino, evidencia la necesidad de que esto sea aclarado. Que simplemente se haga justicia condenando a un expresidente tal vez no compense en su totalidad el daño que ha recibido la fibra íntima de la sociedad panameña, pues aún está latente la sensación de que habría una tercera persona al tanto de nuestras conversaciones. Por otro lado, dilatar este proceso resulta tan inconveniente para la paz y la estabilidad política del país, como esa sensación tan desagradable de que la privacidad de cada uno de nosotros es violada, a través de intercepciones ilegales. Panamá no se merece un escenario donde imperen esas malas vibraciones. Lo que el país reclama es justicia. Y lo que quiere es que se aclare la situación. Ir más allá de eso, es atentar contra la democracia, exponiéndonos todos a una situación de inestabilidad e inseguridad sin precedentes.

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