El fracaso de las políticas de salud

Hay renglones en las políticas de gestión pública tan sensitivos en los que no se puede improvisar ni utilizar la demagogia para dar respuestas a la población. Estos son los concernientes a salud y educación.

En instituciones como el Ministerio de Salud (Minsa) y la Caja de Seguro Social (CSS), se requieren cualidades muy especiales para llevar adelante un desenvolvimiento productivo. Por ejemplo, aspectos como la experiencia administrativa, el carácter para ejecutar los presupuestos sin demora, la habilidad para atender las respuestas de los usuarios, sin el “velo envolvente” de la mentira, y la valentía de cambiar el rumbo si la acción es equivocada son parte del perfil que deben tener directores y ministros.

Como se dice popularmente, el Minsa, la CSS y el Ministerio de Educación son “potros difíciles de domar”, y sus “jinetes de turno” deben poseer la habilidad para no tropezar ni caer estrepitosamente.

Desde hace años, el sistema de salud panameño presenta grietas que con el tiempo lejos de sellarse se han agrandado. Esto se debe, en parte, a malos manejos administrativos, cimentados en la improvisación de la ejecución y desconociendo la realidad que viven nuestras comunidades, sobre todo, de las periferias.

El desabastecimiento de medicamentos, la baja calidad de la atención, la falta de equipos sensitivos y la demora en la atención de los servicios especializados son los “tendones de Aquiles” en dicho aspecto. Hasta el momento no ha existido ningún presidente, ministro ni director que tenga la decisión profesional y humana de hacerle frente a este problema, sin la influencia de los intereses políticos. Cada cual ha pretendido aliviar esa “migraña de décadas”, con la famosa píldora mágica de la improvisación.

Todo parece corroborar la tesis de que se apunta a lograr el debilitamiento del sistema de salud público para privatizarlo más adelante, ya sea parcial o totalmente.

La llamada fusión Minsa–CSS, lejos de ser una respuesta a la inoperancia de las políticas de salud, será causante de una tormenta de proporciones inimaginables. Todo esto, aunado a la falta de una respuesta clara por parte de los directivos responsables. Esta política de fusión pretende fortalecer los hospitales con carencias de personal y equipos a costa de centros hospitalarios con servicios hasta el momento de buena calidad.

En comunidades, como Chepo, Macaracas y Soná, se ha encontrado una resonancia adversa a esta política de parte de sus moradores. El hospital Ezequiel Abadía de Soná está catalogado, según los estándares de calidad, como categoría II y complejidad cuatro. Esto quiere decir que su atención es buena y sus equipos dan un excelente servicio. Solo le faltaría una sala de cuidado intensivos para ser categoría uno.

En ese centro se atiende a una población de usuarios estimada en 77 mil anuales, provenientes de los distritos de La Mesa, Las Palmas, Santiago, Río de Jesús, Coclé y Chiriquí Oriente, entre otros. Con el tiempo, este hospital se ha ido quedando chico para la cantidad de personas que atiende y personal con que cuenta. Existe temor en la población de Soná frente a la política de “fusión”, pues esto implicaría el traslado de técnicos y médicos con experiencia y equipos para fortalecer a otros hospitales ubicados, supuestamente, en lugares más céntricos.

A esto se le añade el hecho de que hasta la fecha el director de la CSS no ha visitado este hospital de Soná, siendo uno de los más grandes del interior del país. En la población panameña anida la incertidumbre de ¿por qué tanta demora en la ejecución del presupuesto para comprar medicamentos y equipos que mejoren la salud de la población humilde?

Humanizar la salud no es un sustantivo, sino un verbo como dice la canción. Es decir, que se traduce en medicinas y atención de calidad, mas no en gorras ni camisetas, fiel evidencia de una politiquería barata.

Para finales de este mes, se invitó al director de la CSS Estivenson Girón a una reunión de cabildo abierto en el Municipio de Soná, para que aclare los rumores del traslado de equipos y personal que, al parecer, se orquesta secretamente. Su presencia en esta asamblea popular es vital para despejar cualquier malentendido y, de paso, conocer las necesidades de los asegurados en esta región del país.

Si se ausenta, como en otras ocasiones ha ocurrido en invitaciones similares, ello abonaría otro indicador de que el actual director de la CSS solo es producto de un acuerdo político y de lazos de amistad, mas no el jinete adecuado que requiere la envergadura de esta institución.

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