Cuando la justicia fracasa
La justicia es, por definición, la encargada de armonizar las relaciones humanas. Hacia ella se acude para que dirima los múltiples conflictos que se dan en el seno de una sociedad. Debe ser imparcial y tratar a todos por igual, sin importar su estatus económico, su afiliación política, su raza o sus creencias. Sin embargo, cuando empieza a agrietarse y a sancionar a la gente por los mismos delitos de manera diferente, se va creando en al ambiente una sensación de inequidad, lo que aunado a la frustración de la gente, al sentir que sus problemas básicos no son atendidos por los que dirigen el Estado, se corre el peligro de que las confrontaciones se resuelvan al margen del Estado, con grandes dosis emotivas, de manera que se percibe que todos son enemigos de todos, lo que ya está creando una sensación de enemistad entre la población, como si cada uno fuera su adversario. Vemos a diario que estamos resolviendo nuestros problemas de manera violenta, sin ningún intermediario autorizado. De continuar el concepto de ‘tomar las justicia por sus manos ', se vivirá en una sociedad sin ley ni orden, con lo que la inseguridad arropará a todos por igual. El Gobierno tiene la responsabilidad de resolver este caos, pero no reprimiendo a la población, sino dando las mejores soluciones para que prevalezca la paz.