Un país dentro de otro país

El espíritu original de crear las comarcas en Panamá fue preservar esas áreas para los compatriotas de etnias originarias, a fin de que no se le alteraran su cultura y su forma de vivir. La realidad es que las comarcas hoy parecen un país dentro de otro país, pues los indígenas aplican sus leyes y hasta sus impuestos. Pero lejos de preservar las comarcas, muchos de sus dirigentes no respetan el espíritu que dio origen a esta división de la República. Muchos de ellos están negociando con la venta de árboles y hasta celebran contratos con empresas extranjeras para la extracción de minerales. Pero la cuestión va más allá, con el cobro de impuestos a las visitas de cualquier panameño o extranjero y, cuando aplican sus leyes, terminan aplicando sentencias de latigazos con ortigas o metiendo a los culpables en el cepo. Aunque reconocemos que sus costumbres tienen que mantenerse, tampoco podemos aceptar que cometan exabruptos inhumanos o que pretendan que su demarcación no puede alcanzarla la justicia ordinaria. Creemos en la preservación de la cultura indígena y que se necesita que esos territorios, que han conservado por años, no sean arrebatados por terratenientes avivatos no indígenas. Lo que no podemos aceptar tampoco es que dentro de la comarca los avivatos internos no los alcance la ley o que se crean dueños y señores, cual feudal, de esas tierras. Una comarca es la reserva de un área para preservar una cultura, no un país dentro de otro país. Ojalá las autoridades dejen esto muy claro y no permitan que esta situación se les escape de las manos.

Redacción La Estrella de Panamá

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