El manejo de la controversia pública

En estos días se han suscitado significativos ‘escándalos’, tanto en el sector gubernamental como en el privado. Mi mentor en Relaciones Públicas, se llamaba Humberto López, un colombiano brillante, orador extraordinario y persona de encantadora personalidad (quien temo que ya pasó a mejor vida, pues era mucho mayor que yo y no he vuelto a saber de él); me iluminó en los años que manejé las comunicaciones públicas de un presidente, una primera dama, una alcaldesa, un director de la CSS, un ministro, un canal de TV y varios políticos (además de ser presidente de la Asociación Panameña de Publirrelacionistas y vicepresidente de la Confederación Interamericana de RR.PP.); Humberto fue quien me entrenó en el ‘Manejo de la controversia pública’, una especialidad de esta profesión. En esta agitada vida cotidiana, de nuestro país (y el mundo), es digno de comentar el excelente manejo que se dio de la controversia suscitada en una pizzería de Costa del Este, por el impedimento de entrada que un gerente puso a miembros a nuestra Selección Nacional (según las redes sociales, por razón de su etnia y condición social), afirmando literalmente que se les rechazó ‘porque no eran su target’ (palabra que implica ‘objetivo’, desde los puntos de vista comerciales y sociales). Primero que todo, los propietarios dieron la cara: a) aceptaron que se equivocó el gerente que hizo semejante desprecio (a nuestros célebres atletas además); b) despidieron al empleado que cometió el lamentable error; c) convocaron a los ofendidos y les pidieron sinceras y públicas disculpas; d) les desagraviaron invitándolos a comer en forma especial y e) les ofrecieron ser parte de sus patrocinadores y los designaron clientes preferenciales. Este es un buen ejemplo del manejo de una controversia pública eficazmente realizado. En abierta oposición notamos, con tristeza y asombro, cómo nuestro actual Gobierno pareciera carecer de profesionales que dominen y apliquen esta especialidad de la Comunicación / Relaciones Públicas en casos tan ferozmente importante como: a) desperdicio y carencia de agua; b) seguridad e integridad personal ciudadana; c) problemas con algunas escuelas que TODAVÍA no han podido funcionar decentemente en sus instalaciones; d) organización (tranques) del tráfico vehicular en la capital (en las carreteras en días festivos, parece que ya hay mejores medidas); e) acceso a los centros de salud y provisión de medicamentos; f) manejo de la basura; g) apagones… Todos ejemplos de controversias públicas relacionadas a necesidades BÁSICAS de los ciudadanos; las cuales diariamente llenan respectivamente los noticieros. Las reacciones y manejo son vergonzosos; van desde la indiferencia (ningún funcionario o vocero acepta que hay problemas, y menos explica los porqués ni los planes para subsanar estas anomalías tan odiosas, insalubres y que atentan contra las necesidades fundamentales de los seres humanos). Hasta las reacciones evasivas fuera de toda realidad ‘percepción de violencia’, absurda sonrisa de una ministra mientras dice ‘No tienen idea la logística que implica resolver este asunto’ (el lenguaje gestual es más fuerte que el verbal); la ausencia de los responsables de tantas calamidades para dar alguna explicación coherente y admitir que hay un problema que se origina por ‘tal y tal razón’ y que ‘se procederá a remediar en tal o cual forma’ y aceptar públicamente que hay una situación que está afectando o creando malestar , para empezar.

En conclusión: cero manejo profesional de ‘la controversia pública’, gran desconocimiento y orfandad de especialistas en esta materia, es la impresión que nos da a los que conocemos el tema y lo hemos vivido en la asesoría a personalidades influyentes en momentos críticos.

Alfredo A. Arango R.

 

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