La Cultura Del Sapeo
Desde mi época escolar los profesores promovían el sapeo. Entre los estudiantes cierto que había un código ‘antisapos', pero al final triunfaban los miembros del club del sapeo. Al final, el compromiso era sencillo, los malos alumnos tenían su lista de sapos y se cuidaban de que estos no se enteraran de sus andanzas. Si se copiaban, no lo mencionaban frente a un reconocido sapo; si se fugaban de la escuela, jamás celebraban el éxito frente a sapos y así todos vivíamos en paz. Claro, éramos niños y en juego no había gran cosa.
Luego aprendí, gracias al cine y ciertas novelas, cómo la mafia italiana controlaba el posible sapeo. Cualquier aspirante simplemente tenía que cometer un crimen, lo que era conocido por los otros y así el novato no hablaría, porque de hacerlo le sacarían su crimen y pagaría cárcel igual que los que el sapeara. Eran hermanos en el delito. Y eso me trae a Panamá y el siglo 21.
En el siglo 20 me comentó en una ocasión el general Noriega, entonces jefe de Inteligencia, que lo difícil de su trabajo investigativo era interrogar a un panameño, cuando hablan no paran, ‘hay que pegarles para que no hablen más', me decía. Tristemente me tocó comprobar esto después de la invasión, al quedar detenido en el campo de las fuerzas de defensa (aunque era civil) y ser interrogado en una batería de toldas donde se interrogaban a varios a la vez. Yo, adicto al cine, recuerdo a los oficiales gringos, nazis, japoneses, que siendo interrogados daban su rango, número de identificación y nada más. Creí que oiría eso al quedar en una tolda, siendo yo interrogado, al lado de otra donde interrogaban a un capitán conocido mío. El capitán estaba explicando interioridades del manejo de las fuerzas de defensa que ni yo sabía, al extremo que le pedí a la capitana que me interrogaba si podíamos parar un rato para oír al de al lado. Yo hubiese pensado que lo tenían colgado por los pies, o sentado en hielo, pero no, al salir vi que estaba cómodamente sentado y tomando café. El sapeo, aprendí, funcionaba también en nuestro ejército.
Nuestra cultura del sapeo muchas veces va acompañaba de precios. En el juicio de Noriega sé de varios que hablaron contra él, porque le pidieron ciertas cosas al general detenido y él no se las concedió. ‘¡Ah!, si no me lo das, hablo'. Y eso me trae a nuestros tiempos. Cuando el Gobierno expresó su voluntad de hacer justicia contra la corrupción del Gobierno anterior, yo siempre supuse que no sería difícil. Alguien sapea. Lo que nunca me imaginé es que TODOS sapearían.
Los fiscales Anticorrupción solo han tenido que interrogar a los imputados y ha seguido una lluvia de implicados. Guardia Jaén se encargó de los empresarios que se beneficiaron, casi 100 de ellos, y el caso del PAN no termina de aumentar implicados. Cada interrogado suma o refuerza denuncias contra otros. Recientemente el último interrogado la semana pasada en el caso de Cobranzas del Istmo, Tobín Salerno, metió a Cucalón y nada más y nada menos que al presidente Martinelli. El sapeo, en Panamá, está en su mejor momento.
En estos casos es casi comprensible, aunque son de la misma cofradía, ahora prefieren sapear y buscar acomodarse frente a las acusaciones que se les hacen. Si compartieron en el delito ahora se acusan mutuamente, siguiendo la cultura del sapeo, muy distantes del comportamiento de los miembros de bandas mafiosas. Curiosamente las pandillas locales tienen un mejor código de silencio, y además tienen su código de solidaridad, donde mantienen a las familias inmediatas de los detenidos o caídos.
Nuestra sociedad se prepara para seguir viendo el desfile de funcionarios del Gobierno anterior que seguirán cayendo en las investigaciones, víctimas del sapeo. Ya ni saben cómo reaccionar ante beneficios como casa por cárcel por sapear, si en el fondo el sapo es un delincuente. Un preso denuncia un magistrado de la Corte, en uno de los casos por excelencia de sapeo. Los gringos, con un poco más de vergüenza, llaman a esos sapos ‘testigos protegidos' y pasan de delincuente a testigo. Pero allá el sapeo no está tan arraigado en su cultura como acá.
Al final del camino, quizá qué importa que las investigaciones se logren vía sapeo y no por trabajo investigativo. Lo cierto es que lo importante es descubrir toda la trama detrás de los millones robados, después nos ocuparemos de los sapos.