Lo que le dije a Martinelli cuando me destituyó

No puedo pensar que nuestro Gobierno se deja amedrentar por las críticas y amenazas de Venezuela…’.

Desde el 17 de diciembre al 10 de enero pasado estuve en Panamá. Un total de 24 días donde la Cancillería sabía que yo estaba allá. Nunca me pidieron que me reuniera con nadie… Me encontré con el canciller en un centro comercial y no pasó más del saludo y el vicecanciller nunca me dio la cita que le había solicitado. No tengo la culpa de que mi trabajo en la OEA no reciba instrucciones ni directrices de ninguna especie; casi todas mis comunicaciones ni siquiera son respondidas.

Pensé que en estos días, cuando pareciera que todo se centra en la búsqueda de un candidato presidencial para el Gobierno, no había tiempo para discutir mi trabajo. Nunca antes se ha hecho, ha habido una muy marcada falta de instrucciones y guías… Ante esa falta, siempre he actuado de acuerdo a mi mejor criterio democrático y los mejores intereses para mi país.

Mis posiciones a favor de la democracia en Honduras, Costa Rica, Paraguay, Ecuador y Venezuela, en los tres años y medio que llevo en este cargo, producto de la defensa de la Carta Democrática Interamericana y los compromisos panameños de Derecho Internacional, han sido siempre avaladas por ti, lo cual profundamente agradezco. Igual me apoyaste reiteradamente cuando denuncié la falta de transparencia en la OEA, llegando el viceministro Álvarez a sugerirme que ante lo que había descubierto en dicho organismo hablara con el embajador de Chile, para que le pidiera, en nombre de su Gobierno, la renuncia a Insulza.

Cuando te acepté el puesto de embajador ante la OEA, sabías que nombrabas a una persona profundamente comprometida con la democracia, beligerante en ese tema, demostrado en muchos campos de batalla. Sabías de mi preparación en el campo internacional y que mi preocupación por los sucesos mundiales es parte de mi formación política. Esa ha sido una de las características de mi vida pública de 49 años, desde que fui miembro de la Democracia Cristiana y en todos los años que combatí de frente a la dictadura militar, los Gobiernos liberales de antaño y la dañina corrupción que ha existido y existe en el país.

Cuando se tienen valores democráticos, estos no se pueden cambiar por un salario, por más atractivo que sea. Estos valores no tienen precio ni son negociables. Sobre todo por una persona como yo que, sin tener riquezas, solo se enorgullece de los principios que toda su vida ha defendido, inclusive bajo peligro de muerte, como cuando los militares me detuvieron tres semanas antes del 20 de Diciembre de 1989.

Lo que le viene a la América, lo sufrirá también Panamá. Hay que ponerle coto a este avance del nuevo colonialismo ideológico que se avecina, alentado por las profundas diferencias sociales que persisten en nuestros pueblos. No es un secreto que Cuba es quien determina las decisiones políticas de Venezuela; eso ni el actual ‘Gobierno’ de ese país lo niega. ¿Es eso injerencia o no en las relaciones de un país supuestamente libre como Venezuela? ¿Es injerencia o no que el presidente de Nicaragua arremeta contra la oposición venezolana al hablar en ese país el 10 de enero pasado? ¿Será o no injerencia cuando el asesor de la presidenta Dilma Rousseff, Marco Aurelio García, conocido marxista, asume el rol de interpretar la Constitución de Venezuela?

Ese plan de dominio continental también incluye a Panamá, donde, algunos de las protestantes contra el Gobierno nacional son infiltrados, aupados y financiados con fondos externos, cuyo origen es ampliamente conocido… Todos sabemos de dónde vienen, porque para esos marxistas de pacotilla, y que yo les llamo ‘verdes por el amor que le tienen al dólar’, ‘el fin justifica los medios’.

En lo ocurrido, a pesar de la sacada de tabla de la Cancillería, mi posición ha quedado incólume; diría que hasta fortalecida. He quedado como el Willy Cochez que siempre he sido; un demócrata a carta cabal. Vine a la OEA a defender sus principales pilares: la democracia y los derechos humanos. Poco me importa lo que digan quienes hoy no podrían subsistir sin la ayuda del dinero que Venezuela les proporciona, a pesar de que en su país hay escasez hasta de papel higiénico. Menos me importa lo que diga el embajador de Venezuela en la OEA, a quien conozco de sus tiempos de socialcristiano COPEI en Venezuela, donde su mayor frustración consiste en ser detestado por sus antiguos compañeros, por traidor, y por igual por su actual Gobierno, por considerarlo un advenedizo aprovechador. Lo único que me pudo decir, el ser ‘un patán y un mal pintor’, ha sido motivo de mofa por los despachos internacionales de prensa.

Presidente: A mis 67 años no voy a cambiar de posición. Moriré igual. Si la política del Gobierno de Panamá será la de apoyar los desaciertos e ilegalidades del irregular Gobierno actual de Venezuela u otros Gobiernos del continente, no podrás contar conmigo. Jamás podré apoyar en la OEA, o en otro foro, que mi país apoye, sabrá Dios por qué, el desmadre que existe en Venezuela. Por eso te insto a que, así como me nombraste, te sientas libre para destituirme, al considerarse que ya no represento los mejores intereses del país’.

Guillermo A. Cochez

 

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