De La Fuerza De Gravedad Y El Derecho
No recuerdo haber vivido una época en la que los temas jurídicos y de tribunales estuviesen tan de moda y con alto grado de divulgación, como ahora. Temas relacionados con actos de corrupción en la administración pública, fueros electorales, medidas anticorrupción y antilavado, funcionamiento bancario, contratación pública, garantías y libertades individuales, sistema penal acusatorio y suspensión de profesores de derecho, entre muchos otros, son expresiones de gran agitación y actividad en esta faceta social.
Todos los días, los medios de comunicación y las redes sociales nos brindan información e inspiran la participación de nuestro pensamiento e intelecto para comprender y analizar estos actos o sucesos. Queramos o no, esto llama nuestra atención. Así como la fuerza de gravedad existe y nos afecta, aunque no lo creamos el derecho también lo hace y nos impacta por el solo hecho de vivir en sociedad. Se trata de una expresión social que aparece en la historia de la humanidad cuando los individuos decidieron convivir en un mismo lugar, para que la ley del más fuerte no imperara en cualquier conflicto o disputa que se presentara.
Cada acto social e individual tiene un efecto jurídico y, por tanto, todos los días somos protagonistas y generadores de derecho.
Recuerdo en mis clases de “Introducción al estudio del Derecho”, cuando se explicaba que este es un instrumento de paz. Pero, ¿cómo puede ser un instrumento de paz algo que genera tanta controversia y fogosos debates?
Luego, a medida que avanzaba y maduraba, como estudiante y abogado, logré comprender que la divergencia no la provoca la ley, sino los actores de la vida social, y que realmente para poder vivir en armonía se hace necesario aplicar la ley de la misma forma, no importa las circunstancias ni los personajes. Y ese es el concepto de igualdad ante la ley. No es que seamos iguales, al contrario, el derecho nos concibe distintos e individuales, como en realidad somos, pero nos trata como si fuéramos idénticos, sin fueros y sin privilegios.
Para algunos esta teoría puede ser algo utópica en su aplicación, pero no cabe duda de que constituye el deber ser, y es un anhelo al que no nos podemos dar el lujo de claudicar o renunciar.
En la medida en que cada ciudadano eleve su nivel de información, en cuanto a sus derechos y libertades individuales y sociales, tendremos más participación. Pero también se reforzará el concepto de responsabilidad personal, para entender que el cumplimiento de las obligaciones y normas legales debe ser una convicción, no una imposición. De manera que, en caso de inobservancia, el efecto o consecuencia sea tan incuestionable y contundente como lo es la gravedad, que te hace caer no importa cuan alto creas que estás respecto a los demás.