Propuesta. Periodo Presidencial: Cuatro Años
En el Gobierno que acaba de pasar se cometieron, en cinco años, las más grandes tropelías, desfalcos, saqueos descarados de las arcas estatales y la dilapidación de bienes y recursos del Estado. Nunca en la historia de nuestra vida republicana se habían cometido tantos abusos como los que se han venido desvelando y denunciando ante las autoridades y la opinión pública.
En palabras de la escritora B. Calvit ‘Una mirada retrospectiva al Gobierno pasado debería servir para que deseemos frenar el galope de la corrupción por la que se paga un alto costo social que a todos afecta y sacrifica a los que más necesitan. No hubo programa libre de rapiña y codicias… $150 millones destinados a atender los graves daños causados por inundaciones en Portobelo ‘cogieron camino' sin que saliera a la luz pública semejante inmoralidad'.
Es por eso que el término del período presidencial es un tema que debemos abordar, especialmente en países jóvenes y con Gobierno de corte presidencialista como el nuestro. Esta idea no es nueva, por ejemplo en Chile están proponiendo la modificación del artículo 25 para reducir el periodo presidencial de seis (6) a cuatro (4) años sin reelección.
Completamente de acuerdo con el Dr. C. Guevara Man, cuando afirma ‘James Madison, cuarto presidente de Estados Unidos, explica: La elección de los gobernantes constituye el sistema característico del Gobierno republicano. Los medios en que esta clase de Gobierno confía para evitar la degeneración de aquellos [los gobernantes] son numerosos y variados. El más eficaz consiste en limitar los periodos para los cuales se les designa, en tal forma que sean debidamente responsables ante el pueblo'.
El sistema republicano permite, a través de su fórmula electoral, ‘conseguir como gobernantes a los hombres que posean mayor sabiduría para discernir y más virtud para procurar el bien público'. Evidentemente, las probabilidades de que el sistema republicano produzca buenos Gobiernos dependen de ciertos factores, principalmente —según Madison— la fórmula electoral y un mandato razonablemente corto: ni tan breve que menoscabe la estabilidad y ‘energía' del Gobierno ni tan largo que propenda al abuso de poder y la tiranía.
Actualmente tenemos un sistema presidencialista con una concentración de poder y mando, de tal suerte que frente a una crisis o emergencia social no existen los mecanismos propios para hacer los cambios que se requieran, sino que se debe esperar el término del mandato del presidente en ejercicio.
La Constitución de 1946 establecía un periodo presidencial de cuatro años. (art. 138 ). El Dr. C. Quintero, constitucionalista por excelencia, ha dicho: ‘Esta carta perfeccionó, depuró y amplió las instituciones creadas por su antecesor. Ha sido, sin duda, la más ponderada y democrática que ha tenido Panamá en su llamada era republicana'.
Los últimos periodos presidenciales de cuatros años fueron cumplidos así: E. de la Guardia Jr., (1956-1960) R. F. Chiari (1960 – 1964), Marco. A Robles (1964 – de 1968).
Luego en 1968, los militares irrumpen en la vida política adoptando medidas extremas como la abolición de los partidos políticos, interrumpiéndose así el orden constitucional, lo que algunos llamaron veranillo democrático.
Bajo el Gobierno militar se dicta y aprueba la Constitución de 1972 y con el posterior acto reformatorio de 1983 se volvió al periodo de cinco (5) años, al disponerse ‘El presidente será elegido por sufragio popular directo y por la mayoría de votos por un periodo de cinco años…', (artículo 177).
En los últimos años han ejercido sucesivamente el periodo de cinco años: E. Pérez Balladares, (1994- 1999), M. Moscoso (1999- 2004), M. Torrijos (2004-2009) y R. Martinelli (2009-2014).
Por qué un período más corto: Panamá es una nación relativamente joven, con aspiraciones de toda índole, la opinión ciudadana es susceptible de sufrir cambios frecuentes, además de que contamos con una población baja apta para elegir.
Se considera que es difícil mantener la adhesión ciudadana por un período superior a cuatro años y así lo demuestra nuestra historia política; el poder se desgasta y los últimos años del gobernante no son fructíferos, sino de mera administración.
Es importante la búsqueda de mecanismos constitucionales que aseguren con eficacia la existencia de una real ‘democracia gobernante', como decía Burdeau.