¿Pa” Qué Estudiar?
Dicen que la historia se repite en espiral, y poco a poco empiezo a percatarme de que dicha aseveración parece cierta. Desde que tengo memoria, he visto subir y bajar a cualquier cantidad de Gobiernos, y sobre todo en la ‘Época de Demos Gracia', el ‘cuento' de los políticos es el mismo, que todos conocemos: seguridad, salud, alimento y educación.
Ni hablar de seguridad, salud o alimento, eso quedará quizá para después, queremos hablar de educación. Todos en sus discursos de barricada esgrimen el eslogan de que la independencia y la verdadera libertad se encuentra en la educación; hay que educar al joven de hoy para no castigar al adulto mañana. Al final todo esto se convierte en palabras altisonantes, que ni el viento se las quiere llevar, y la verdadera realidad es otra.
Gobierno democrático tras Gobierno democrático, hemos visto lo mismo, ‘quítate tú pa' ponerme yo'; de repente más acertado sería decir, ‘sal tú y tu familión, pa yo meter al mío'.
Lo ‘normal' es que los políticos, sin asco y sin que les remuerda la conciencia, no bien se han sentado, comienzan el despido sistemático de personas, que en una gran mayoría son reemplazadas por parientes, amigos o recomendados de los amigos. Muchos de los cuales no cuentan con estudios y si los tienen son en carreras que no tienen nada que ver con los puestos en que son nombrados.
El servicio exterior de Panamá, posiblemente sea el peor ejemplo de lo que hablamos. Los consulados y embajadas se otorgan por parentesco, amistad, afinidad e intereses; en otras palabras, no hace falta quemarse la pestañas cinco años en la Universidad de Panamá en la carrera de Diplomacia para tener posibilidades de acceder a un puesto; ¡qué va!, los diplomáticos de carrera pa' la cola y si obtienen algo, es por influencia de la influencia del influyente, no por merecerlo. La meritocracia no existe en nuestro servicio exterior.
Es más tengo entendido que por allí anda el proyecto de Ley 156 que pretende establecer ‘por ley' que no es necesario tener carrera diplomática universitaria para poder participar en el festín de embajadas y consulados; de esta forma justificaran, ‘legalmente', lo injustificable. Hace unos presidentes atrás, la prima hermana de la primera dama de turno, que era como su hermana, fue beneficiada con dos consulados de mucho dinero en Europa. Lo que implica que después de cinco años, está hecha, me imagino que ahora es una ‘honorable' mujer de negocios, ¡qué asco!
¿Cómo decirles a mis hijos o a mis estudiantes que se esfuercen, que agachen el lomo, que sacrifiquen fiestas por el estudio, cuando ellos se sientan frente al televisor o leen un periódico y se encuentran con toda clase de incongruencias que desdicen por mucho ese ‘cuento' de que la ‘Educación los hará libres'?
Para resumir lo antes expuesto, podemos citar las palabras de una profesional de la biología que textualmente dijo: ‘Hoy comprendí que los Gobiernos invierten millones para educar a gente inteligente, para hacerle caso a gente bruta.