¿Discrecionalidad o cinismo?

El Pasado miércoles los panameños nos desayunamos con la noticia de que el director del Consejo de Seguridad del Estado, Rolando López, quien recibe un ingreso mensual de 10 mil dólares, fue beneficiado con el pago de una cirugía bariátrica en el mes de marzo por un costo de 17420 dólares en el Hospital Paitilla. Adicionalmente sale a relucir que Franz Weber, secretario de la Asamblea, quien devenga un salario de 7 mil dólares mensuales, fue beneficiado con el pago de una cirugía de piedras en los riñones por un costo de 7787.28 en la Clínica San Fernando, cuando todos sabemos que esta cirugía se hacen con frecuencia en la Caja de Seguro Social. Ambos procedimientos quirúrgicos nos costaron más de 25 mil dólares.

Esa mañana esperábamos una explicación del presidente de la República y el anuncio de que ambos funcionarios devolverían el dinero; sin embargo, el mandatario de la nación, ese que en campaña nos vendió la idea de que en su Gobierno el pueblo recibiría un trato especial con su eslogan ‘El pueblo primero’, sale, lanza en ristre, a restregarnos en la cara que es su facultad como presidente de la República dar ese tipo de apoyos, ya que él ganó las elecciones el 4 de mayo del 2014. Añadió, en un tono y semblante bastante molesto, que no tiene tiempo para contestar esas críticas.

Si en ese momento el mandatario llegó a pensar que sus declaraciones bajarían la intensidad de las críticas, se equivocó, ya que las mismas duplicaron la indignación de la población al ver a un hombre, lleno de soberbia y carente de humildad, hacer gala de su cargo como presidente justificando la metida de pata que habían dado al pagarle esa cirugía a sus amigos.

EL jueves cuando la población esperaba una vez más que Juan Carlos Varela, ya con la cabeza fría, enviara un mensaje tratando de recapacitar, sale nuevamente y, con la misma expresión en su rostro, anuncia que convocará a todos los ciudadanos de este país que tengan una operación pendiente para que se hospeden en un hotel y no se retiren hasta que no se les haga la operación. Evidentemente esta fue la reacción de un hombre atrapado en la crítica ciudadana que, en vez de disculparse, prefiere tratar de desviar la atención con una medida populista que será imposible de cumplir, como muchas otras que prometió en campaña y que a tres años de Gobierno no ha podido o querido llevar adelante.

¿Quién ha dicho que cada cinco años elegimos un rey para gobernar este país? El mandatario es la persona que elige el pueblo para cumplir un mandato. Un mandatario es electo para servir y no para servirse él o sus amigos.

Ya es hora de que los políticos que aspiran a gobernar este país empiecen a respetar al pueblo, pues los recursos que manejan son el producto de nuestros impuestos y no de sus cuentas personales. Las partidas discrecionales fueron creadas en 1995, con el propósito de permitirle al presidente de turno disponer de recursos para hacerle frente a emergencias o ayudas sociales a personas u organizaciones que no cuenten con recursos propios para costear una dificultad. Con el pasar de los años esta partida discrecional se ha convertido en una chequera en blanco para los mandatarios. Ernesto Pérez Balladares usó 25 millones; Mireya Moscoso, 23 millones de dólares; Martín Torrijos, 23.5 millones de dólares; Ricardo Martinelli, rompió el records de sus antecesores, utilizando 54 millones de dólares y Juan Carlos Varela, en menos de tres años, ha utilizado más de 17 millones de dólares.

Con estas partidas se han pagado flores, licor, banquetes, joyas, calzados, trajes lujosos, relojes Cartier, regalos, fiestas de bautizo, quince años, pasajes aéreos, diferentes cirugías, incluyendo estéticas a amigos del presidente.

Llama la atención cómo se destinan 90 mil dólares de la partida discrecional al colegio Javier para su servicio social y luego el ministro Álvaro Alemán señala que ‘El presidente tiene todo el derecho de dar apoyo al servicio social javeriano. Es nuestra alma máter y vamos a apoyar’. Señor Alemán, si realmente usted y el presidente quieren apoyar a su colegio, háganlo con su dinero y no con el mío y el de todos los panameños.

Hago un llamado urgente a la clase política de este país y a la sociedad civil a eliminar lo que considero una partida impregnada de corrupción que permite que el presidente de turno maneje a su antojo los dineros del pueblo.

Álvaro Alvarado

 

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